MIÉRCOLES 25 de Junio
MIÉRCOLES 25 de Junio // GENERAL PICO, LA PAMPA
Seguinos en
Compartir
Twittear
  LUNES 23/06/2025
Explicando la timba. #2 La negación de la ignorancia
Javier Sofía (*)
Negar la propia ignorancia es en muchos modos ignorar, como sinónimo de desprecio, al resto y a nosotros mismos.

Ante todo, gracias por leer, pero aunque suene extraño, gracias también por no comentar. Hacer el ejercicio de capturar algo con la mente y digerirlo en nuestro interior, a veces es necesario. Hoy, con la realidad de Argentina y el mundo, con más razón.

La timba, es decir, "el apostar" sin precisiones del resultado a obtener, está sustentada por la esperanza de "ganar algo" por mínimo que sea, pero sobre todo, está sustentada en el deseo de "poseer". Aún la ignorancia, que hace de límite infranqueable al proceso emprendido por el timbero.

Ignorancia sobre el resultado de su apuesta, pero además ignorancia sobre las consecuencias que ésta tendrá en el concierto de la comunidad, si es que el asunto es del orden público, y ya sea por éste o por privado, el timbero es en todas sus formas un "jugador compulsivo". De esos capaces de apostar desde la bicicleta de su hijo pequeño hasta su propia alma, si ésta entrara en la lista de bienes de cambio en cualquier casino.

Si el timbero es para sí mismo y sólo él, el derecho de su Vida aún sus lamentables consecuencias, le asiste a su libertad de conducta de "hacer lo que quiera" con ella.

Ahora, si el timbero representa a una familia, y conscientemente, porque la timba que no es "por error" sino que es totalmente intencional y voluntaria, aún el proceso psicológico que implica, se juega aquello que la misma necesita para subsistir, las cosas pasan a mayores, pues lo que pone en riesgo es a los suyos cercanos, y no sólo a su subsistencia, sino además a su afecto y respeto.

Los timberos suelen así perder a sus familias y destruir tanto sus propias vidas como las vidas de sus seres queridos, y a pesar de ello, lo compulsivo de su "esperanza de ganar" muchas veces está fogueada por personajes sombríos que aceptan sus "métodos" y apuestas, sean cuales estás fueran, y que incluso le prestan para que siga apostando.

Cuando eso pasa, el timbero ya está en la trampa, enterrado en el lodo de la expectación, que desde las sombras le alimentan otros con mínimas ganancias aquí y allá, como para que no suelte el anzuelo y siga jugando el juego de otros, que es el juego de la ganancia de esos otros.

Es que el dinero, por sobre toda la lista de "beneficios" que se puede obtener con la timba, no representa sólo dinero, representa poder, encumbramiento, notoriedad, fama, y hasta un cierto endiosamiento del ego del "mejor ganador", el que "más sabe", el "ejemplo social", y otras calificaciones que con el dinero en la mano, o en el bolsillo, o por debajo de la mesa, camuflan en cierta media el trasfondo de la realidad de ese "logro", con el cual el timbero lo único que terminó por demostrar es que tan sólo es un "especulador compulsivo" y nada más que eso.

La timba es al timbero lo que el pan al famélico, que por decisión propia se arrojó a un pozo profundo a perecer de inanición, sabiendo que lo hacía y con el total uso de su facultades, al menos hasta que las perdió cuando ya piel y huesos, se dio cuenta que en el fondo de ese abismo de ignorancia y pretendida superioridad, había nada para comer, y enloqueció de hambre.

Todos, quien más quien menos, hemos apostado alguna vez. A mí en lo personal, el dinero me causa una cierta desazón, pues a pesar de ser necesario para subsistir, ocurre que el dinero cobra cierta entidad propia si su abundancia fluye en demasía, y termina por convertirse en la variable principal, objetivo casi exclusivo y regulador de la vida de a quién posee sin piedad, convirtiéndolo en su marioneta personal, sólo destinada a producir más y más dinero.

