DOMINGO 25 de Mayo
DOMINGO 25 de Mayo // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  SÁBADO 01/06/2024
El adiós a Nora Cortiñas fue una despedida con celebración de su vida
La madre de Plaza de Mayo murió a los 94 años y fue velada en el espacio de memoria que funciona en lo que fue la Mansión Seré.

Anécdotas, cantos y la promesa de sus compañeras: "No vamos a abandonar la lucha contra estos genocidas sin corazón".

Plena dictadura. Una mujer menuda golpea las manos, habla fuerte, inventa una excusa ante su interlocutor. Dice que quiere comprar esa vieja casona para montar un geriátrico. Finalmente se va con sus sospechas a cuestas. La mujer es Nora Cortiñas. Cree que su hijo Carlos Gustavo Cortiñas, al que busca desde hace meses, puede estar secuestrado en la Mansión Seré.

Pasaron los años, nunca pudo comprobarlo. Volvió infinidad de veces a ese predio de Castelar, lindante con las vías del tren. Este viernes fue su última vez en ese lugar que ya no es un campo de concentración, sino la Casa de la Memoria y la Vida. La velaron cientos de personas que lloran la pérdida de la Madre de Plaza de Mayo –la madre de todas las batallas– y que celebran su vida.

Una fila de personas se agolpa para pasar frente al féretro –ubicado en uno de los laterales del microestadio que funciona dentro de lo que fue Mansión Seré. Nora descansa ahí. Tiene la foto de su hijo desaparecido. Marcelo, su hijo menor, conversa con quienes se acercan hasta allí.

Nora es la madre de todas las luchas. La rodean cientos de pañuelos de distintos colores, remeras de agrupaciones de derechos humanos, de sindicatos, la bandera de Palestina. A un costado colocan la bandera con la que solía marchar todos los jueves en la Plaza de Mayo: la que dice 30.000 desaparecidos presentes.

El flujo de gente no se detiene. Ana Careaga, sobreviviente de la dictadura e hija de Esther Ballestrino de Careaga --una de las tres Madres secuestradas en diciembre de 1977--, está desde temprano. “No para de venir gente –dice. Es una expresión del amor que Nora sembró. Ella estaba donde había una injusticia”.

Nora murió el jueves a los 94 años. Llevaba trece días internada en la terapia intensiva del Hospital de Morón, cerca de su casa. Desde que se conoció la noticia de su muerte, las expresiones de dolor se multiplicaron en las redes sociales. Hubo quienes decidieron hacerle frente a la desazón en la Plaza de Mayo.

Cientos se acercaron para dejar alguna nota en la Pirámide de Mayo o prender una vela en ese lugar en el que ella tantas veces desafió a los señores de la vida y de la muerte.

Otros fueron hasta el partido de Morón para despedirse. Hay tristeza, pero también hay anécdotas que arrancan sonrisas. Martín Sabbatella está pendiente de todo lo que pasa. En 2000, era intendente e inauguró el primer espacio de memoria de Latinoamérica en lo que fue la Quinta Seré. Nora estuvo ese día con él. “Estamos tristes por su fallecimiento, pero de solo pensar en ella te vuelve la alegría”, dice. Y expresa lo que muchos sienten.

Horacio Pietragalla Corti, el exsecretario de Derechos Humanos de la Nación, pasa a despedirse. “Hay que estar contentos de ser contemporáneos porque van a quedar en la historia como mujeres que a través de la lucha, el amor y la resistencia pudieron llevar adelante una hazaña magnífica”, afirma. “Creo que nadie reemplaza a una Madre como Norita. El legado se tiene que multiplicar en miles para poder llenar el agujero que deja”.

En el salón hay funcionarios judiciales. Alejandro Slokar, juez de la Cámara de Casación, pasó a saludar. Más tarde, entra el juez federal de La Plata Alejo Ramos Padilla. Entabló vínculo con Nora como abogado querellante. Ella iba a escuchar los alegatos contra Miguel Osvaldo Etchecolatz o contra el cura Christian Federico Von Wernich. Su forma de apoyar a los jóvenes abogados –como Ramos Padilla, Guadalupe Godoy o Myriam Bregman– era mover la cabeza asintiendo. Ellos sentían que estaban haciendo las cosas bien. O que estaban del lado Norita de la vida.

