Marcell Jacobs, campeón olímpico en 100 metros llanos en Tokio, sufrió la violación de su intimidad por parte de una empresa con causas mayores de espionaje, a la que le pagó Giacomo Tortu, dirigente de la federación de aquel país y hermano de Filippo, compañero de Jacobs en el seleccionado.
Un celular pinchado, un equipo de investigación privado, un expolicía y un medallista olímpico. Todo comenzó cuando hace una semana se hizo público que la Fiscalía de Milán investigó a un dirigente de la Federación de Atletismo de aquel país, por haber contratado especialistas para acceder ilegalmente al teléfono de Marcell Jacobs, el sorpresivo ganador de la dorada en los 100 metros llanos en los Juegos Olímpicos de Tokio.
La mente criminal a la que atraparon los investigadores es Giacomo Tortu, un exatleta y dirigente de la federación, que le pagó al expolicía Carmine Gallo, jefe de inteligencia de Equalize, una agencia privada de investigación, unos 100.000 euros para que accediera entre 2020 y 2021 al teléfono de Jacobs. El objetivo era encontrar pruebas médicas o indicios de dopaje del corredor que luego obtendría el oro en el país asiático.
La sospecha es que lo hizo para beneficiar a su hermano Filippo, uno de los atletas que fue promesa del país europeo y compañero de selección de Jacobs. Juntos ganaron la dorada en Tokio en la prueba de relevos 4x100 metros. Tortu era la gran joya del atletismo, pero Jacobs le arrebató las luces cuando brilló en Tokio.
Sin embargo, Filippo se desprendió de su hermano. “Me cayó como un balde de agua fría”, aseguró. Asimismo, su compañero de equipo le dijo a La Gazzetta dello Sport que le cree: "Aunque tiene una relación muy cercana con su hermano, no creo que supiera nada. Me guío por la intuición”. Finalmente se comprobó que Giacomo actuó por su cuenta.
Para entender el contexto hay que señalar que sobre la figura de Jacobs siempre pesaron miradas de desconfianza. Que tomaba sustancias prohibidas ha sido, hasta ahora, una leyenda que lo acompañó en estos años. Sobre todo porque tuvo como nutricionista al fisicoculturista Giacomo Spazzini, de quien se desligó meses antes de los Juegos Olímpicos, cuando empezó a ser investigado por tráfico de esteroides.
El rol de Equalize en esta causa de espionaje vuelve aún más escandaloso el caso. La empresa propiedad de Enrico Pazzali, presidente de la fundación de la Feria de Milán, fue noticia hace un año porque se comprobó que robó información confidencial de bancos de datos estratégicos de ciudadanos, políticos, periodistas o celebridades, para después venderlos.
A raíz de la investigación, el Tribunal de la Federación suspendió a Giacomo Tortu por 30 meses, por “violación del respeto y del cumplimiento de los estatutos y reglas federativas, así como los principios de lealtad, integridad, equidad deportiva y disciplina, que constituyen los fundamentos del deporte”. Además, le sumaron seis meses adicionales por “haber cometido la infracción con el objetivo de cometer o de disimular otra, o por asegurarse a sí mismo o a otro una ventaja”.
Tortu, presidente del club Raptors de Milán, asumió puertas adentro de la Federación su responsabilidad, y quedó inhabilitado para ejercer cargos en clubes afiliados, y para acceder a campos de competición o entrenamiento. Todo para develar un delito que Jacobs no cometió.
(TyC)