La excusa pretendida por la razón es a exclamar -desde la carencia- que uno puede pensar así porque tiene abundancia, pero el asunto va mucho más allá, y es que el dinero es una "herramienta para". Para muchas cosas buenas, aunque también malas. Pero eso cambia cuando el dinero se convierte en un "fin en sí mismo", y esto lo saben muy bien los timberos, pues a ellos no les importa qué hacer con el dinero, pues ya están poseídos por él, y en esa posesión han perdido irremediablemente su identidad y empatía por "los otros", es decir, por "todo" lo otro.

La ecuación no es tan sencilla como "tener dinero o no tenerlo". Es mucho más grande en el mundo moderno, y va desde lo bueno de poder recuperar bosques ancestrales para así cambiar los biomas y lograr que regiones enteras conserven más la humedad, y con ello se creen reservorios naturales de agua pura... vital para la vida, entre otras cosas, en un extremo de la línea: hasta servir de medida de "grandeza" para sustentar sistemas industriales de producción continua de armamento, que luego se usará para obtener la supremacía militar y el crecimiento de las exportaciones, aún asesinando civiles inocentes alrededor del planeta... por pura justificación mitómana, en el otro extremo.

El asunto se pone serio cuando el timbero no se representa a sí mismo en la timba, ni a su familia. Sino cuando lo que se está jugando es la riqueza, el bienestar y el futuro de una ciudadanía que a medias lo votó, o que depende de aquel que fue votado, cuando en sencillas palabras lo que está "apostando compulsivamente" no es suyo, ni de su jefe, sino de "los otros", y allí entra "todo el resto". Incluidos Usted y yo.

Sé que al lector se le va a ocurrir el asunto del oro, ya tratado en la primera parte de esta serie de notas, pero también del "otro" oro, ese que está "produciendo" afuera del país... y que en las apariencias es algo mucho más serio que una simple operación confidencial de Estado para "generar riqueza", y que con el tiempo podría llegar a ser como los depósitos de dólares en el extranjero por parte de Estados Provinciales, sobre los que jamás se rindió debida y detallada cuenta, pero reitero: en las apariencias... sólo la historia dirá cómo concluye esa "operación de inversión".

Así las cosas, y como explicaba Michel Foucault en su libro "Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión", bien aplicables para analizar incluso el fenómeno actual del "gran hermano", y además el efecto de la "vigilancia ciudadana" al respecto del debido destino de los bienes del Estado, las sociedades cambian, y lo hacen en tal profundidad, que antes al timbero que no podía pagar sus deudas de juego, o que incluso apostaba con los bienes de otros y los perdía, simplemente se les cortaban las manos y a otra cosa; hoy, lejos de ello, ese timbero termina por convertirse en viral gracias a ejércitos de trolls, pagados con el dinero que no es suyo de la timba, y con cúspides de fama personal, mientras desesperado detrás de su escritorio, piensa y repiensa de dónde va a sacar más dinero para... seguir timbeando.

El asunto es la ignorancia, ya no sólo sobre los resultados de la timba, sino además sobre las sensaciones y percepciones de los verdaderos dueños de ese dinero que se está timbeando. Pero principalmente, ignorancia del timbero sobre sí mismo y sobre sus capacidades de al fin del día terminar ganando, asunto que está más que demostrado en Argentina, pues si al discurso nos remitiéramos ya no sería necesario seguir pidiendo dinero prestado... ¿O no?.

La actual Administración de Gobierno de Argentina viene desde lo narrativo de odiar al comunismo en la misma línea que la actual Administración de Gobierno de Estados Unidos, y a las formas, ese es el fondo. Y en el fondo de ese fondo hay otro más que es la realidad, pues de hecho existe amor hacia Xi Jimping en Argentina, pero no sólo "porque los chinos no piden nada", sino porque el líder comunista es el dueño de la lapicera que firma la renovación de los SWAPs del gigante asiático. País que además, es acreedor de nada más y nada menos que unos 800.000 millones de dólares de Estados Unidos, o sea, Estados Unidos le debe a China esa cifra, que se actualiza constantemente hacia arriba, producto de la enorme cantidad de timberos en la Unión Americana, y que ahora la tratan de arreglar todo con una dialéctica militar.

