La traza de la ruta nacional 232 debería unir a la localidad de Gobernador Duval con el resto de la provincia. En extensión, es el camino más corto para acceder al valle del Río Negro y obvio, a esa provincia.
El tramo de la 232 es el que une (o debería unir) a Puelches con Duval. Son apenas poco más de 70 kilómetros. Pero muy poco ha quedado de ruta nacional o de pavimento. El camino está literalmente detonado. El asfalto no existe o poco queda de él y en cambio desaparece en el ripio, a punto tal que los viajeros que se animan utilizan más la banquina que el centro de la calzada.
En rigor, las rutas nacionales que permiten viajar hacia el sur están muy deterioradas en general. Desde General Acha, la 152 tiene baches profundos que aparecen de improviso y que en la mayoría de los casos son imposibles de esquivar.
El tramo de El Carancho a Puelches está peor. Los baches se suceden y los arreglos paupérrimos que se han realizado ahora mezclan pozos con bordes sobresalientes. La zona cercana a las sierras de Lihué Calel es imposible de transitar a más de 20 kilómetros, so pena de romper algo más que una rueda.
El descuido, el olvido al que se ha sometido a esta zona muy agreste pero hermosa de la provincia, es inentendible si se recuerdan los años pasados sin que ninguna administración haya procurado su reparación y correcto mantenimiento.
Es el acceso a uno de los puntos geográficos de mayor atractivo para el turismo, como es el Parque Nacional Lihué Calel.
Pero también es el camino que permitiría fluir hacia distintos puntos del país, a la producción de Gobernador Duval, cuya municipalidad sostiene la Bodega Lejanía, que produce los vinos de ese nombre y también otros productos frutales que se cosechan a la vera del Colorado.
Los vinos Lejanía podrían tener una expansión muy importante si solucionaran precisamente la comunicación terrestre. La gente de la Bodega explica a quien quiera oír que el principal problema para sacar la producción es que los transportes desisten de viajar hasta Duval por el estado de las rutas y los distribuidores dicen: “estamos interesados, pero si nos entregan en Santa Rosa”.
Dice el poeta que es difícil amar lo que se desconoce. La frase viene a cuento de confirmar que a pesar de que han pasado más de 20 años, esos caminos siguen rotos y en vez de unir a los pueblos, corren a los comprovincianos hacia otras rutas, hacia otros lugares más amigables y dejan para nunca descubrir que La Pampa también tiene atractivos turísticos reales.
Parece una más de las contradicciones de este país: la ruta que lleva a Duval, al mismo tiempo de ser la más corta para llegar al valle de Río Negro, permitiría que no se cargue todo el tránsito sobre la ruta Provincial 20 ni la 152 hacia Casa de Piedra. Costaría mucho menos el mantenimiento y seguro duraría mucho más el buen estado del camino, por lo menos si en las licitaciones se exige el uso de material noble.
Ojalá no pasen otros 20 años antes de que reparen los caminos. Posibilitará que a esa rica zona de la provincia viajen más pampeanos que los pocos aventureros que lo hacen en estos días.