“Nora nos enseñó la lucha abnegada y el disfrute”, dice Guadalupe Godoy, que rápidamente saca su teléfono y reproduce un audio que la integrante de Madres le envió después de un fallo favorable.

–Hay que darles a los jueces con todo. Te felicito, Guadalupe. Te habla Nora Cortiñas– se la escucha decir como si alguien no fuera a reconocer su voz.

Está también Sergio Smietniansky, el Cherco, abogado de la Coordinadora Antirrepresiva por los Derechos del Pueblo (CADEP). Para él, Nora es la persona más fotogénica del mundo. Todos celebran el comentario y eligen su imagen preferida de la Madre de Plaza de Mayo. Él también recuerda que Nora fue la primera en acompañar el reclamo de justicia por la masacre de Budge de 1987, cuando la policía fusiló a tres pibes que tomaban cerveza en una esquina.

Un grupo de integrantes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD) está presente. Hay sobrevivientes de La Plata como Laura Bretal. También está Marta Ungaro, hermana de Horacio, uno de los pibes secuestrados en la Noche de los Lápices. Carlos Lordkipanidse, sobreviviente de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), entra con lágrimas en los ojos.

Hasta encontrarlo

“Fue una despedida a lo Norita”, acota Myriam Bregman. “Creo que fue lo que ella se merecía: mucha gente y mucho cariño”. La diputada del FIT se acercó hasta el cajón para despedirse. Trató de mirarla pero no pudo. “Lo único que me salió fue acariciar la foto de su hijo que ella siempre llevaba sobre su pecho”.

La dictadura secuestró a Carlos Gustavo Cortiñas el 15 de abril de 1977. Para entonces, él estaba en pareja con Ana y tenía un hijito de dos años, Damián.

Pasaron 47 años de incertidumbre. Nora nunca pudo saber qué pasó con el mayor de sus hijos. Damián es un adulto. Está conmovido por todos los que llegan hasta Morón a profesarle su amor a su abuela. No le sorprende. Sabe que ella estaba cada vez que alguien la necesitaba. Si alguien hacía una protesta o caía preso, Nora hacía un plantón.

Damián solía decirle tres cosas cada vez que la veía: portate bien, cuidate y sé más peronista. Todos los consejos eran incumplidos con sistematicidad por Norita --que se divertía con sus travesuras.

Su abuela siempre le decía una cosa: que la Plaza de Mayo --ese lugar que ella transitó durante 47 años-- era mágico. Posiblemente porque todo el dolor se convertía en potencia. El consejo de Nora, entonces, era: "Vení a la Plaza".

Damián quiere que se la recuerde como “una luchadora de todas las luchas, de todos los tiempos y de todos los lugares”.

Siempre en la Plaza

Taty Almeida, referente de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, estuvo temprano para despedirse de su compañera de lucha.

Más tarde llegó Elia Espen, que solía marchar los jueves con Norita. Elia, con su pañuelo puesto, se acercó al féretro y se aferró a un micrófono para hacerle una promesa a su amiga.

–Nora, descansá tranquila. Te aseguro que no vamos a abandonar la lucha contra estos genocidas sin corazón. Seguiremos en la ronda. Estás ahí y siempre estarás.

Vera Jarach estaba en silla de ruedas al lado de Elia.

–Norita, vas a seguir andando con nosotras. Paso a paso. Buscando memoria y justicia. Te queremos, te quisimos y te vamos a seguir queriendo. Estarás presente ahora y siempre.

Tantas veces te mataron

En el ingreso del microestadio hay una mesa con un retrato de Nora. Algunos dejaron notitas o impresiones. “Cuando el fuego crezca, vas a estar ahí”, dice un cartel. “Fuiste mi primera heroína”, reza otra notita. Son gestos de amor sencillos pero profundos, como Nora.

