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  JUEVES 06/11/2025
Intoxicación por metales pesados en niños
El contacto humano con compuestos metálicos se produjo ancestralmente a través del agua y los alimentos, pero en la actualidad, las fuentes de exposición a estas substancias se han ampliado mucho en relación con la actividad agrícola e industrial.
(*) Por: Anahí Timo

Los metales son los componentes fundamentales de los minerales de la corteza terrestre, por lo que se cuentan entre los agentes químicos tóxicos de origen natural más antiguamente conocidos por el hombre.

Debemos recordar que la mayoría de los oligoelementos considerados imprescindibles para el organismo son metálicos. Como el hierro, cobre, manganeso, zinc, selenio, cromo, vanadio o silicio. Naturalmente, se encuentran elementos metálicos en el agua y en los alimentos. Esta presencia es imprescindible y saludable en muchos casos, pero resulta tóxica cuando la concentración excede determinados límites o cuando se trata de alguno de los elementos más peligrosos.

Los metales pesados pueden tener efectos combinados, por lo que estar expuesto a varios metales a niveles bajos, puede ser tan nocivo como estar expuesto a un solo metal a un nivel alto. El efecto acumulativo en el organismo determina que, en la etapa adulta, prácticamente todas las personas tengan cierto nivel de intoxicación por metales pesados.

Trastornos cognitivos y de neurodesarrollo

Hay infinidad de sustancias que pueden ser tóxicas a diferentes niveles, pero los metales pesados tienen una especial relevancia en trastornos cognitivos y del neurodesarrollo en niños, por su neurotoxicidad, y porque traspasan la barrera placentaria y se excretan a través de la leche materna. Los bebés y niños pequeños son especialmente vulnerables al daño por estas sustancias, porque no tienen la misma capacidad de detoxificación que la de un adulto.

Es un error extrapolar la toxicidad establecida para un adulto a un niño según su peso, ya que el metabolismo real de un bebé es menos eficiente para hacer frente a las agresiones de sustancias tóxicas externas.

Además, no existe consciencia de la cantidad de estos metales que encontramos el día a día en nuestro entorno, y a los cuales nuestros niños pueden estar expuestos.

Fuentes de exposición causantes de patología humana

En la actualidad, la exposición a elementos metálicos se produce de forma específica. La población general entra en contacto con ellos a través del agua, los alimentos y el ambiente. Las exposiciones a dosis bajas a largo plazo, procedentes de fuentes alimentarias o ambientales, pueden producir los cuadros típicos de intoxicación crónica.

Ejemplos de esto, son la presencia de plomo en el agua procedente de las tuberías o epidemias de arsenicosis por consumo de agua de pozo con alta concentración de arsénico.

En el caso de los niños, la residencia cercana a zonas industriales y la exposición laboral de los padres debe ser considerada, dado que muchos niños comparten actividades con sus padres durante su jornada de trabajo, y gran número de actividades industriales implican la manipulación de metales.

Las industrias de transformación, fundiciones y metalurgia en general, la exposición al plomo en las empresas de baterías, o exposición al mercurio en las operaciones de electrólisis. También los trabajadores dentales, por su potencial exposición al berilio, mercurio y níquel.

Otra fuente de exposición es la atmósfera potencialmente contaminada por diversos metales en forma de polvos, humos o aerosoles, con frecuencia de origen industrial, procedentes de combustiones fósiles y por su presencia en la gasolina.

Mercurio:

El mercurio es un metal encontrado frecuentemente en nuestro ambiente. Además del mercurio proveniente del timerosal de las vacunas, otras fuentes que contaminan al ser humano incluyen las amalgamas dentales y el consumo de pescados. Las amalgamas de una mujer embarazada también puede ser una fuente considerable de mercurio para el niño desarrollándose dentro del útero.

El mercurio es usado también en pilas alcalinas y termómetros, y  fue usado como un antifúngico en la pintura hasta el año 1992. Por lo que un niño que viva en una casa antigua, donde la pintura se cae, se encuentra expuesto al mercurio y también al plomo.

Es un metal pesado neurotóxico, bioacumulativo y teratógeno. Puede producir dermatitis, epilepsia, autismo, TDAH, retrasos de aprendizaje, y muchos otros problemas metabólicos en general. Altera la síntesis de prácticamente todos los neurotransmisores, por lo que será especialmente interesante buscar su presencia en niños con TDAH y autismo.

Cobre:

Este mineral es necesario para el correcto funcionamiento del cuerpo humano, pero en cantidades excesivas es tóxico, especialmente para el hígado y el cerebro. Se encuentra frecuentemente exceso en niños que presentan TDAH.

Se encuentra en el agua que pasa por tuberías de este metal, en ollas y otros utensilios de cocina antiguos, y en algunos alimentos: nueces, cacao, café, té, soja, hígado, semillas, mariscos y germinados.

El cobre causa nerviosismo, hiperactividad psíquica y trastornos en la atención. Reduce la cantidad del neurotransmisor GABA, necesario para un buen funcionamiento del cerebro y de los procesos mentales.

Plomo:

Este metal es muy tóxico y no tiene ningún beneficio en el cuerpo humano. Es letal a dosis altas, y a dosis más bajas es tóxico pudiendo asociarse a TDAH y autismo.

Se encuentra en pinturas, especialmente antiguas, juguetes de mala calidad, también en cañerías antiguas, en la polución ambiental industrial, plomos de pesca, munición de caza, y objetos antiguos domésticos también contienen este metal. Este se absorbe por vía inhalatoria, oral y a través de la piel, y se almacena sobre todo en huesos.

