DOMINGO 04 de Mayo
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  DOMINGO 10/05/2015
Por un choque en Santa Rosa denuncian impunidad y protección policial
El periodista Gustavo Laurnagaray denunció públicamente una serie de irregularidades en la actuación policial, luego de un siniestro vial en el que integrantes de su familia sufrieron graves heridas tras ser chocados por una camioneta Amarok en la esquina de Crispiniano Fernández y Pérez del barrio de Villa Alonso, el lunes 4 de mayo.

La Amarok era conducida por un hombre identificado como Javier Catoni, mientras que en la Duster viajaban un hombre, dos mujeres y una nena, quienes sufrieron lesiones.

La que se llevó la peor parte fue una de las mujeres que iba en la Duster, Marcela Chapalcaz (esposa de Gustavo Laurnagaray), que sufrió quebraduras de costilla que le provocaron un pinchazo en la membrana del pulmón (neumotórax) y quebraduras múltiples en la pelvis. Además tuvo una quebradura del omóplato.

Los vecinos aseguraron que Catoni iba a alta velocidad. Hubo algunos que quisieron golpearlo tras el choque.

Después del siniestro vial y a partir de la mejora en la salud de su esposa, el periodista de El Diario Gustavo Laurnagaray publicó en su perfil de Facebook detalles del accidente y denunció una protección policial contra el conductor de la Amarok.

Este es el texto que compartió en la red social:

"Apareció la solidaridad, aparecieron los testigos.

CRECEN LAS SOSPECHAS

Les vuelvo a dar gracias a todos los que nos están apoyando, a través de las redes sociales y a tod@s l@s que se interesan por la salud de Marcela (Marcela Chapalcaz), Raúl Chapalcaz y Marta Zabala de Chapalcaz (Marta Zabala).

Todo esto empezó el lunes 4 de mayo, cerca de las 6 de la tarde cuando la Duster en la que iban Marcela, Marta y Raúl (además de Aylén de 8 años, hija de Marcela), fue arrasada por una camioneta Amarok gris, conducida por Javier Catoni (42), en la esquina de Crispiniano Fernández y Pérez del barrio de Villa Alonso Norte.

Marcela salió de la terapia de FAERAC este viernes 8 de mayo. Estuvo cuatro días en cuidados intensivos. Le hicieron un drenaje para aliviar el pulmón y evitar complicaciones del neumotórax. Tiene múltiples fracturas de pelvis (la recuperación estimada para volver a caminar es de 90 días), otras tres costillas fracturas y el omóplato quebrado. Raúl (con cinco costillas quebradas) y Marta (con fuertes golpes) siguen recuperándose.

Testigos

Una vez que pedimos testigos del choque, hubo quienes se comunicaron al facebook, otros nos llamaron y otros pasaron mensajes al celu que dimos. Además hablamos con los vecinos de la esquina del siniestro. Me hicieron notas en el Noticiero del CPETV y en Radio Nacional por el tema de la búsqueda de testigos.

Un testigo del siniestro fue Julián A., quien vio a la Amarok de Javier Catoni desde atrás. El testigo iba en un Ford K. Primero, presenció que Catoni casi choca en la esquina de Beltrán y Pérez (la esquina de la cancha de All Boys). Allí tuvo gestos e insultos con otro automovilista. Y después siguió su marcha a partir de allí aceleró, aceleró y aceleró en una carrera brutal y criminal hacia la esquina de Crispiniano Fernández en la que arrasó a la Duster.

Julián pensó, en esos segundos, que la Amarok "va a chocar a alguien". Y además dijo algo fundamental: 'no tocó el freno'. Nunca se prendieron las luces rojas. Ni por un instante. Julián le reprochó su conducta a Catoni en el lugar. "Yo iba por la derecha", fue lo que repetía el conductor desenfrenado. Además Julián le dejó los datos en el lugar a la Policía. Su testimonio está en sede policial.

