Un prestigio ganado con talento, empeño, sacrificio y un profundo amor por la música, le ha permitido recoger aplausos por el mundo, pero el terruño es el terruño…

Todo esto comenzó con un muchachito de 18 años que arriba a estos gloriosos 58 con cuatro décadas de recorrido ininterrumpido "desparramando" calidad interpretativa y respeto sagrado por las melodías más conmovedoras de nuestra maravillosa música popular: El Tango.

Nicolás Ledesma partió a los 18 años hacia la “gran urbe”, pero todo comenzó mucho antes siendo muy pequeño, de la mano del eximio profesor Heberto Benuzzi.

Lo imagino con su alma llena de expectativas y preguntas sin respuestas, pero viendo una luz de esperanza a futuro, sin saber a ciencia cierta que iba a ser un elegido en la música y en la vida, porque no todos pueden...No todos llegan…

Siempre que puede, vuelve, ve que algunos muy queridos ya no están y los recuerdos lo conmueven hondamente…

Pero de pronto, en cualquier escenario de su pueblo, con sus maravillosas manos sobre el teclado, hace que sobrevuelen los duendes del Viejo Afinador de Pianos, de Betita en la cocina y el jardín, de Juan Carlos Corso…Y de los amigos presentes, como Alberto Pellizari y tantos otros…

 Mi hermano Armando, a través de una serie de entrevistas, hizo que supiéramos que el chico del Barrio Talleres iba creciendo a pasos agigantados con la música. 

Fue todo tan rico y tan valioso lo ocurrido en la tarde noche del domingo pasado en el Viejo Galpón, que necesito describirlo...

Llegué 19.45 al concierto programado para las 20, y me sorprendió que en ese momento Tato y su Cuarteto de músicos justo se retiraran.

Es que al fin, habían logrado el sonido impecable acorde a la jerarquía de lo que se venía!

Y pensé en el respeto por el público y el amor por la buena música que Tato profesa junto a sus músicos de brillante trayectoria: Quique Guerra con un posterior Contrabajeando impecable, el violinista Manuel Quiroga integrante de la Filarmónica Nacional en un solo magistral de Soledad, Nico Ledesma hijo, vibrando con su fueye en un solo de Responso del gran Aníbal Troilo, María Viviana cantante en constante crecimiento con dos versiones para el recuerdo de Quinto Año y Uno, del gran Discepolín...

Y sobre vos Tato no voy a agregar mucho, porque siempre que nos vemos me decís que soy muy fanático, pero no puedo dejar de mencionar el comienzo del concierto, entre tantas bellezas, la cadencia inicial en la ejecución de Mi Buenos Aires Querido. La modernidad impuesta en este tango próximo a cumplir 100 años, es propiamente de un elegido como Nicolás “Tato” Ledesma.

Es para destacar la adquisición del maravilloso piano Yamaha por parte del municipio local, al que “Tato” dedicó sus más altos elogios. En esto no se gasta plata, se invierte en Cultura. Las parejas de bailarines y músicos del Viejo Galpón estuvieron totalmente a la altura del acontecimiento.

Pensando en este presente, yo auguraría no un sólo futuro familiar, sino varios… Nico hijo, con su Caja de los Vientos al decir de nuestro Alberto Cortez, sin techo musical, María Viviana deslumbrándonos en cada una de sus presentaciones, y “Tato” que nos deja sin palabras... hay música familiar para rato. Luego, quizás y por qué no, vendrán los nietos…

Y me voy más lejos… y me gana la melancolía… y te veo “Tato”, renegando con los lentes... y seguro vas a ponerte los de ver cerca para llorar cerca si es en el escenario, y los de mirar lejos para llorar desde lejos, desde la primera fila de un concierto de tango…

Y no va a ser un Sueño de Tango, porque sos un milonguero de siempre… La herencia y la genética de los Nicolases y Nicolasas van a ir pidiendo permiso.

Ojalá así sea.