A qué viene esta introducción? A que este personaje impresentable, en cada uno de los tantos “reportajes” con sus amigos periodistas (¿periodistas?) se refirió a las presuntas irregularidades en las próximas elecciones bonaerenses, culpa de Kicillof, sugiriendo que hasta la “impoluta” Corte Suprema, tome cartas en el asunto.
Al mismo tiempo, la represora Patricia Bullrich, alertaba de los atropellos de Kicillof, de sus allegados, del kirchnerismo y varias etcéteras contra inmaculados candidatos libertarios.
Y ensayó una jugada siniestra que por suerte fue desarticulada: los 24 comisarios y funcionarios policiales separados por Kicillof, eran presentados como víctimas por ser amigos de Bondarenko, el candidato bullrichista en la provincia.
En realidad estaban preparados para dar un golpe de estado policial una semana antes de las elecciones del 7 de setiembre, poniendo en riesgo lo que se anticipa como un triunfo inevitable del peronismo en Buenos Aires.
En sintonía, un tal Peter Lamelas, próximo embajador de Trump en la Argentina, blanqueó como nadie se atrevió a hacerlo con tanta naturalidad y desparpajo, que EEUU se hará cargo de manejar política y económicamente a nuestro país, con la grata aquiescencia del payaso paranoico y sus patrones del círculo rojo.
Cabe aquí un apartado que grafica muy certera y lastimosamente el grado de sumisión y alcahuetismo de muy buena parte de la dirigencia nacional. Sólo 5 de los 24 gobernadores –el pampeano Ziliotto, entre ellos-, los legisladores de Unión por la Patria, la izquierda en su conjunto y los movimientos populares más castigados por el desastre actual, salieron a repudiar semejante ofensa.
En 1945, el antepasado de Lamelas en la misma función de embajador fue un tal Braden, quien le sugirió al coronel Perón –que ya se avizoraba como futuro presidente-, que si colaboraba con EEUU como en el norte querían, iba a ser tenido muy en cuenta por supuesto que favorablemente.
Y qué le contestó Perón?: “Vea señor embajador, a mí no me interesa ser bien considerado en su país al costo de ser un hijo de puta en el mío”.
Más claro imposible.
Braden es Lamelas. Perón es Cristina.
Perón fue derrocado a bombazo limpio y con muchos muertos antes, durante y después. Cristina está presa, y bien que lo festeja el ultraderechista Lamelas, agradeciendo al corrupto poder judicial argentino por haber cumplido con las órdenes de sus mandantes de allá y de acá.
Por eso no es novedad que el presidente de la Sociedad Rural avalara con total desfachatez la condena a Cristina, sabiendo que su subordinado Milei estaría contento, y que le regalaría como ofrenda la baja en las retenciones.
Qué lástima que el verdadero hombre de campo, el laburante de todos los días, el que no se ve recompensado como quisiera culpa de estas políticas depredadoras, no se dé cuenta y se aparte del peronismo que tantos beneficios le brindó.
Mientras tanto, la mafia ya no sabe qué hacer para enlodar a Cristina y que el pueblo se olvide de ella. El efecto es inversamente proporcional a tanto descaro: su figura se agiganta día a día, por más que los Viale, los Majul y los Feinmann se vuelvan locos hablando pavadas que ya no consiguen tantos incautos.
Además, sabe que la influencia comunicacional y política de Cristina será fundamental para un triunfo electoral inminente.
Por las dudas, el poder real ante el que sucumbió un juez que parecía inobjetable, como Daniel Rafecas, ya avisó del juicio en ausencia por la causa AMIA.
Aquella que derivó en el suicidio del fiscal Nisman, por más que inventen un asesinato por parte de insólitos comandos iraníes, venezolanos, coreanos, siberianos, chinos y cuantos zurdos o peronistas pasen por ahí.
Lo de Lamelas fue la frutilla del postre: parece que Cristina merodeaba por esos lares, y alguna autoría intelectual habrá tenido. Los crápulas de Comodoro Py no tendrán empacho en hacer los mandados que sus jefes ordenen.
Por eso son cruciales las próximas elecciones: o despertamos todos y le propinamos el golpe que estos bandidos se merecen, o el destino nefasto que ellos tienen planeado para la Argentina se habrá cumplido.
Esto que escribo lo hago desde mi humilde condición de peronista y profundamente kirchnerista, que es exactamente lo mismo. A no comerse el amague de que el peronismo es soportable, y el malo de la película es el kirchnerismo. El que caiga en esa trampa o peor, la difunda, no es peronista, es cómplice.
Hay un espejo donde mirarse: el radicalismo, o mejor dicho las hilachas que quedaron de aquel partido que supo ser nacional y popular. Totalmente desmantelado, desarticulado y rumbo a un futuro de desaparición.
Derechizado como nunca antes, adherente al PRO, a La Libertad Avanza, a lo que venga con tal de expresar odio al peronismo.
El desbarajuste dirigencial en La Pampa es una muestra gratis de ese panorama cuesta debajo de la UCR, que a pesar de todo tiene intendentes dispuestos a defender lo poco que queda antes que lo devore el monstruo ultraliberal.
El Frente Pampeano que encabeza el peronismo ganará en octubre y obtendrá dos diputados sobre los tres en disputa. Ziliotto ya sabe quiénes serán sus candidatos para ganar, y habrá sorpresa por algún nombre en esa lista.
Después de octubre se comenzará a hablar –como invariablemente ocurre-, del posible sucesor/a de Ziliotto.
Además del desplante a la invitación que les hizo el gobernador de parte de Luciano Di Nápoli y Fernanda Alonso, con asado y rosca en Lonquimay, ambos -con la anuencia de su jefe Carlos Verna-, buscarán ese objetivo de llegar al Centro Cívico, pero claro: hoy están en la misma vereda, e inevitablemente algún día chocarán si mantienen iguales pretensiones.
En el pequeño círculo áulico que rodea a Ziliotto saben del fastidio que tiene con ambos, aunque no lo haga público.
Y saben también que el devenir político después de lo que ocurra en octubre, tendrá notoria incidencia en todas las provincias, incluida claro está, La Pampa.
(*) Periodista.