VIERNES 13 de Junio
VIERNES 13 de Junio // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  SÁBADO 28/08/2021
Murió en Santa Rosa Horacio “Chiquito” Díaz
Integró Los Ranquelinos con su hermano “Pelusa”, un dúo que quedó para siempre instalado en el parnaso de la música pampeana.

El reconocido músico pampeano Horacio “Chiquito” Díaz falleció hoy a los 73 años de edad. Su salud venía un tanto frágil hace un tiempo y se vio afectado de coronavirus hace dos meses. Pudo recuperarse, pero volvió a resentirse en las últimas horas.

De gran trayectoria, “Chiquito” Díaz inició su actividad como músico popular a muy temprana edad y fundó en 1957 junto a su hermano Andrés “Pelusa” Díaz, “Los Changuitos Pampeanos”.

Años después, ya como solista, realizó actuaciones por distintos lugares del país y se radicó en Capital Federal algunos años. De regreso a La Pampa siguió cantando con su hermano “Pelusa” –que falleció en 2013- como Los Ranquelinos, un dúo emblemático del cancionero pampeano y regional.

Con ese proyecto, grabaron 5 discos en su larga trayectoria y fueron declarados Ciudadanos Destacados por el gobierno municipal de Santa Rosa en el año 2005. La Cámara de Diputados de la Nación argentina los declaró de interés cultural en el año 2006 y el Senado de la Nación el 8 de Mayo de 2008 realizó un reconocimiento a la trayectoria del dúo por su aporte a la música regional y popular argentina.

Por otra parte, en el año 2008 el Club Boca Juniors les brindó un reconocimiento a la trayectoria desde el Departamento de Cultura, y formaron parte de la Embajada Cultural del Club.

Además, «Chiquito» fue productor discográfico y de espectáculos de música popular. Instalado en Neuquen, donde vivió varios años, integró la Fundación Francisco Jaime De Nevares, fue co-fundador de Radio Comunidad Angelelli del Obispado de Neuquén, presidente de la Fundación «El lugar en el Mundo Patagonia Argentina» y ha musicalizado a poetas como Ana María Lasalle, Julio Domínguez, Aldo Umazano, Pablo Neruda, Armando Tejada Gómez y Juan Carlos Bustriazo Ortiz.

“LA PAMPA ES UN VIEJO MAR”

En noviembre de 2010, se presentó “La Pampa es un viejo mar”, una recopilación del cancionero regional pampeano, en el auditorio del Centro Municipal de Cultura. La selección de las canciones más representativas del cancionero pampeano fue una iniciativa de “Chiquito” Díaz. De entre un total de 350 obras de autores pampeanos Díaz seleccionó 65 canciones de una veintena de autores que, a su juicio, sintetizan la «riqueza musical» de la provincia.

El proyecto fue patrocinado por la fundación «Un lugar en el mundo Patagonia Argentina» y financiado por el CFI. El material, que fue distribuido entre los medios de la provincia y los intérpretes que participaron, incluyó también dos cuadernillos con datos de los artistas y sus obras y una colección con retratos de los autores y fotografías de paisajes pampeanos diseñada por el fotógrafo Ricardo Echaniz.

El trabajo «La Pampa es un viejo mar» incluye obras de una veintena de autores pampeanos, entre los que se cuentan Juan Carlos Bustriazo Ortiz, Guillermo Mareque, Juan Ricardo Nervi, Julio Domínguez, Edgar Morisoli, Alberto Cortez, Roberto Yacomuzzi, Alfredo Gesualdi, Armando Lagarejo, Aldo Umazano, Anita Gentile, Carlos «Tata» Herrera, Celina Mauro, Félix Domínguez, Andrés «Pelusa» Díaz, Delfor Sombra y Lalo Sosa.

Encabezado por Alberto Cortez, la lista de intérpretes incluye a Delfor Sombra, Los Ranquelinos, Paulino Ortellado, Gerardo «Lalo» Molina, Cantizal, Julio Domínguez «El Bardino», Pedro «Guri» Jaquez, «Negrita» Alvarado, Dúo Libre Sur, Las Voces del Pueblo, Confluencia, Pedro Cabal, Ernesto Del Viso-Sergio Lacorte, Alpatacal, Pamela Díaz, Hugo Cuello, Marcela Eijo, Horacio «Chiquito» Díaz, Laura Paturlane, Luis Gesualdi, Gustavo Díaz, Martín Santa Juliana, Roberto Palomeque, Luis «Changua» Díaz, Carlos Loza, Carlos Amigo y Rina Jurado.

Desde su temprana juventud formó pareja con Hilda Alvarado. Juntos son los padres de Rodrigo y Pamela Díaz, todos ellos con una fuerte relación con la música y el canto. El matrimonio se separó pero la relación familiar y de amistad entre ambos se mantuvo hasta hoy.

Su hija Pamela lo despidió este sábado en su Face, con una frase que es toda una definición de la riquísima vida de “Chiquito”: “Te amo... me dejaste alas, las mejores... volá libre pá... siempre fuiste un pájaro que se bebió a pura canción la vida...”

LA DESPEDIDA

Es muy difícil encerrar en una crónica los hechos musicales que produjo “Chiquito” Díaz al cabo de su vida. Siempre quedará algo que no se recordó, un dato que faltaba. Para esas carencias están los amigos poetas.

La despedida que le brindó el escritor y periodista Juan Carlos “Pinky” Pumilla exime de abundar en esos detalles. Publicada en su Face, aquí la reproducimos:

CHIQUITO DIAZ
“Una historia me recordará Vivo…”

Fue hace poco, en Vuhan  germinaba algo funesto, pero el patio de la Negra era una fiesta y las columnas de humo negro se  travestían en guirnaldas emergiendo del braserío. Llegó algo tarde, cansado, acaso mustio. La diálisis lo había turbado y la espera por el llamado del INCUCAI se hacía exasperante.

Comió magro, ensimismado y todos respetaron su laconismo. Por cierto, ya se sabe, los silencios son mecenas, suturas, los  ennoblecedores de la música.

El día anterior nos habíamos internado en una zona de reminiscencias que remozaron la cofradía. Y  la narración se vitalizaba en la recreación de una conversación confesional con Joan Turner acerca de su esposo, Víctor Jara; la noche en que Tejada demandó   refugio, o la curiosa casualidad de que todos sus hermanos fueran cantores, tenores. Al promediar la noche se despidió no sin antes comprometer   una evocación en la que habitarían los Inti ,Julio, Delfor, Juan, Caito, Naldo y los demás, como así  también sobre  su casa ,transmutada en consulado musical de Neuquén, aquel poema compartido con Cardenal o las inciertas recetas gastronómicas de Nahuel en el exilio.

Pero el agobio le impidió cumplir con lo ofrecido esa noche en el patio de la Negra.

Lo supimos luego; esa tarde de la sesión de diálisis, había concurrido al centro asistencial con su guitarra. Allí cantó - samaritano del diapasón-, a los demás pacientes. Para  aliviarles la espera, disipar sus angustias, transfundirle una alegría a sus corazones.

Melodías del sur, de la entraña América, exigiendo una dispensa a su registro. Luego se fue, a  honrar su cansancio, en aquella rueda del fogón con los amigos.

Hoy por la mañana hizo lo mismo, con total sigilo, articulando una despedida mentirosa. Un adiós que no es definitivo. Porque  ya comenzamos a sospechar su presencia en estas  pulsaciones que nublan los ojos y apresuran nuestros corazones.

(Con información propia y del diario La Arena)

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