...con una frase propia de stand -up. Hubo un gesto entre nosotros y una pregunta de mi compañero.
-¿Qué dijo?
Con casi 61 años, hemos escuchado presidentes equivocarse en cifras, en promesas, en geografías, en frases increíbles, y en ese entonces no escribía crónicas, pero tengo memoria.
Quien no recuerda “La casa está en orden”, “Síganme, no los voy a defraudar”,” Dicen que soy aburrido”, “Trabajan 4 horas al día y tienen 3 meses de vacaciones”, “No se inunda mássss”, “Ahí veo al compañero de Garganta profunda”, etc.
Escuchamos todo esto quedando grabado en la memoria colectiva, causando enojos, risas, memes, vergüenza, incertidumbre y hasta a definiendo algunas elecciones.
Pero nada revela tanto para los estudiosos del tema, como un acto fallido. Porque ahí no tropieza la lengua: tropieza la verdad. Y viene a mi mente lo leído, lo estudiado, lo experimentado.
“Están molestos porque le estamos afanando los choreos”, dijo Milei en pleno discurso.
Quiso sonar firme, denunciante, y sin embargo lo que salió fue otra cosa: un sincericidio público. La confesión de que, en el fondo, el verbo “chorear” circula tan cómodo en la boca del poder como en el rumor de la calle.
Freud, de haber estado en la platea, se hubiera frotado las manos: lo reprimido siempre busca una salida y suele disfrazarse de error. Un acto fallido no es casual, es una verdad que se escapa a pesar del guion.
Pichón Riviere lo leería como un emergente social: no es un lapsus individual, es el síntoma de un país que no logra integrar lo que desea con lo que vive. El presidente, sin quererlo, se convierte en portavoz del inconsciente colectivo: el malestar, la sospecha, la desconfianza de un pueblo entero.
Lo cierto es que en esa confesión accidental hubo más transparencia que en cien cadenas nacionales. Porque en la Argentina, los actos fallidos no se corrigen: se archivan en la memoria popular como estampitas del inconsciente político.
Y es que, al final, Freud tenía razón: en este país, hasta el brócoli y los presidentes hablan por el inconsciente.
¡Hasta Pronto!
(*) María Virginia Figal
Profesora, Psicóloga Social. Miembro de APPSA, SADE. Activista independiente y en Femimusas.
Referencias:
Pichon Riviere Enrique (1973)
Concepto de Emergentes en procesos grupales.