Con la intención de acompañarnos en estos tiempos de incertidumbre que estamos atravesando no sólo como País, sino a nivel mundial con esta Pandemia que nos azota, en este primer artículo, comenzaré a desarrollar algunos interrogantes, aportes, y posibles estrategias, fundamentados en la Psicología Social.
Esta disciplina fue creada por Enrique Pichón Reviere, médico Psiquiatra nacido en Suiza, y considerado uno de los introductores del psicoanálisis en Argentina. Estos conceptos son apenas una herramienta de ayuda a quien lo necesite y no pretende de ninguna manera desestimar otra ciencia, sino trabajar a la par ayudando a pensar.
La Psicología Social tiene como objeto de estudio al individuo, al ser humano en sus condiciones concretas de existencia, en un momento histórico, en una sociedad y en una situación particular. Este momento histórico que estamos viviendo rompe con nuestra cotidianeidad debido al aislamiento que debemos seguir, y la manera de vincularnos y cuidarnos entre todos.
Algunos de los desafíos a los que nos vemos expuestos y por los cuales no tenemos respuestas concretas ni mágicas serian ¿Cómo nos sostenemos entre todos, al estar aislados, sin quebrar la cuarentena?, ¿cómo mantenemos nuestra salud mental sin caer en una crisis, una depresión, una catarsis de llanto, o una reacción no deseada, impensada?
¿Cómo manejar entonces este cambio de rutinas, de hábitos, de apego con nuestros afectos que ahora no podemos ver? ¿Cómo dejar esa angustia y sentimiento de enojo que me agobia? ¿Cómo hacerlo de manera más saludable para no enfermar? Y no de COVID19, sino psíquicamente.
Indudablemente todos estos interrogantes no pueden ser contestados en un solo artículo, pero sí podemos en este primer acercamiento buscar respuestas generales.
Debemos entender que estos cambios originan resistencia, a lo desconocido, a lo nuevo, y esa resistencia la denominamos como la “no adaptación a la realidad” a esta nueva vida, nuestra condición concreta de existencia: extrañar, sentirse solo, el encierro, y la tentación, el no saber, el no poder y el no querer.
¿Cómo hacemos para sobrellevar esta incertidumbre que nos rodea entonces?
Una de las medidas más necesarias es frenar, hacer una pausa para poder hacer conscientes estas emociones, debemos parar ese sentimiento que nos embarga, de emoción negativa, de pensamiento rumiante, que se va retroalimentando con informaciones tóxicas, o falsas, debemos informarnos con fuentes confiables, y reconocer que si tomamos los recaudos necesarios de cuidados en prevención, podemos preservar nuestra salud y la de los otros. Saber que estamos haciendo lo correcto genera calma.
Decía Pichón “Quien se entrega a la Tristeza renuncia a la plenitud de la vida, y entregarse a la tristeza es quedar con la mirada fija en lo perdido y no poder ver lo que nace, lo que vive, lo que crece”. Y agrega Pichón Reviere que la tarea es entonces “planificar la esperanza”. Y planificar la esperanza es en este momento asumir la responsabilidad que nos compete como ciudadanos y como individuos que no queremos enfermar.
Aprovechemos para gestionar la esperanza, hacer cosas que nos generen placer y distracción. Y sobre todo, asumir la solidaridad como pueblo, comunidad, como Nación. Transformarnos es vivir con plenitud, realizando también acciones para acompañar de otra forma que no sea la presencial. Llamados, mensajes, video llamadas pueden alegrar a mucha gente que se siente sola. Por último, los invito a reconocer que hay gente que nos cuida, exponiéndose para que todo funcione, y aunque sufren el distanciamiento con sus seres queridos, no se entregan, lo hacen con placer y vocación.
¡Hagamos el esfuerzo por el bien de TODOS!!. Hasta pronto.
(*) Profesora y Operadora en Psicología Social.
Contacto: virginiafigal103@gmail.com