Tribu es protagonizada por Yoana Caino, Hugo Gómez, Agu Becerra, Benji Bejarano, Juan Olgiatti, Gla Quevedo, Bea Soria y Norma Torta.
La escenografía es de Alina Guaraglia, el diseño gráfico de Mariu Martín, y el diseño lumínico de Leandro Ghiglione.
La obra está dirigida a mayores de 16 años, y las entradas se pueden reservar al tel. 351-3356976 ó al Instagram @lapecera.teatro a 7.000 pesos anticipadas, 9.000 en la puerta de la sala.
“Hacemos teatro porque nos es inevitable hacerlo”
“Esta obra surgió como un taller de montaje escénico”, repasó Julieta Martín en diálogo con MD.net.
“Una primera etapa fue de búsqueda: improvisaciones, juegos que fueron descubriendo qué de cada uno. Desde lo físico y lo emotivo”.
“Mientras tanto, yo iba escribiendo algunas cositas y probando con distintos textos. “Tribu. La familia Capello es una historia ficticia, ninguna relación con alguna familia real”, aclara.
“Está fuertemente el campo, algo más autóctono. Pero también hay un concepto de isla. Nos hace meternos en nuestros propios lugares, como que estamos acá y no tenemos mucho contacto con el resto”.
“Leímos la obra, les gustó. Me pareció difícil dirigirla, y a ellos actoralmente también les representaba muchos desafíos. Varios de ellos era la primera vez que iban a hacer una obra completa”.
“Son once escenas. Son medianamente cortas. Ahí empezó el cagazo. Pero está bueno el cagazo como motorizador, te pone pilas. Son cuatro parejas: la mamá y la hermana que son las dueñas del campo, y una de esas hermanas tiene dos hijos grandes, y después son las parejas de esas cuatro personas, que son la familia Capello. Vienen de la ciudad y medio que llegan y se quedan a vivir en el campo”, detalla Martín.
“A partir de eso empezamos a jugar y ver cómo son los vínculos, esos cruzamientos. A mí me pasa que como dramaturga, nunca había escrito una obra para ocho personajes. Es difícil. Vos tenés que estar medio en la psiquis, en el cuerpo, en el imaginario un poco también de esos personajes. Me propuse también que no haya tantos personajes, muchos protagonistas, sino que sea la familia y que todos tengan como sus momentos. Por eso tampoco es como que hay un conflicto. Sí hay encuentros, desencuentros, roces, rispideces, secretos, cositas, típico como de una familia. No es como decir ‘ay, están peleándose por la herencia del campo’. No. De ese tipo de conflictos no hay. Sí hay interpersonales, como de secretos a voces, cositas que se saben, algunas que no, cosas que se dejan ver”.
“A fin de año yo tenía la muestra de mi taller de entrenamiento, y les propuse al taller de montaje: por qué no presentamos las cuatro escenas, medio las primeras de la obra, que son dúos. Al principio hubo un poco de reticencia, pero a mí me gustó, porque conforme a cómo fueron pasando los años me fui dando cuenta que está bueno abrir los procesos, que está bueno compartir con gente. A ver cómo lo va recibiendo el público. No para modificar todo, pero sí vas teniendo un pantallazo de cómo va funcionando”.
“Sobre todo, es ellos cómo se conciben en el mundo y cómo se relacionan, porque hay mucho sobre relación familiar, relación de género, relación de edad. Está mucho el tema de género, porque a mí me gusta mucho la temática de género. Género también en distintas edades, en edades más grandes, capaz que más adolescentes o más jóvenes. Hay una cuestión de género fuerte. Y eso, ciertas noticias, cómo le va cayendo eso a cada personaje, qué hace cada personaje con eso, digamos”.
“Bueno, hicimos esa presentación a fin de año, estuvo bueno. Fue lindo. Aunque en las devoluciones fue ‘che, hay que ver la obra ahora’. Y nos pusimos a laburar. Y dije, yo hasta mitad de año voy a seguir con este proyecto, más no. Porque después vienen las funciones y seguís laburando con el proyecto. No es que no. Yo necesito estrenar. Pusimos fecha y seguimos”.
Julieta recuerda que tras ocho meses de ensayo ya están en etapa de pasada general. “Y ahora hay una cuestión que también es escenográfica, que también es presupuestaria. A mí me gusta ensayar con todo. O sea, esta obra tiene cuatro cambios de vestuario. Casi todos los personajes se cambian cuatro veces, que es mucho, digamos, para once escenas. En alguna te estás cambiando, pero en otra no te estás cambiando y tenés que actuar. En la que no estás actuando tenés que estar moviendo paneles. Esa logística, bueno, la estamos puliendo”.
“A mí me gusta que el ensayo sea lo más parecido a la función. Desde la pilcha, el calzado que te vas a poner. Eso mínimo. Empezamos a ensayar con los paneles acá adentro de mi casa, pero bueno, en el espacio ensayás una sola vez. Yo conseguí que me dieran dos. Los nexos es otra obra, digamos”.
“Y después está toda la parte de sonido. Hay una elección de música que es bastante ecléctica de la obra, pero que colabora mucho, que refuerza, que potencia. Hay diálogos que hacen una reminiscencia a personajes en el pasado, hay una cuestión con el sonido, hay en un momento un cajón peruano, voces en off, con las luces también. Esos detallecitos esas cositas me gustan. Y después que también van haciendo a la dramaturgia, a la trama, o un estilo también de obra”.
