Este martes comenzó el juicio contra Enzo Gauna, de 28 años, quien está acusado del delito de homicidio doblemente agravado, por haber sido cometido contra la persona con la cual mantuvo una relación de pareja, Valeria Coggiola, y por haber sido cometido contra una mujer cuando el hecho haya sido perpetrado por un hombre y mediare violencia de género (femicidio).
El debate está a cargo de los jueces Marcelo Luis Pagano, en su carácter de presidente de la Audiencia de Juicio, Carlos Federico Pellegrino y María José Gianinetto. Los fiscales actuantes son Ivana Hernández y Guillermo Komarofksy; y los querellantes particulares, el defensor oficial Alejandro Caram –en nombre de Víctor Pérez, padre de los hijos que tuvo con Coggiola– y Silvana Abraham, en representación de la Secretaría Provincial de la Mujer.
El juicio tiene la particularidad de que es presencial –algunos testigos declararon en la sala y otros por videoconferencia–, pero no público, por las circunstancias particulares que se están viviendo en torno a la pandemia del Covid-19. A raíz de ello, se tomaron extremas medidas sanitarias de seguridad, con todas las partes respetando la distancia social entre sí.
En los alegatos de apertura Gastón Gómez, defensor de Gauna, dijo que el imputado ya aceptó oportunamente la autoría del hecho ante la fiscalía. “Él colaboró asumiendo la autoría, pero también pidió que fuera atendido por un psicólogo, quien nunca llegó a interactuar y podría haber dado respuestas para comprender qué fue lo que terminó pasando”, remarcó.
La fiscala Ivana Hernández, en ese mismo acto, afirmó que la muerte de Coggiola se produjo en su domicilio, en el barrio El Molino, en General Pico, la madrugada del 25 de junio del año pasado. Su hipótesis es que Gauna, que mantenía una relación sentimental con la víctima, la mató después de una discusión, aplicándole 16 puñaladas, básicamente en el cuello y el torso.
Luego, según el Ministerio Público Fiscal, el acusado fue hasta la terminal de ómnibus en la moto de la víctima y desde allí viajó a Catriló, para entregarse en la casa de su expareja Juliana Feith. Ambas querellas adhirieron a ese alegato mientras el imputado se mantuvo toda la audiencia con la cabeza gacha.
Testimonios
El comisario general Daniel Omar Guinchinau era, en ese momento, jefe de la Unidad Regional II, por lo que fue el primer testigo al arribar a la escena del crimen. A él le advirtieron del hecho desde Catriló, recibió detalles del homicidio y se dirigió hasta la vivienda de Coggiola. Como la llave estaba puesta del lado de afuera, ingresó y encontró el cuerpo de la víctima.
Marcelo Alejandro Cortés es comisario en Catriló, por lo que testificó desde allí por videollamada. Hasta esa localidad viajó Gauna luego del femicidio para presentarse en la vivienda de su expareja (Feith). Cortés relató que fue hasta ese domicilio y declaró que Gauna “me manifestó que había matado a su pareja”. ¿Le explicó los motivos?, le preguntaron. “No”, fue su respuesta. De manera siguiente, le comunicó el lugar donde había ocurrido el hecho, información que luego fue relevada a Guinchinau,
María Liliana Arsuaga, directora de la Escuela 261 de Catriló, también declaró por videollamada, indicando que ese día, a las ocho de la mañana, Feith llegó al colegio con su hijo “muy asustada, con miedo, lloraba…decía ‘paso pasó algo, pasó algo…’ Luego me relató que su expareja la había llamado por teléfono para decirle que había asesinado a su pareja. Ella no le creyó, pero él le detalló que le había cortado el cuello y que iría a Catriló.
Feith me dijo que le avisó a los hermanos de Gauna. Como ya estaba en su casa y con sangre en los antebrazos, le dije que tenía que hablar con la policía porque sino sería cómplice. Y, cuando se fue de la escuela, previendo que no lo haría, yo llamé a la comisaría”.
Embarazo
Joana Gauna es hermana del imputado. Vive en Lonquimay y aquella mañana se trasladó, junto a otro familiar, hasta Catriló. “Le pedí (a Enzo) que me esperara (en lo de Feith) antes de entregarse. Cuando fui, ya sabía que había matado a la novia, pero no podía creerlo”.
- ¿Le dijo el motivo?, interrogó Gómez.
– Me dijo que estaba embarazada y abortó, y supuestamente que eso fue lo que lo llevó a hacer lo que hizo. Cuando él se enteró del embarazo, se puso contento; pero ella le dijo que había abortado porque no quería tener un hijo suyo. Eso lo supe porque me lo contó mi hermano.
– ¿Cree que, en condiciones normales, hubiera matado a Coggiola?
– No.
Finalmente, ante una consulta de Abraham, la testigo afirmó que su hermano convivía con la víctima desde hacía un mes o un mes y medio.
Otra testigo que habló del embarazo fue Vanina Fileni, jefa de la Brigada de Investigaciones de la UR II. Relató que María Inés Rapp, amiga de la víctima, le contó que ella le comentó a Gauna que Coggiola estaba embarazada y abortó. “Según la amiga, Gauna se alteró porque no sabía nada y dijo que algo tendría que hacer”, acotó la policía. Rapp también calificó al imputado como “celoso y controlador”.
Fileni también señaló que ella, apenas llegaron al domicilio de la víctima, trasladó a sus dos hijos hasta la casa de una tía y que en el trayecto “solamente los escuché, aunque no quise preguntarles nada para no revictimizarlos. Oí que la nena le decía a su hermano ‘viste, viste que te dije que estaban discutiendo’.
También que escuchó gritos de su madre durante la madrugada y que cuando quiso ir al baño, Enzo la interceptó y le dijo que pasara con los ojos cerrados porque estaba desnudo. El hermanito le respondió varias veces: ‘¿cómo no me avisaste? Yo hubiera hecho algo..”.
Hernán Miranda, policía de la Agencia de Investigación Científica, dependiente de la Procuración General, revisó la casa de la víctima. Le exhibieron varias fotografías del lugar y de la víctima. “Había gran cantidad de sangre en el piso y manchas por contacto (rastros de manos y calzado). Sobre la cama de la habitación encontramos un cuchillo de 28 centímetros con sangre seca”.
Ante preguntas de las querellas y la defensa, especuló que pudo haber una pelea antes del desenlace fatal y un intento de defensa de la mujer, y que el asesino no modificó en nada la escena del crimen.
La testigo restante fue Gabriela Zuñiga Miranda, oficial de la Unidad Funcional de Género, Niñez y Adolescencia de la UR II.
Al final de la audiencia, Gómez solicitó si los alegatos –previstos para el jueves– podían adelantarse para mañana y, con la anuencia del Ministerio Público Fiscal y las querellantes, el presidente Pagano aceptó el requerimiento.