La exposición crónica reduce el coeficiente intelectual, la capacidad de aprendizaje y produce problemas digestivos, tales como dolores abdominales, náuseas y poco apetito.

Aluminio:

Es un metal que no necesitamos en nuestro organismo, y lo encontramos abundantemente en nuestro entorno y en la naturaleza. Está muy presente en la industria alimentaria.

Utensilios para cocinar, alimentos enlatados como refrescos, conservas, antiácidos para el estómago, conservantes de la alimentación industrial, papel de aluminio, desodorantes y otros cosméticos, aguas de consumo urbano y en algunas vacunas.

El aluminio también es neurotóxico, por lo cual se asocia a TDAH, problemas de aprendizaje y problemas cognitivos en general. El aluminio multiplica la toxicidad del mercurio, su efecto tóxico es sinérgico, y puede ser extremadamente grave.

Cadmio:

Es un metal altamente tóxico, y desde que empezó la industrialización masiva en todos los ámbitos de nuestra vida, el medio ambiente se ha contaminado excesivamente con este metal, por lo que los casos de intoxicación han aumentado.

Se encuentra en pinturas principalmente de color amarillo, naranja y rojo, en el humo del tabaco. También en el aire y agua de zonas industrializadas. En las pilas y las baterías recargables de cualquier electrodoméstico.

Puede generar daño renal, hepático, trastornos inmunitarios, cáncer, trastornos mentales tales como TDAH, agresividad, etc.

Arsénico:

Los compuestos del arsénico se han empleado como plaguicidas en la agricultura, como conservantes de la madera y como aditivos alimentarios para el ganado, en la industria de vidrio y cerámica. Sin embargo, el consumo de agua de pozo con altas concentraciones de arsénico, es un problema sanitario muy grave en algunos países.

La intoxicación crónica ha sido observada, sobre todo, por consumo habitual de agua de pozo con alta concentración de arsénico, en regiones del país con Hidroarsenicismo crónico regional endémico (HACRE). En estas zonas NO se debe hervir el agua, dado que concentra este tóxico, y se deben utilizar filtros de muy buena calidad o agua envasada.

Los síntomas que aparecen inicialmente son poco característicos: alteraciones gastrointestinales, anorexia, pérdida de peso, debilidad y malestar general. Otros síntomas que pueden facilitar el diagnóstico: dermatitis, estomatitis, neuropatía periférica con incoordinación y parálisis, y alteraciones hematológicas. Hay anemia con leucopenia, fenómenos de malabsorción e insuficiencia hepática lesional con esteatosis y cirrosis. Puede aparecer una miocardiopatía y una insuficiencia renal a largo plazo.

Cómo prevenir la intoxicación:

1.    Eliminando del hogar todos los utensilios y recursos de la cocina a base de aluminio, cobre y teflón.
2.    Beber agua embotellada o usar filtros de ósmosis inversa, cuidando el material en el cual guardamos el agua. Lo ideal es utilizar botellas de vidrio.
3.    Utilizar cosmética natural o libre de aluminio, y pastas dentales libres de flúor.
4.    Evitando el uso de antiácidos y otros medicamentos que los contengan en su composición.
5.    Consumir una dieta rica en minerales, y vitaminas y suplementos que contengan calcio, hierro, zinc, vitamina C y vitamina B, ya que estos antagonizan su absorción o aumentan su eliminación.
6.    Ingerir adecuadas cantidades de zinc en la dieta, puesto que éste antagoniza particularmente su absorción. La fibra también evita su absorción a nivel intestinal, así que una dieta rica en fruta y verdura ayudará a reducirla.
7.    Tomar suplementos naturales que mejoran su eliminación o que reducen el impacto de su toxicidad, tales como carbón vegetal, ácido alfa lipoico, chlorella, zeolita, alginatos, omega 3, ajo y cisteína.
8.    Evitar la exposición al humo de cigarrillo y otros contaminantes del aire. En los hogares donde viven niños no se debe fumar.

Diagnóstico y Tratamiento:

El pelo es la muestra que utilizamos para analizar intoxicación por metales pesados, ya que un metal pesado puede estar presente a un nivel 250 veces más alto que en la sangre. También las determinaciones en sangre pueden ser útiles, pero sólo detectarán niveles muy elevados del metal.

El análisis por espectrofotometría mide en un instante minerales, oligoelementos, estrés oxidativo y metales pesados. La medición se hace directamente sobre la piel del paciente con un pequeño aparato, llamado espectrofotómetro portátil conectado a una computadora, y se realiza directamente en el consultorio donde se lleva a cabo la consulta médica. Resulta ser una metodología práctica y efectiva para determinación de metales pesados y oligoelementos, tanto para detectar potenciales intoxicaciones como deficiencias.

En síntesis, la vida moderna nos ha llevado a un aumento drástico de la exposición crónica a metales pesados, y los niños son mucho más vulnerables a la misma. La intoxicación aguda en la actualidad es algo excepcional, pero la presencia de estos metales peligrosos en altas concentraciones en sangre y tejidos, es altamente frecuente también en niños.

Reducir las fuentes de exposición y detectar oportunamente cuadros de intoxicación crónica, es fundamental.

 

(*) Roxana Anahí Timo

Médica MN88956 - MP1543

Coach Ontológico

@dra.anahitimo

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