LUNES 13 de Octubre
LUNES 13 de Octubre // GENERAL PICO, LA PAMPA
Seguinos en
Compartir
Twittear
  DOMINGO 05/10/2025
Armando Bó, el whisky doble y el increíble negro que eyaculaba sin tocarse
Un relato y el recuerdo del primer director argentino que trascendió a nivel mundial con su musa: Isabel Sarli. Del Face de Hugo Asch (*)

Armando Bó era pura pasión. La volcaba en sus películas, que eran melodramas con climas eróticos que mutaban de manera involuntaria a comedias desopilantes, gracias a sus guiones naif y la personalidad única de la Coca Sarli, su musa.

También, en los años de plomo, libró una conmovedora batalla contra la censura de Miguel Paulino Tato o Ramiro De la Fuente, por escenas que hoy todos pueden ver en los canales de cable los sábados a la tarde.

Armando Bó le ponía esa cuota de desmesura y deseo furioso a todo lo que hacía.

En 1978, antes del Mundial, decidió reestrenar ‘Pelota de cuero’ (1963), otro melodrama que dirigió, protagonizó y escribió, con la ayuda del viejo Borocotó. Era una continuación, digamos, de ‘Pelota de trapo’ (1948), de Leopoldo Torres Ríos, con guión del mismo Borocotó, donde había trabajado como actor.

Como en esos tiempos no había tecnología para darle color al film, decidió virar el blanco y negro original a un tono azulado, y agregó una arenga especial para el equipo nacional escrita en cursiva, que se leía antes de los títulos.

'Siete Días' mandó a dos pibitos para cubrir la nota. Uno era yo y el fotógrafo, Carlitos Acuña.

Vimos la peli con él en el cine Normandie de la calle Lavalle, en la tarde de un jueves, el primer día de proyección, a sala semillena. Lloró de principio a fin.

Después del cartelito del FIN, se paró exultante y así, enorme como era, llevó a la rastra a los pibes de 'Siete Días' que le habían dado bola a su vieja peli --que promocionó él mismo, de mil maneras, hasta recorriendo la ciudad en su Mercedes Benz con un tacho lleno de engrudo para pegar afiches-- al bar de al lado, a festejar. Nunca lo había visto tan feliz.

‒Mozo, ¡whisky para todos! ¡¡Que sean dobles!!

Uy. Yo, que nunca había probado una gota de alcohol, no pude decirle que no, que mejor una Crush. Mi vaso tenía hielo y un jugo espeso color oro que tragué como pude.

De pronto, un gato furioso descendía desde mi garganta hasta mi esófago clavándome las uñas. Yo pensaba que me partía al medio mientras Armando hablaba y hablaba, sin parar.

‒Usted que recorrió el mundo con la Coca, don Armando, ¿habla idiomas?

‒Seeeehhhh... ¡El lunfardo y el jeringoso, ja ja…!!

‒¿Y cómo hace?

‒Te hacés entender nene, sobre todo cuando es urgente. En Berlín, yo quería ir al baño y no entendía ni los carteles. Así que me desabroché el cinturón, y cuando empezaba a bajarme los pantalones alguien gritó: “¡Alt, alt…! Y me llevaron al baño enseguida.

La charla derivó al negocio de las películas eróticas. Entonces Armando, ya entonado, habló sobre un show increíble que había visto en Ámsterdam.

--Se apagan las luces y entra un negro musculoso, vestido con una bata. Saluda, se saca la bata y se queda en pelotas. Pone los brazos en jarra y cierra los ojos, solo, con la luz del spot blanco que lo enfoca desde lejos. Al minuto tiene una erección impresionante. Sin tocarse. Una viga era, les juro. Así sigue el tipo, dos minutos, tres minutos… Y entonces, ¡faaaahhh! El negro eyacula. Así, con los brazos en jarra. Sin tocarse.

Miradas de asombro, silencio respetuoso.

Armando dijo que le gustaría traer al negro a Buenos Aires, y yo, tímidamente, le recordé que a los censores militares no les iba a caer simpático.

Tomó un trago de su segundo whisky y asintió, algo decepcionado.

Entonces yo, decidido a jugar para su equipo para toda la vida, lo tomé de los hombros, mientras el gato arañador se había acomodado en mi estómago y me instaba a hacer cosas impensadas. Casi que le grité, cerquita de su nariz de boxeador.

‒¡¡Lo que tiene que hacer, Armando, es filmar lo que ese negro se imagina!!

‒¡Claaaaaaro nene, ja ja ja...!

Más carcajadas. Abrazos. Anécdotas de sus días en el set, de cómo filma las escenas más calientes con la Coca, que las manos que manosean la mercadería siempre son las suyas, y que a todas sus películas las distribuye por el mundo la 'Columbia Pictures', nada menos.

Amé a ese tipo desmesurado, loco, peleador, valiente y, ay, hincha de los vecinos colorados de Avellaneda.

 

(*) Hugo Asch - Periodista desde 1974. Fue redactor de la revista Siete Días, prosecretario y subdirector de Gente, Secretario de Redacción de Clarín, editor general de Perfil y director de Playboy Agentina, entre otros medios de Argentina y España. Fue enviado especial en conflictos bélicos en Afganistán, Nicaragua, El Salvador y El Ulster, entre otros países.

Comentarios
 
ACLARACIÓN: No se publicarán insultos, agravios, ni cualquier otro texto con términos injuriosos.
Tampoco se publicarán comentarios con mayúscula fija.
No observar estas condiciones obligará a la eliminación automática de los mensajes.
 
Escriba su comentario



Diseño y diagramación: A P