Además hablé con el conductor de una moto, cuyos ocupantes salvaron por un instante su vida. Juan M. iba junto a su esposa, Estela G. y sus dos hijos, de 10 y 7 años. Iban junto a la Duster: Juan veía a la camioneta -en la que iban Marcela y sus padres- por el rabillo, durante varios metros. "Cuando iba llegando a la esquina (de Pérez) frené porque escuché el ruido del motor y de las gomas. Y vi que la camioneta (la Duster) seguía y que la chocaba. 'La choca, la choca' dije y fue impresionante", dijo Juan M. Los chicos quedaron temblando en la esquina: esto lo confirmaron otros testigos Evangelina H. y Walter B, una pareja que vive en Pérez, a pocos metros de Crispiniano Fernández. Juan se bajó conmocionado y le dijo de todo a Javier Catoni.

Además le molestó la frialdad de quien provocó el tremendo choque. "En ningún momento se acercó a la Duster ni preguntó cómo estaban los heridos", dijo Juan.

Otro motociclista se bajó y estrelló un ladrillo contra un vidrio trasero, el del lado del acompañante de la Amarok.

Las fotos muestran la violencia del choque. La Duster literalmente voló: no hay contacto de las ruedas con el cordón ni con la vereda que está varios centímetros (casi treinta) sobre el nivel del asfalto. La Duster giró en el aire y quedó con la ochava. Si pegaba contra el cordón, volcaba o se desbandaban los neumáticos. También la trayectoria de la Amarok es un fuerte indicio de la alta velocidad: arrancó de raíz una planta y frenó contra la segunda, la que también dejó inclinada, a medio arrancar.

Hay otros testigos que ya hablaron y se puede reconstruir la criminal carrera de Catoni desde que dobló a toda velocidad en la Spinetto. Erica A. contó que vio como la Amarok "dobló como venía" en la Pérez desde la Spinetto. Y siguió una descontrolada carrera hasta el choque.

Hablé con una decena de vecinos de la cuadra de Crispiniano Fernández y Perez de Villa Alonso Norte. Todos estaban espantados de la violencia del choque. En varios casos tienen la costumbre del mate con la puerta abierta (era un día con sol) y la barrida de la vereda a la hora de la tarde.

Las sospechas

Catoni, el conductor de la Amarok se dedicó a llamar por teléfono apenas se produjo el impacto contra la Duster. Enseguida fue socorrido. Primero llegó una Amarok color blanca. Estaba al mando de Víctor Cepeda, empleado del juzgado Federal.

Catoni sacó una caja negra de su Amarok y la llevó hacia la otra, la blanca. También después llegó otro vehículo. Cepeda tiene formación en realizar sumarios y seguir causas judiciales. Llegó a una emergencia y con celeridad: estaba en pantalón corto. Una de las explicaciones del empleado del juzgado fue: "yo conozco a un amigo (de Catoni), que no estaba en Santa Rosa". A Cepeda le dijeron que fuera a dar una mano, llegó a un lugar que había un heridos, le dieron una caja negra y se la llevó.

Después llegó al lugar del choque otro automóvil, un Gol verde. Y también lo asistió a Catoni.

Una vez que llegó la Policía, el personal se dedicó a proteger a Javier Catoni. Este, incluso dio órdenes; pidió que le sacaran de encima a la gente que lo insultaba.

Mientras todo esto ocurría, Catoni no se acercó nunca a la camioneta donde estaban las personas heridas. Esto a pesar que tiene una fuerte profesional, de estándares internacionales, en custodia y la seguridad de personalidades políticas y empresariales a nivel internacional. Pero no hizo nada para ayudar, mientras los vecinos, desesperados, rompieron la puerta de la Duster y asistieron a quien podían ayudar.

Javier Catoni se dedicó a custodiar, vigilar y proteger su cargamento. Además tenía, en la caja de la camioneta, una enorme y larga baulera, del tamaño de las que se usan para transportar armas largas.

Lo demás fue el bochorno, para decirlo de alguna manera, del personal de Accidentología.

Catoni sacó más y más elementos de su camioneta. Los mostró cuando ya había desplegado la maniobra de evacuación de las cosas que pretendía ocultar. Y nadie se le acercó a decir que no tocara nada del vehículo que provocó un choque brutal. Actuó, Catoni, en una zona liberada.

