DOMINGO 20 de Julio
DOMINGO 20 de Julio // GENERAL PICO, LA PAMPA
Seguinos en
Compartir
Twittear
  DOMINGO 20/07/2025
Amigos  y otras catástrofes
(*) Por María Virginia Figal. 
Crónica del Día del Amigo (para reírnos… o brindar llorando)

“No camines detrás de mí, puede que no te guíe. No camines delante de mí, puede que no te siga. Camina a mi lado y sé mi amiga/o.”
Albert Camus.

 

Cada 20 de julio el celular se llena de notificaciones, stickers con corazoncitos, y mensajes tipo “gracias por tanto, perdón por tan poco”, enviados en cadena, como si la amistad fuera una estampita que se reparte por obligación.

Lo curioso es que el Día del Amigo fue inventado por un argentino, Enrique Febbraro, inspirado por la llegada del hombre a la Luna. Él pensó: si un humano podía pisar otro planeta, entonces estábamos listos para celebrar la hermandad universal. Visionario y optimista.

Aunque tal vez no imaginó que medio siglo después muchas de esas amistades se sostendrían por audios de dos minutos donde decimos “te juro que nos vemos pronto”, y después... no nos vemos nunca.

Tengo amigas y amigos  que no veo hace años, pero seguimos mandándonos abrazos virtuales, memes que sólo nosotras/os entendemos y audios confesionales que empiezan con “perdón que desaparecí”.

No estamos cerca, pero orbitamos. Como satélites fieles. No siempre nos vemos, pero estamos. Si el hombre llego a la luna (aunque esto está en duda), nosotras podemos ser astronautas, porque incluso nos saludamos en los cumpleaños con la frase “Feliz Vuelta al sol”.

Si, así de ridículo, ninguno con traje de astronauta , pero con sus peculiaridades universales.

Conservo una amiga de la primaria que se pone de foto de perfil a Dakota Johnson, porque piensa que se le parece. Y nadie se anima a decirle que   solo en el flequillo se le  parece.

Y un amigo de la época de la Facultad, que es como un hermano mayor y rottweiler, pero se separó por 3era. vez y comenzó a trotar, adelgazar y ahora usa chupines. Tiene 65 años, pero coquetea con las de 20.  Yo le digo que se ve espléndido y me revolea la melena con su mano gigante. (Cuento hasta 10 para no cometer un sincericidio).

Y tengo a la negra, que antes muerta que sencilla, taurina y porfiada como Van Houte Milhouse (de los Simpson). Es la que me dice la verdad  sin anestesia. -¿Que color de ojos te pusiste hoy? Y suelta su carcajada contagiosa de bruja.

Así son los amigas/os, cada uno con sus particularidades, se aceptan, se respetan y no se les dice nada que le baje la autoestima. Cada vez que nos encontramos es como si el tiempo no hubiera corrido, y no falta esa frase que decimos “¿Te acordás cuando...?”, y ahí se abre la compuerta del tiempo. Y se reinicia la vida.

Y están ellas, las que adoro. “Las femimusas”, algo más que un coro. Con miles de anécdotas para contar.

Un domingo amaneció con un sol tímido y un grupo de whatsapp desbocado. Las Femimusas habíamos decidido hacer un asado. Porque también nosotras, sopranos, contraaltos y mezzos, tenemos derecho a ahumar el pelo y discutir por la cocción de la morcilla.

La sede: lo de la profe. La consigna: “traigan lo que quieras tirar al fuego (simbólica o literalmente)”. 

Llegamos de a una, de a dos, como entrada en canon. La más joven trajo el carbón, la vegana trajo ensalada, pero sin aderezo, porque "cada una que le ponga lo que quiera", la flaca llegó con una provoleta envuelta en celofán, como quien lleva un regalo para el altar.

La más militante con su gorro de sol y su libro de Simone de Beauvoir bajo el brazo, Algunas trajeron vino. Otras, jugo de Pomelo. Alguien hizo berenjenas, picantes como nosotras. Otra sacó el celular para mostrarnos los resultados de su doppler venoso (“miren estas várices, son hereditarias”), yo recordé que tenía turno para un ecodopler la semana entrante y la operadora se pasó la mitad del encuentro llevándose la mano a la boca porque se le movía el implante dental cada vez que hablaba. Eso no impidió que hablara igual. Ni que se riera, por supuesto.

Asistimos a un ritual de confesiones que solo entre nosotras podemos hacer. Todas hicimos el duelo de separación de alguna y fuimos viajeras por todo el mundo. También cruzamos la cordillera y egresamos.

—"¡No se nace parrillera, se llega a serlo!" gritaba la asadora del grupo.

La carne chisporroteaba y nosotras también. Entre la humareda, brotaron temas clásicos:

—¿Se puede chupar huesito de costilla?- ¿Quién cortó la mayonesa con agua?

—¿Alguien vio el cuchillo o está en el tercer cajón de la patria?

La asadora se peleó con el carbón (“esto no calienta ni el corazón de un troll”) y usó un matamoscas como abanico de emergencia.

El punto cúlmine fue cuando se hizo un silencio dramático, justo después del brindis, y se escuchó una voz grave contralto  desde el fondo:

—¡Chicas, cantamos algo o qué?

Y así, con grasa en los dedos y vino tinto en la copa, entonamos "La Cigarra" mirando el cielo. Las vecinas lloraron desde sus patios. O por el humo o por la emoción, aún no lo sabemos.

Terminamos tarde, abrazadas, con olor a leña en la ropa y un nuevo lema en nuestro repertorio:

¡"Donde hay brasas, hay bravas."! Gritó la mejor voz de Pico.

Y yo, mientras miraba esa escena surrealista de mujeres brillantes, rotas, sinceras, enredadas, pensé: esto también es la amistad. Sobrevivir juntas a las tragedias cotidianas, reírse con la boca abierta, la ostopenia, la presión alta, las madres enfermas, los turnos y  aunque falte un diente, contarse las miserias con la misma épica que una canción de Sabina.
  
A mis 60 años creo que no hay amistad perfecta. Hay vínculos desparejos que se sostienen con migas de ternura, charlas en horarios impensados, perdones implícitos, y la certeza de que si un día te caés, alguien —aunque sea con un implante flojo—, va a estar ahí para ayudarte a levantar.

¡Necesito un abrazo puse en el grupo y ahí estuvieron!  “Las Femimusas…”

Así que sí. Aunque algunas estén lejos. Aunque haya gritos, audios eternos, memes absurdos y reuniones con olor a carbón y a empanada. No lamenten nada. Porque hay amigas y amigos   que orbitan, y cuando aterrizan, tocan tu puerta, arman de nuevo tu vida.

Gracias a todas/os los que estuvieron, sostuvieron, estuvieron y están siempre en este corazón loco.

Feliz día para todos, todas y todes.

Hasta pronto.

(*) María Virginia Figal
Profesora, Psicóloga Social, Escritora Miembro de SADE y Appsa. Activista independiente y en Femimusas.

Comentarios
 
ACLARACIÓN: No se publicarán insultos, agravios, ni cualquier otro texto con términos injuriosos.
Tampoco se publicarán comentarios con mayúscula fija.
No observar estas condiciones obligará a la eliminación automática de los mensajes.
 
Escriba su comentario



Diseño y diagramación: A P