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  LUNES 10/06/2024
Quién me quita lo viajado!!!
Con esta, comenzamos a publicar una serie de notas de Claudia Giacobbe, tras su “viaje al otro lado del mundo”.

(*) Claudia Giacobbe


Bangkok y la Ciudad Imperial - (Capítulo 1)

Cuando éramos pequeñas, jugábamos a hacer un pozo en el patio, con la esperanza de salir del otro lado del mundo y encontrarnos entre personas de ojos rasgados. Algo así hicimos en este viaje al sudeste asiático, más precisamente a Tailandia, Camboya y Vietnam.

Aparecimos en la otra orilla del planeta, pero no por obra del ingenuo pozo que cavábamos, sino por las largas horas de viaje (salimos de Buenos Aires a las 23 hs. de un viernes y llegamos a Bangkok a las 4 de la mañana del domingo, hora argentina).

Pero ya con lo vivido el primer día, se justificó el viaje. Y ese asombre fue superándose momento a momento durante nuestra estadía. Viajar a “otro” mundo, a otra organización social, a otra cosmovisión, a otra espiritualidad, a otra arquitectura, a otras formas de relacionarse, fue y es totalmente enriquecedor. La “otredad” es apasionante.

Llegamos a la ciudad de los canales, la que otrora se llamó la Venecia asiática. Hoy, con menos cursos de agua, por obra de un rey que a principios del siglo XX ordenó tapar con cemento cientos de ellos para dar curso a su afición a (por) los automóviles, sigue viviendo al ritmo del agua.

La primera experiencia fue insólita. A media cuadra del lugar en donde nos alojábamos, vimos en la vereda percheros repletos de ropa. “Miren chicas, una feria americana, ¡vamos!”, fue nuestra reacción.(los diálogos, mejor con guiones) No alcanzamos a mirar más de una pilcha, cuando una señora salió escoba en mano a corrernos, gritándonos algo inentendible por el idioma, pero muy claro por la actitud, el tono de voz y los gestos.

Quedamos atónitas, ¿qué habíamos hecho mal? A unos metros descubrimos otro perchero con ropa, y más allá, la imagen repetida y repetida en muchas calles. ¡Nos cayó la ficha! Viven en lugares tan pequeños, que tienden su ropa en espacios públicos, como suelen comer y hasta dormir la siesta en camas paraguayas instaladas al lado de comedores. Y por supuesto, dejan el calzado en la vereda, pues a muchos lugares se entra descalzos.

Pero la anécdota quedó olvidada cuando llegamos al Gran Palacio Real. Y decir el gran palacio, es utilizar un adjetivo de la manera más literal posible. Es tan grande, que ocupa más de 200 mil metros cuadrados, está protegido por el río Chao Phraya, y por una muralla de 1900 metros de longitud. Residencia de reyes, centro administrativo y religioso de Tailandia desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX, hoy es un lugar imprescindible de Bangkok.

Traspasamos la puerta y quedamos atónitas. Ni la inteligencia artificial más avanzada del mundo es capaz de crear digitalmente semejante maravilla palpable en la realidad. El mosaiquismo cubre pagodas y columnas con una minuciosidad, simetría  y repetición impecable.

Recorrimos patios impolutos, con plantas y flores exuberantes, paredes blanquísimas, puertas pintadas, bonsáis por doquier, entre pagodas, templos, galerías, salas de meditación, biblioteca, escuela, capillas y otros edificios (varios cerrados al público).

Y no sólo la vista sintió un cimbronazo. La percepción del tiempo también tuvo su pequeño temblor. Para construir algo con semejante nivel de detallismo, el tiempo tuvo que tener otra percepción, otro movimiento. Imposible en una sociedad como la nuestra, vertiginosa, apurada. Quizás posible en un lugar donde la permanencia y la trascendencia son vivencias cotidianas.

La mirada se perdía en  techos corvos y puntiagudos, de tejados rojos y terminaciones doradas. Y bajaba siguiendo las altísimas columnas revestidas de pequeños y perfectos mosaicos, con elefantes protegiendo alguna entrada, o con demonios guardianes de 5 metros de altura, o con seres mitad pájaros mitad humanos, o con semidioses con forma de serpientes o águilas antropomorfas, o con leones.

Budas, budas y más budas, con cientos de expresiones y posturas, pero siempre dorados. Y cuando parecía que ya ninguna estatua religiosa nos podría asombrar, llegamos al What Phoel, templo del buda recostado, con sus 46 metros de largo y 15 de alto de oro macizo. Se encuentra en un recinto con paredes pintadas, donde se relatan escenas de la historia de Siam (nombre antiguo de la actual Tailandia).

Y si un buda en Tailandia significa paz y espiritualidad, la exquisita arquitectura del Palacio Real las transmite. Como lo irradian también las sonrisas constantes de las personas del lugar. Para ellos, la entrada es gratuita, pues es un lugar de peregrinación. Para nosotros, el ticket fue accesible y justificado. Y pudimos sentir esa bella quietud, porque fuimos cuando recién abrían las puertas, sin la invasión de turistas que ya se perfilaba un par de horas después.

Desde que bajamos en Bangkok, todo fue extraño. Se maneja por la derecha, así que cada tanto se escuchaba un suspiro tras ver pasar un auto con tranquilidad, cuando parecía que se nos venía encima. El idioma tiene una fonética extraña y casi diría disonante.

La gente es mayoritariamente joven, flaca y de baja estatura. Y por supuesto, los ojos rasgados que linda combinación hacen con la sonrisa permanente y la amabilidad en el trato.

Dentro del Palacio Real, las normas también son diferentes. No se puede ingresar a los templos sin los hombros y las rodillas cubiertas, y por supuesto, hay que descalzarse. Las sillas brillan por su ausencia, por lo que sólo queda sentarse en el piso. Eso sí, nunca con las piernas estiradas hacia un Buda, hay que recogerlas hacia un costado.

Pasamos varias horas en el Gran Palacio Real, de asombro en asombro, hasta que la urgencia del estómago fue más fuerte que las ganas de seguir recorriéndolo. Claro que también el intenso calor hizo su aporte.

Y si de asombros hablamos, la cuestión culinaria merece un capítulo aparte. En un par de días nos volveremos a encontrar en otro capítulo, compartiendo este viaje a ese “otro” mundo.

Video

(*) Claudia Giacobbe es periodista.

Comentarios
 
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 11/06/2024 | 22:18 Hs
Enviado por Paula
Qué buena crónica de viaje! Gracias por compartirla.
 
 11/06/2024 | 11:03 Hs
Enviado por Adri
Bellisimo viaje, historias increíbles tiene ese lugar!!!
 
 11/06/2024 | 10:44 Hs
Enviado por Any
Gracias por compartirlo. Viajar es una experiencia única!
 
 11/06/2024 | 09:58 Hs
Enviado por Maxi
Asombroso!!!
 
 11/06/2024 | 08:54 Hs
Enviado por Aixa
Increible, que viaje espectacular. Me alegro por las viajeras.
 
 11/06/2024 | 08:41 Hs
Enviado por Silvia
Hermosa experiencia de viaje, muy bien relatado...
 
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Diseño y diagramación: A P