Y durante dos horas, el conductor que causó el accidente permaneció en el lugar sin que en ese lapso se le hiciera un test de alcoholemia ni de drogas.

El accidente fue a las 17.55 horas, aproximadamente. Catoni, una vez que la gente se fue yendo, permaneció y merodeó en el lugar, Se hizo de noche. Seguía una danza incomprensible (?) en el lugar del accidente. En esas dos horas, no se sabe el papel de los funcionarios policiales. Jamás llamaron en ese lapso y en las 36 horas siguientes para conocer el estado de las víctimas. El oficial, que vio como los médicos tardaron interminables minutos en rescatar a Marcela Chapalcaz y Raúl Chapalcaz, reportaron el accidente "sin novedad" y por lo tanto, sin heridos. Esta era la coartada para entregar la camioneta y dejar ir campante al conductor que provocó el accidente.

A Javier Catoni le entregaron su camioneta, la que subió a una grúa particular. Fue derecho a taller de chapa y pintura.

Cuando el fiscal Paolucci ordenó el secuestro de la Amarok el miércoles 6 de mayo en horas de la mañana (después de ver en los diarios y en las redes sociales la magnitud del accidente), la camioneta ya estaba desarmada en parte. Según allegados a Catoni, el turno en el taller estaba pautado porque tenía algo roto "de atrás": en las fotos se aprecia que la parte trasera y la caja de la Amarok están impecables. Y otro detalle: no tiene patente en esa vista trasera. Tampoco tenía chapa patente adelante.

La gente no come vidrio. Walter B., el vecino de la calle Pérez comentó la escena. "Este tipo daba órdenes. La imagen era esta: cuando se llevaron la Duster (a tiro de una camioneta policial) había uno que estaba haciendo fuerza, Y cuando se llevaron la Amarok, él (por Catoni) le daba órdenes a los miliquitos, que empujaban la camioneta", dijo ese vecino.

Desde el mismo instante que la camioneta Amarok arrasó con la Duster, comenzó a rodar una maquinaria de impunidad.

Además del relato, les agrego las fotos que tenemos a disposición. Son pocas pero revelan mucho de lo que ocurrió en ese plan de impunidad que alguien pidió y alguien puso en marcha. La falta de patente, la impecable parte de atrás de la Amarok (allegados que lo ayudan en el lugar dijeron que ya tenía un turno en el taller por eso estaba desarmada el miércoles 6 de mayo), la Duster arriba de la vereda y deformada (cualquiera que trabaje en accidentes sabe que esa deformación deja heridos), la planta arrasada".

En otro posteo, Laurnagaray detalló quién es Javier Catoni, el conductor de la camioneta.

"QUIEN ES JAVIER CATONI, EL DESENFRENADO CONDUCTOR DEL BRUTAL CHOQUE DE CRISPINIANO FERNANDEZ Y PEREZ.

'Ahh, el loquito...'. 'Si, es un tarado importante...'. 'Cuidado que anda armado'. Apenas uno pregunta por Javier Catoni (42 años), el conductor de la Amarok que chocó la Duster en la esquina de Crispiniano Fernández y Pérez, esas son las referencias de quienes creen conocerlo.

Al mismo tiempo, otro dato es que tiene mucho dinero, pero no se sabe qué hace.

Lo cierto es que Javier Catoni trabajó en agencias internacionales de seguridad, recibió instrucción militar, fue mercenario para el Ejército de Estados Unidos en incursiones en Medio Oriente, es instructor militar y además dueño del coto de caza Don Manuel Hunting Lodge. Este lugar además se ofrece como lugar de entrenamiento en el manejo de armar.

Además Catoni tiene una firma importadora: es vendedor, entre otras cosas de armas.

En Santa Rosa

Catoni, llegó a Santa Rosa porque está casada con una joven que pertenece a una conocida familia dedicada al rubro de la moda y las pieles.

Javier Catoni trabajó entre 2001 y 2007 como Manager de Seguridad International (Worldwide Security Manager) de Holder International.

