El diario de Magnetto, enfurecido y desconcertado, quiso bajarle el precio a un 18 de junio que quedará grabado para siempre como un acontecimiento trascendental en la vida de los argentinos de bien.

El 18 de junio Cristina escaló al sitio más alto de la consideración popular. Más alto de lo tan alto que estaba. Ese día Cristina fue Perón, fue Evita, fue el Diego, fue todos nosotros que siempre creímos en ella.

El millón de almas que le rindieron homenaje –ante tanta desvergüenza de los sinvergüenzas- en la Plaza de Mayo ó en cualquier plaza o calle de todo el país, fue la respuesta que los canallas no esperaban que ocurriera.

No lo esperaba Magnetto ni sus bufones mediáticos, atragantados de rabia por la alegría del pueblo, a pesar de las desgracias cotidianas.

No lo esperaban los otros capos de la mafia de la guita fácil, la que les roban a los jubilados, a los que laburan –si todavía pueden hacerlo-, a los científicos, a los del Garrahan, a los comerciantes e industriales que se están fundiendo, a los que producen porque todavía creen en su país.

No lo esperaban, tampoco, los caraduras apoltronados en un poder judicial corrupto y cipayo, miserables personajes al servicio de los patrones de turno.

Tan miserables que ni siquiera pueden ser independientes de sí mismos, porque están carpeteados y amenazados por el poder económico que no dominan y que los domina a ellos.

Pero son tan cobardes que le tuvieron miedo al pueblo, y a que el pueblo fuera a Comodoro Py junto a Cristina. Le erraron feo –como en los fallos que con podredumbre mental e intelectual dictaron contra Cristina- y el pueblo igual fue a la plaza.

En medio de tanto desquicio, el payaso paranoico que dice ser presidente, su ministra de Inseguridad y Represión, Bullrich, su ministro de Economía y Bonanzas (para él y sus amigos) Caputo, el ladrón del Correo, Macri (dueño de Comodoro Py junto a Magnetto) sacan cuentas para enfrentar a Cristina y al balcón, sabiendo que San José 1111 es ahora el sitio icónico elegido por el pueblo al que tanto odian.

No están solos, claro. De reojo o de costado, los “Gordos” de la CGT dejaron a sus trabajadores en libertad de acción para ir o no ir a la Plaza, cuando correspondía una adhesión rotunda y sin concesiones.

Lo mismo que Schiaretti y Llaryora, que se dicen peronistas, pero sólo son cordobeses usurpando el sello y la sede partidaria, como bien se lo reprocharon miles de manifestantes que marcharon por Cristina.

Muy bien estuvo Sergio Ziliotto, estando donde debía y debe estar, aun sufriendo el ataque despiadado de Milei, que le roba a La Pampa lo que le pertenece y pone en riesgo la estabilidad que tanto cuesta sostener.

En muy poco tiempo el gobernador pondrá en juego la valoración de su gestión. En octubre habrá tres bancas a diputados nacionales en disputa.  Si gana se lleva dos, y una la oposición. En el 2023 fue exactamente al revés.

Ziliotto, hombre de la línea interna Plural, sabe y siente la tensión que existe dentro de ese espacio. El vernismo se autoexcluyó de las próximas candidaturas, pero su acendrado antikirchnerismo puede perturbar la toma de decisiones. General Pico es el centro neurálgico del sector, a punto tal que el fallo escandaloso de la Corte o la impresionante marcha a favor de Cristina, fueron para sus dirigentes o funcionarios acontecimientos inadvertidos. Un silencio que hizo ruido.

Ni qué hablar del casi extinto partido radical. Se escuchan sólo algunas voces –sobre todo de intendentes- que quieren ver otra vez el sello de la UCR como bandera y no como un lastre.

Tampoco gastaron tiempo sus dirigentes en repudiar el fallo judicial. Por el contrario, lo avalaron y festejaron, ya que “si la justicia lo dice, hay que cumplir”. Al diablo Yrigoyen, Alfonsín o Leopoldo Moreau, por citar a unos pocos. Antiperonismo a ultranza.

En octubre dirimirán los pampeanos si eligen candidatos peronistas con Cristina y Ziliotto como estandartes a validar, o si prefieren seguir el camino de la derecha radical en alianza con el PRO, o por qué no, con La Libertad Avanza en esa alianza o en boleta separada.

(*) Héctor Mariani
Periodista.