¿Contagio timbero? vaya a saberse, tal vez se necesite una nueva disciplina médica a futuro.

Timberos aquí y allá, y su ignorancia, falta de resultados con el pasar de los meses, los años y las décadas, y pagan siempre las ciudadanías, personas reales de carne y hueso, que para estos jugadores compulsivos en sillones gubernativos no son otra cosa que números, a los cuales sacarles cada vez más "retorno financiero"... para seguir timbeando, ya sea en impuestos, aumentos de servicios, y toda la lista de cosas que hasta un chico de primaria ya conoce. Por si acaso, el concepto de retorno financiero se corresponde con el dinero que vuelve al Estado desde los ciudadanos, a través de operaciones legales.

Debajo de todo esto hay más. Como una plataforma que sustenta el comportamiento de los timberos, está la negación de la propia ignorancia de cada timbero: negación de "no saber", los timberos piensan que se las saben todas y aún la falta de resultados positivos una y otra vez, siguen siempre el mismo camino.

Camino que es hoy el mismo que el de todos los anteriores, aunque ahora esté pintado de otro color partidario, y que por defecto "contra fáctico", es decir, por la ignorancia de no saber darle a las cosas su justa medida, de "lo que podría haber sido" en el proceso de apostar lo que no es de uno, va directamente hacia el mismo lugar que fueron todos los anteriores desde que, por lo menos, regresó la democracia en Argentina hace 42 años... toda una vida para muchos de nosotros.

Y en esa plataforma construida sobre los cimientos que explicaré en mi próxima y última nota de esta serie, también está la negación de las capacidades del otro, de todos los otros, a quienes el timbero excluye por pedantería y desprecio. Esto es más grande, y tiene que ver con el cómo ha cambiado la comunicación entre las personas.

Comunicación deformada, donde está mal visto hablar más de dos minutos, donde es deleznable contar las propias expectativas y problemas, donde está mal visto "ser viejo" y pretender advertir a los "más jóvenes" los caminos errados ya recorridos, donde de hecho "los viejos" son despreciables, inútiles y un gasto innecesario, y donde, entre otras cosas, los premios a la comunicación misma se miden en la cantidad de "me gusta", y no en la calidad de esa comunicación.

La misma negación de la ignorancia del timbero al apostar cuando no sabe si va o no a ganar algo, lo que lo lleva a seguir apostando con lo propio y lo ajeno sin parar jamás, es en todas sus formas, la negación de la ignorancia de la ciudadanía, que en el deslumbramiento de promesas, siempre repetidas y jamás cumplidas, y sin detenerse siquiera un momento a analizar qué es lo correcto y qué es lo incorrecto, ya no para la vida del país sino para su propia vida, vota por inercia, desinterés, e incluso no va a votar a quienes nada bueno han demostrado, una y otra vez... llevándose esa ciudadanía a sí misma de la mano, a continuar siendo esclava de sus propias decisiones.

La negación de la ignorancia lleva a la esclavitud en todas sus formas, y ésto es igual tanto para el "populista" ácido y oportunista, como para el "libertario" re berreta y de mentira. Argentina es la prueba de ello, donde los extremos se unen, creando un país que no termina jamás de salir del pantano de la mediocridad, y lo digo como argentino.

(*) Javier Walter Sofía
DNI 17.281.217

Comentarios
 
ACLARACIÓN: No se publicarán insultos, agravios, ni cualquier otro texto con términos injuriosos.
Tampoco se publicarán comentarios con mayúscula fija.
No observar estas condiciones obligará a la eliminación automática de los mensajes.
 
 24/06/2025 | 13:35 Hs
Enviado por O sea
Este gobierno son unos timberos!!!!
 
 24/06/2025 | 12:10 Hs
Enviado por Raúl Fabian Pitta
Con las disculpas del caso. Escuchaba la semana pasada el anuncio de la apertura de la "Iniciativa 2|AG|1S" en las entrevistas radiales, preguntó: ¿Tienen que ver las coincidencias de los que no parecen ser solo errores en el texto, con la misma?. Gracias.
 
Escriba su comentario



Diseño y diagramación: A P