Rubén Gallia fue siempre un gran amante de los fierros y a él le gustaba definirse de esa manera. Pero fue también muchas otras cosas y esencialmente fue un buen tipo, esa característica de los hombres que no abunda en este mundo.
Siempre junto a su esposa Mirta Martínez, Rubén fue emprendedor incansable en el rubro de las prendas de vestir. Juntos, los Gallia-Martínez inauguraron y sostuvieron durante muchos años un comercio cuyo nombre fue una marca propia: la Boutique Ceferino, que tuvo su último emplazamiento en la esquina de las calles 14 y 17.
Allí mismo, al cierre de “Ceferino”, mantuvieron el depósito de la distribuidora al frente de la que Rubén siguió trabajando toda su vida.
Lugar donde también volcó la totalidad de sus recuerdos, convirtiendo el espacio de trabajo en un enorme museo en el que se puede repasar la vida de la pareja, sus anhelos, sus pasiones, su vida de relación y también las andanzas de sus hijas y de sus nietos.
En esa vieja casona que más tarde fue reducto cultural por imperio de la generosidad y la disposición de la pareja, Rubén se guardó un refugio en el que armó y alimentó su propio “santuario”, que mostraba a quien se dispusiera a tomarse el tiempo necesario para repasar fotos y publicaciones de medios locales, regionales y nacionales, muchos con los textos suficientes para ubicarse en tiempo y lugar.
Es que Rubén Gallia se definía como un “cholulo” de los fierros y ejercía como tal. Allí, en esas fotos, sus hijas y sus nietos tienen el mismo centimil que grandes ídolos del deporte automotor. Y también se lo puede ver a él con su “joya” más preciada: la réplica de la coupé Renault Fuego blanca con la que el “flaco” José María Traverso ganó una inolvidable carrera en Pigüé y un campeonato de TC.
Él mismo contó muchas veces que la suya fue la única réplica de esa coupé y se mostraba orgulloso de que el mismísimo Traverso lo autorizara a hacerlo y que además, cuando el piloto vino a Pico a dar una charla, aceptara manejarla.
Fue también un activo dirigente del Club de Autos Antiguos de la ciudad. Un tipo al que por lo demás, nunca se le desdibujó la sonrisa de los labios y al que se le podía ver en sus ojos el amor que le tenía a su esposa Mirta, su compañera de todas sus andanzas.
Este viernes, lo despidieron Mirta y sus hijas Silvina y Daniela y su hijo en el recuerdo, Silvio Gallia. Sus nietos Micaela, Juan Francisco, Valentina, Juan Bautista y Juan Benjamín Bidone, Joaquin y Fermín Arnais Gallia, sus bisnietas Francisca y Guadalupe Silvestre Bidone, sus hijos políticos Juan Ignacio Bidone y Cristian Arnais.
Sus exequias se realizaron este viernes en el Cementerio municipal de General Pico.