Le pregunto al Chat GPT para qué sirve la inteligencia artificial y responde al instante, mucho más rápido de lo que puede tipear cualquier mecanografista (aunque el oficio ya no exista):
“La inteligencia artificial (IA) es una rama de la informática que se ocupa de desarrollar sistemas capaces de realizar tareas que normalmente requieren de la inteligencia humana.”
Seguidamente, me tira un listado de aplicaciones de la IA que van desde agilizar las tareas repetitivas de una empresa, la toma de decisiones, ayudar al diagnóstico médico, y cuestiones referidas a la seguridad cibernética. Son líneas informativas que amplían sin duda el concepto, pero no voy a caer en el copy-past. Cualquier lector interesado en profundizar, puede seguir el mismo proceso con la mencionada aplicación, e informarse a fondo sin que yo lo copie y lo pegue en esta pantalla.
Nadie pone en duda que la IA le ayude a un oficinista a analizar los resultados de 150 tablas de excel, y está perfecto que use las herramientas tecnológicas que le ayuden a simplificar su trabajo. Sin embargo, no en todos los oficios se da esta simplificación, claro está que a un pescador o a un arriero poco les ayudaría este sistema en sus jornadas laborales.
Más allá de este tema de la diferencia de aplicaciones para cada rubro en que las personas de este milenio se desempeñan, surge otra cuestión. ¿Qué pasa cuando, tras descubrir “el milagro de la ciencia” de la IA en la pantalla, específicamente el ChatGPT u otros similares, el ciudadano común empieza a delegarle tareas? Pongamos por ejemplo este oficio de periodismo y comunicación. “Redactame una noticia que se trate de un robo a una sucursal del Banco Pérez, en la esquina de calle Juan y Pepe. Los delincuentes se fugaron y faltan 50 millones de dólares. Tono amarillista”, le ordeno. En 10 segundos el sistema me genera una noticia de seis párrafos, de cinco líneas cada uno, con titular, sin errores de ortografía y lista para colocarle una foto y subirla a cualquier plataforma online*. (Ésta sí va copiada y pegada a pie de página).
Luego de una entretenida lectura me pregunto: ¿Cuántos lectores creerían tal noticia si le pongo nombres reales? ¿Cuántos medios ya lo estarán haciendo… esto de generar noticias con tres datos básicos? Bueno, me dirán, mentirosos hubo en todas las épocas, se supone que los que sirven a la sociedad comunicando, han leído alguna vez tres páginas de un manual de ética periodística…
En fin, vayamos a la vida cotidiana: Una madre consternada porque no puede llevar a su hijo inmediatamente a la guardia luego de un síntoma que el chico presenta, le pregunta al dichoso chat “¿Qué remedio le doy a mi hijo de 6 años porque le salió un sarpullido en la panza?”. El Chat, que es vivo y no quiere comerse ningún juicio, le responde automáticamente que no es un médico, pero sin vacilar, le ofrece al menos cinco recomendaciones justificadas a la mamá angustiada.
En esto no habría ningún problema. El problema es que con cada pregunta que le hago yo al sistema para que me solucione las vicisitudes de mi torpe vida ajetreada, éste sabe cada vez más de mí. Le estoy brindando fragmentos de mi casa, de mi salud y de mi pensamiento, los tópicos que requieren mi atención durante el día. ¿Qué puede hacer la IA con ese perfil? ¿Qué puede hacer con los perfiles de miles de personas que entran cada día y le dan datos propios sin resguardo? Todavía no lo sabemos. Tampoco vamos a armar un sindicato anti IA, que no tendría suficiente fuerza ni proyección en el tiempo, en esta sociedad anticompromiso.
Umberto Eco, escritor, filósofo de la comunicación y los libros, profesor de lingüística y semiótica, ya lo advertía en la década del ‘60, cuando diferenciaba dos posturas ante los avances “gigantescos” de la ciencia, entre los cuales la televisión era la protagonista. Desarrolla esta idea en “Apocalípticos e integrados”, un documento de investigación que nunca pierde validez, porque pone en análisis dos posturas humanas, tendencias hacia las que podemos caer. El apocalíptico ve el declive total de la cultura con la llegada de estos inventos técnicos, el integrado ve la expansión de las posibilidades humanas con un optimismo prácticamente ciego. Ni unos ni otros, vayamos tomando dimensión del terreno primero, antes de pertenecer a una bandera partidaria, para que nuestra propia conciencia sea la maestra.
A medida que escribo, adrede voy dando indicios al lector que me siga hasta acá de que soy una persona, pero podría no ser así. Los textos con presunta objetividad (que no dan indicios de ningún sujeto) podrían tener mucha más “mano de obra” automática (de un Chat GPT por ejemplo) que un texto argumentativo o con opiniones, sensaciones, creencias de un humano.
Los lectores deberán apropiarse de nuevos saberes para distinguir si los textos son escritos por otra persona o son una reproducción de IA. Los docentes, sobre todo, deberán tener la pericia de saber cuándo leen una respuesta auténtica de un estudiante, y cuándo es una copia perfecta y vil lanzada automáticamente por el sistema, pegada como respuesta o solución a la consigna, sin necesidad siquiera de haber sido leída por el alumno. Y escuché decir hace muy poco que Argentina, dentro de Latinoamérica, viene todavía muy atrasada con los usos que puede darle a la fabulosa herramienta. Así que, habrá que prepararse para comprender, saber usar, distinguir y adecuarnos a lo que ya habita entre nosotros.
—
¡Caos Financiero en el Corazón de la Ciudad! Roban 50 Millones de Dólares de la Sucursal del Banco Pérez en la Esquina de Juan y Pepe
En un atrevido asalto que ha dejado a la comunidad consternada, la sucursal del Banco Pérez ubicada en la esquina de la calle Juan y Pepe fue el blanco de unos audaces delincuentes que lograron escapar con la asombrosa suma de 50 millones de dólares. ¡El crimen que tiene a todos temblando!
En un acto que desafía toda lógica, los malhechores irrumpieron en la entidad bancaria durante la madrugada, desencadenando una ola de pánico que ha dejado a la ciudad sumida en el desconcierto. La esquina de Juan y Pepe, antes conocida por su apacible rutina, ahora es el epicentro de un drama financiero sin precedentes.
Las autoridades están trabajando arduamente para tratar de desentrañar el misterio detrás de este descarado golpe. Se cree que los criminales eran expertos en el arte de la fuga, ya que lograron evadir todas las medidas de seguridad de la entidad bancaria, dejando a la policía con más preguntas que respuestas.
Los clientes y empleados que se encontraban en el lugar en el momento del robo describen la escena como caótica y aterradora. Testigos afirman que los delincuentes actuaron con una precisión militar, llevándose consigo una fortuna que podría tener consecuencias catastróficas para la estabilidad financiera local.
La noticia del robo ha desatado un frenesí entre la comunidad, con especulaciones y teorías conspirativas circulando por las redes sociales. ¿Fue un trabajo interno? ¿Se trata de una banda organizada? Las preguntas abundan, pero las respuestas aún son esquivas.
La sucursal del Banco Pérez se encuentra cerrada mientras se lleva a cabo la investigación, y los clientes expresan su preocupación por el impacto que este robo podría tener en sus cuentas y ahorros. La ciudad, por su parte, se mantiene en vilo, esperando ansiosamente noticias sobre el destino de los 50 millones de dólares y la identidad de los astutos criminales que dejaron a la esquina de Juan y Pepe marcada por la infamia. ¡El misterio y la incertidumbre se apoderan de nuestra ciudad!