La legisladora porteña Victoria Montenegro entra y sale del salón. “Se va a extrañar enormemente a la querida Norita –afirma. Madre de todas las luchas, la que nunca perdió la capacidad de dar pelea sin perder la sonrisa. Nos toca defender semejante legado y prometerle que tanta lucha no fue en vano. Por difícil que sea todo, venceremos”.

Así solía cerrar Nora cada intervención. En los últimos tiempos, además, había adquirido otra costumbre: cantar Como la cigarra –el himno de María Elena Walsh– que practicaba en sus clases de canto.

Y en su despedida no hubo quien quisiera contradecirla. Con dolor, con la garganta cerrada, con lágrimas se cantó: “A la hora del naufragio/ Y la de la oscuridad/ Alguien te rescatará/ Para ir cantando/ Cantando al sol como la cigarra/ Después de un año bajo la tierra/ Igual que sobreviviente/ Que vuelve de la guerra”.

(Luciana Bertoia – Página/12)

 

Una pequeña anécdota de la enorme Nora Cortiñas

Corría el año 2012, el clima era de gran politización en la sociedad argentina. Me tocó transitar esa etapa como estudiante en la facultad de ciencias económicas de la UBA, donde también había estudiado Gustavo; hijo de Nora desparecido por la dictadura militar.

En esa misma facultad, Norita daba clases en el curso de "Poder económico y derechos humanos". Escucharla en la universidad pública era un privilegio del cual éramos conscientes. A pocos docentes vi captar así la atención de sus estudiantes. A ninguno/a provocar tantas lágrimas y emociones dentro de un aula.

Con gran atino, Dani Dvexler (compañero de militancia y de la facultad) propuso que la FUBA haga un homenaje a Nora e impulsé su doctorado honoris causa en la UBA. A pesar de que éramos adversarios en la política universitaria, el decano Barbieri y el rector Hallú apoyaron la propuesta y pudimos darle ese merecido reconocimiento.

Adicionalmente, la FUBA hizo un gran acto en la facultad de derecho junto a León Gieco, donde le entregamos a Norita la distinción "Deodoro Roca", por ser un ejemplo de compromiso y lucha para la juventud (con el tiempo entendí que su ejemplo era para toda la vida). Aquel día, la buscamos por la tarde, a la salida del acto comimos pizza, ella se tomó una birra y se durmió en el auto cuando la llevamos de vuelta a su casa en Morón por la noche.

Todos los días Nora iba y volvía en tren desde el oeste hasta el centro porteño. Hacía 200 cosas por día. Nunca vi una persona con esa vitalidad. Aquí va la pequeña anécdota para que se entienda y dimensione lo que muchos saben y cuentan sobre ella.

Como les decía, el panorama en 2012 era de gran agitación política (¿cuándo no en nuestro querido país?). Yo militaba en La Mella, conducción de la Federación Universitaria de Buenos Aires, que -a su vez- tenía un rol muy activo y solidario en cuanta lucha social hubiera.

En ese momento, mi tarea era representar a la FUBA cuya agenda era muy nutrida. Un día cualquiera de abril, me toca ir al puerto a llevar el apoyo del movimiento estudiantil a Pancho Montiel y el sindicato de estibadores. Era muy temprano por la mañana (tipo 8), había un sol radiante y ahí estaba Norita, también participando de aquel acto y apoyando aquella lucha.

Nos despedimos con un abrazo y me fui al local de la FUBA en la calle Uriburu, donde me esperaba Juanma Karg con un mate y con planes de hacer la revolución en toda América Latina. Al mediodía había una conferencia de prensa en el Hotel Bauen.

Sinceramente no recuerdo cual era el motivo, pero se lo pueden imaginar. Allí fui a llevar la adhesión de la FUBA y, nuevamente, me encuentro con Nora; que llevaba la de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. La saludo de nuevo. "Te veo más seguido que a mi novia", le digo. Nos reímos. De vuelta a la FUBA, a patear la rotonda de económicas o el estacionamiento recuperado de sociales que estaba a la vuelta.

