La familia Villaverde, dueña de la mochila y del dinero, agradeció la actitud del chofer en una comunicación con el portal EnBocadeTodosHD y así el gesto se hizo público en las últimas horas.
Gaspar Laceda devolvió una mochila olvidada en el interior del colectivo que conducía, que contenía una importante suma de dinero destinada a la salud de una niña.
El hecho ocurrió este miércoles, cuando una integrante de la familia Villaverde viajó de Río Cuarto, donde vive, a General Pico, para concretar la venta de su automóvil.
Tras cerrar la operación, abordó un colectivo urbano de Corpico rumbo a la terminal, desde donde regresaría a su ciudad. Sin embargo, en un descuido al bajarse, dejó una mochila en el transporte. En su interior: casi 12 millones de pesos, correspondientes a los 8 millones de la venta del auto y 4 millones reunidos por la familia para afrontar los costos de una operación vital para su hija en Buenos Aires.
Gaspar también habló con el portal colega y recordó que le ofrecieron “una recompensa y no la acepté. Lo único que pedí es que me avisen cómo salió la operación de su hija”, dijo el joven chofer.
Gaspar Laceda es chofer desde hace casi tres años. Esta semana protagonizó una historia que va más allá del recorrido habitual: encontró una mochila olvidada en su unidad y la devolvió. Hasta ahí, un buen gesto. Pero lo que había adentro conmueve todavía más: 12 millones de pesos.
La mochila pertenecía a una familia que viajaba de urgencia para concretar una operación vital para su hija en Buenos Aires. Ocho millones los habían reunido tras vender el único auto que tenían y los otros cuatro los habían conseguido entre familiares. Todo estaba en esa mochila.
“Me entero por vos cuánto dinero había”, le dijo Gaspar a EnBocadeTodosHD. Y relató con precisión ese momento.
Dos mujeres subieron al colectivo en el barrio Ranqueles. Una de ellas, visiblemente angustiada, le contó que venía de vender el auto para afrontar el tratamiento de su hija. La conversación fue breve, pero le dejó algo grabado. Cuando más tarde encontró la mochila olvidada, no dudó. “Me acordé de la historia… y ahí me cayó la ficha”.
Revisó la mochila buscando un número, algo que permitiera identificar a la dueña. “Notaba algo duro y blando. Pensé que era comida”, recordó entre risas. Pero al abrirla, lo sorprendió un fajo de billetes envueltos en film. “Me quedé helado”.
Gaspar fue hasta la terminal. Allí vio a la mujer y a su esposo esperando, cabizbajos, creyendo que la mochila se había perdido para siempre. “Me bajo y les pregunto: ¿esta es su mochila?”, contó. La reacción fue inmediata: llanto, alivio y un abrazo sincero que, según Gaspar, “no sabía cómo responder”.
“No, no, con semejante historia… ¿qué me vas a dar?”, le respondió al esposo de la mujer cuando le ofrecieron una recompensa. “Yo soy papá también… hasta te daría yo la plata si pudiera”.
Gaspar no se lo contó a nadie. Ni a sus compañeros de trabajo ni a su jefe. Ni siquiera a su esposa. “Para mí fue algo que cualquiera tiene que hacer”, dijo con total naturalidad. “Es lo que yo les enseño a mis hijas: que se ganen las cosas con esfuerzo, con trabajo, con honestidad”.
Él trabaja durante el día y estudia para contador público en la universidad. Su esposa también estudia, enfermería, mientras trabaja en una peluquería. Tienen tres hijos. Viven alquilando. Y aun así, nunca dudó. “Hace años que quiero juntar para un terreno, pero si me aprovecho de la desgracia de otro… ¿qué ejemplo les doy a mis hijos?”, reflexionó.
La familia Villaverde, que logró viajar y ahora afronta el desafío de la operación con la esperanza intacta, quiso agradecer públicamente el gesto. “No alcanza la palabra gracias”, dijeron. Gaspar les pidió solo una cosa: que le manden un mensaje para contarle cómo salió la operación. “Con eso me conformo. Esa es mi ganancia”, concluyó.