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Roberto Berbel era un personaje. En una comunidad como la de Tolhuin, con unos 8 mil habitantes, su personalidad lo transformó en un referente insoslayable del turismo y la cultura lugareña. Y todo pero todo aquel que lo conoció coincide en que antes que nada fue un “flor de tipo”.
Dueño de un humor a prueba de caracúlicos y escépticos, Roberto Berbel era director de Turismo y el anfitrión por antonomasia de esa pequeña localidad a la que llegó la piquense Franca González para realizar su documental, que gira en torno a la dura y difícil existencia de gente que vive casi todo el año con nieve y muy poca luz solar.
Hasta allí llegó también una vez, en el año 2014, el Grupo de Teatro Casiopea, apenas unos meses después que la cineasta piquense permaneciera en Tolhuin filmando, con Berbel como uno de los protagonistas de su documental.
La referencia fue obligada. Berbel recibió al elenco como amigos piquenses aunque jamás en su vida los había visto. No sólo eso, con enorme generosidad brindó el espacio que habitaba en forma personal en un aparte del Polideportivo donde se desarrollaba toda la actividad social del pueblo.
Ese reducto se transformó en un gran camarín o sala de estar y Roberto prestó de allí un atesorado sillón de madera, único en su estilo –con el que tuvo miles de anécdotas jocosas-, como mobiliario central de la escenografía de “La señora mayor”, la obra que representaba Casiopea en el Encuentro Regional de la Patagonia.
Fue casi una semana de compartir el día a día y Berbel no cambió nunca su buen humor y su disposición. Era el director de Turismo, pero ocupó todos los roles que dejó el vacío de otros funcionarios de la Cultura, atendió a los grupos, resolvió problemas, armó escenografías, brindó toda la información necesaria para conocer la zona y hasta sirvió la comida y cuando concluía de servir, guitarra y armónica mediante, también amenizaba el rato. Un verdadero hombre orquesta con una sonrisa inalterable bajo sus enormes bigotes.
Un tipo de esas características en un lugar como Tolhuin explica de algún modo que haya hombres a los que se pueda considerar imprescindibles, según el texto de Brecht.
Ni el hielo fue obstáculo para su inventiva. Fue el creador del Carnaval de Invierno. Nótese la ironía… No fue en el verano, como en todo el país. Lo hizo en la época más cruda, que es cuando la gente más sufre no tener alternativas para socializar.
Los fueguinos pueden contar mil anécdotas de este “loco lindo” que no tuvo temor a instalar a orillas del lago Fagnano, un camping, obvio que al aire libre, al que luego transformó en un complejo de cabañas, en un lugar bellísimo.
Por todo eso sorprendió su temprana partida. La prensa local relató que Roberto falleció el 30 de julio pasado, a la noche, en el Hospital Regional Río Grande, ciudad de donde era toda su familia. Un cáncer puso fin a su vida a los 56 años.
“Fue un tipo bueno, todo lo que hizo lo hizo con mucho amor”. Las dolorosas palabras de su hermana Ana retratan el sentimiento de toda su familia, sus conocidos y particularmente el pueblo de Tolhuin, que lo vio construir sus sueños por más de 30 años, según reflejó Radio Fueguina.