Para finalizar la jornada, había una reunión para organizar alguna movida del ámbito educativo en la CABA. Estaban los sindicatos docentes, partidos y agrupaciones, aunque no recuerdo exactamente de qué iba la movida. Mis disculpas por los pequeños olvidos, pero no afectan la esencia de la historia.

Ya eran más de las 20, yo no daba más del sueño. Me quería ir a mi casa. Transcurrían las clásicas discusiones sobre qué hacer (y con quienes) y la reunión parecía que iba para largo. En cualquier caso, la FUBA iba a acompañar. Así que pedí la palabra, transmití nuestro apoyo y me fui.

Cuando salía, entraba ella. "Qué hacés acá Norita! No lo puedo creer. Yo tengo 25 años y estoy fusilado y vos como si nada". Habían pasado más de 12 horas de nuestro primer encuentro y ella seguía irradiando esa sonrisa y ese cariño infinitos. Así eran todos sus días. Otra vez nos reímos y nos abrazamos.

Si bien las madres y abuelas son amadas por todo el campo popular, creo que tienen con el movimiento estudiantil una conexión especial. Al menos eso nos hicieron sentir todas ellas desde siempre, ya desde las charlas en los centros de estudiantes de los colegios secundarios y demás actividades compartidas desde la adolescencia.

Varios años después, la volví a ver en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. A sala llena, daba una charla cargada de emoción y sentido. Siempre que hablaba en un contexto así había gente llorando. Cuando terminó la charla y se abrieron preguntas e intervenciones, quise contar esta pequeña anécdota para que conozcan un lado más humano y cotidiano de aquella eminencia que veneraban. Pero me dio vergüenza. Sentí que era de figureti y me la guardé.

Me acerqué a saludarla, suponiendo que quizás no se acordaba de mi nombre. Al fin y al cabo, habían pasado varios años sin vernos y ya estaba mayorcita, digamos. "Nacho, ¿qué haces acá?", me dijo con sorpresa. Me emocioné y me arrepentí de no haber compartido con la gallegada esta anécdota menor, pero que retrata esta gran mujer.

Hoy quiero compartir esta historia chiquita, de una mujer que cada mañana tomaba el tren y dedicó su vida a las más nobles causas populares. Porque las grandes gestas y la Historia grande la escriben las que trabajan y luchan incansablemente todos los días sin pedir nada a cambio. No conocí en vida ejemplo más grande de ello que la enorme Nora Cortiñas.

Hasta siempre Norita. Tu lucha y tu ejemplo vivirán por siempre en el pueblo.

* Ignacio Kostzer. Licenciado en Economía. Profesor asociado de la Universidad Autónoma de Madrid.

Comentarios
 
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 01/06/2024 | 23:41 Hs
Enviado por Raquel
Estuve alli para despedir a mi entrañable amiga del alma, compartimos casi 3 decadas de una relacion que fue mas alla de la militancia y de todo lo que ella significaba..me ayudo y acompaño en la busqueda de Memoria , Verdad y Justicia , visitamos juntas al Juez Rafecas en la instruccion del primer juicio, vino a La Pampa cada vez que fuera necesario..me acompaño a entrar despues de 30 años al lugar de detencion y tortura para hacer el reconocimiento..Por suerte, pude acompañarla y mimarla los ultimos años en su casita de Castelar. En este mundo lleno de injusticias, odio y desigualdades,.haber tenido un ser de luz y amor absolutamente unico e inigualable es un regalo que quiza en este momento no todos y todas puedan cuantificar.Norita fue y es la mas grande.Reconocida en el mundo entero.Amada por todas las generaciones.HLVS Nori..!
 
 01/06/2024 | 22:32 Hs
Enviado por Luis Alberto Barotto
QEPD. 30000 Detenidos Desaparecidos Presentes!! Ahora y Siempre. Hasta la Victoria Siempre.Venceremos.
 
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