“De las obras que he hecho, a mí me gusta mucho el absurdo, me encanta –define-. Siempre medio lo corridito, pero bueno. De todas las obras que he escrito, esta es como la más realista, si se quiere. Tiene momentos volados, tiene momentos flasheros, tiene momentos poéticos, porque sí los va a tener porque la escribí yo y me gusta eso, pero es una historia que todo el mundo la puede entender, que los vínculos se van a entender. Está atravesado por la astrología también. Hay un personaje que bueno, le gustan mucho los astros. De hecho, cada uno de ellos representa una carta en el tarot. Entonces hay un juego con esas cartas del tarot, con el eclipse. Bueno, tiene bastantes condimentos”.
-Cómo es hacer teatro hoy, frente a esta situación tan conflictiva de desmantelamiento del INT? Qué te genera que sea un tembladeral lo que en algún momento había sido una conquista muy fuerte?
“Es inevitable, en un punto yo creo que se juega mucho con eso de la gente que está en el arte, bueno yo hablo desde el teatro. La gente que hacemos teatro lo hacemos porque nos es inevitable hacerlo. Entonces lo vamos a hacer a como dé lugar. Obviamente que la situación nunca es la ideal, de hecho el teatro siempre se está muriendo, está en extinción, estos son los últimos vestigios del teatro. Entonces demás está decir que está difícil, y te da bronca también. Esa bronca una la transcribe, la transporta, la transmuta en energía positiva para crear. Pero llega un momento ya que cansa, porque también para sostener este circo, que es el deseo de hacer teatro, cada vez se tiene que aumentar los otros laburos que sostienen esto. Entonces se va precarizando esto que hacemos, lo que hablamos recién, el teatro que ofrecemos o la calidad del teatro. No sé si actoral, pero sí a nivel escenográfico, a nivel técnico, a nivel lumínico. Hay cosas que se podrían recontra ensayar antes o probar. No hay guita. Eso es lo que es. Entonces sí te da bronca porque muchas veces la obra que te imaginás no es la obra que ves, es la obra que pudiste hacer con lo que tenías y le diste lo mejor y todo, pero bueno, es lo más parecido que con estos recursos pudiste hacer”.
“Y eso te da bronca, porque vos te imaginás, obviamente que cuando vos escribís, cuando vas dirigiendo, cuando montás una obra ‘esto acá, esto acá’, y después decís, ‘bueno, no estuvo tan mal’.
“Hay un consenso social también que en el teatro se perdonan muchas cosas, hay convenciones. Entonces ‘uy, esto lo movió, quedó medio mal’, pero lo perdonamos. Y no está bueno. Porque si no, no podemos hacer teatro, directamente no lo podríamos hacer”.
-Y cuál es la conformidad que tenés del trabajo de los actores y las actrices?
“Me parece que son distintos los caminos que han hecho, digamos. Hay gente que viene trabajando conmigo hace 3, 4 años, y arrancaron medio conmigo, y entonces van teniendo como la escuela. Si bien la metodología que yo uso es compleja y hay 2 ó 3 personas que vienen como de otros lados, entonces amoldarse a esa estructura, bueno cuesta, viste?
-Hablando del teatro local, hay épocas en las que aparecen quienes se destacan por su intuición, por su preparación… Una Julieta Martín, un Diego Rueda, por poner dos ejemplos. Hay apariciones de esa naturaleza?
“Yo creo que tienen destellos. Que hay como destellos en cada uno. A mí de cada uno me gusta algo, y sí veo que digo ‘esto cómo se puede repotenciar’. Trato de encontrar eso en cada uno. Si no estuviera convencida de eso no trabajaría. No sé si hay un Diego Rueda ahí, pero sí trato de ver por dónde va, y trato de darle a full a eso, para que eso pueda brillar, en todos y en cada uno de ellos. Con la experiencia y sin la experiencia, digamos”.
“El año pasado, por ejemplo, una de las cuatro escenas que gustó mucho son dos chicos que hacen teatro conmigo y tienen una particular manera de actuar y de expresarse. Obviamente que este año lo que tratamos de hacer, bueno este terreno está ganado, vamos por otro loco. Vamos por otro porque si nos quedamos acá…”
“Qué es actuar bien? Porque a mí me genera siempre dificultad, pero entendiendo más o menos por dónde vas, digo ‘yo creo que tienen un montón de potencial’. De ahí a que se entrene, de ahí a que se pongan más rigurosos en eso, yo creo que todavía falta en muchos de ellos el trabajo de concientización, de ‘che, tengo esto, es un diamante en bruto, si le doy, sabés qué…’ otra que Diego Rueda. Pero bueno es difícil llegar a eso. Bastante en algunos que ni se dedican al teatro y vienen acá, bastante he logrado, me siento orgullosa, me siento contenta por eso”, puntualiza con énfasis Julieta.
“De hecho, varios alumnos adolescentes que he tenido en Pico se han ido a estudiar teatro. Eso para mí es una joyita digamos. Por lo menos 4 ó 5 alumnos de los talleres ‘nos vamos a estudiar teatro’. Y eso para mí es impagable”.