Esta firma es una de las empresas internacionales grandes en seguridad corporativa en el mundo. Se nutre de agentes y espías norteamericanos, entre otros recursos.

Fue fundada por Frank Holder, oficial de Inteligencia de la Fuerza Aérea de EEUU, quien a comienzos de los 90 fue transferido a la sección de Asuntos Latinoamericanos de la CIA, con base en Buenos Aires. En 1998 se alejó de la embajada y fundó Holder Associates, subsidiaria de la internación Kroll, especializada en espionaje e investigaciones de negocios.

Después Holder vendió su empresa en el año 2007. Y fundó FTI Consulting. Desde el año 2011, Javier Catoni es Director de Seguridad Corporativa de esa empresa.

En esa empresa aprendió la custodia de personalidades políticas empresariales internacionales.

Precisamente durante sus años en esos años, actuó como mercenario en el Ejército de Estados Unidos.

A partir del año 2006, por su relación con una santarroseña legó a La Pampa. Estuvo a cargo de la seguridad del Banco de La Pampa. Allí relató su trabajo para el Ejército yanqui.

La salida del BP fue con un escándalo. En los baños de la entidad aparecieron las paredes manchadas con excremento. Varias veces. Una conducta compatible con el estrés postraumático de los soldados. Nunca pudieron comprobarle esos hechos a Catoni.

Pero finalmente lo echaron cuando llevó un arma larga, muy sofisticada al banco. La tenía en su escritorio. Una alta autoridad (una gerenta) pasó por el lugar. Al otro día lo despidieron.

Venta de armas e instructor militar

A partir de allí, Catoni tiene empresas propias. Funda Royal Entreprise. Tiene tres ramas: Royal Entreprises Defense, Royal Entreprises Trainning Center y Royal Entreprises Importaciones.

La primera, se menciona como "subcontratista militar". En criollo, mercenarios.

La segunda, Royal Training Center ofrece servicios de entrenamiento militar, capacitación y Entrenamiento relacionado a "TACTICAS POLICIALES Y MILITARES, MANEJO DEFENSIVO-OFENSIVO, SUPERVIVENCIA".

Royal Entreprises Importaciones. Ofrece además de electrónica, ropa casual, fotografía y relojería, la venta de armas: Remington, Glock , Beretta, Taurus, Rossi, Sako, Cz, Marlin, S&W, Ruger, Sig y mucho más! Consulte por Munición. "Todo bajo reglamentación RENAR", promete. Quienes saben, aseguran que la venta legal de este rubro es lo menos atractivo.

Proezas con un Hammer

Por todo esto, a Javier Catoni le dicen el "Yanqui", aun esos conocidos no saben toda su historia.

Vive en la calle Lasalle, al 2100 en Villa Martita. Su casa es una fortaleza, con múltiples cámaras de seguridad y medidas que llaman la atención a los vecinos.

En el facebook de Don Manuel Hunting Lodge Javier Catoni aparece con otra persona junto a una Hummer, el vehículo militar rápido por excelencia del Ejército de EE.UU..

Entre los servicios que ofrece Don Manuel hay traslado en helicóptero: se trata de un helicóptero militar. Ese lugar es un lugar de entrenamiento militar, no sólo un coto de caza.

Don Manuel Hunting Lodge es propiedad de la Ganadera San Agustín,m cuyo presiente es Catoni.

Catoni aparece, en un video, andando a toda velocidad. Además de andar en moto y en cuatriciclo, Catoni buscar adrenalina en su Hummer, escuchando el bramido del motor y saltando charcos.

La misma adrenalina que tenía el pasado lunes 4 de agosto, cerca de las 17.55 horas cuando aceleró la Amarok gris a fondo en una desenfrenada carrera que comenzó (a partir de allí hay testigos) en Spinetto y Pérez. Como en el video del Hummer, que se escucha el bramido del motor, los vecinos hablaron del ruidos del motor. Otros testigos escucharon el chirrido de las gomas.

Catoni nunca frenó. Sabe el manejo de vehículo militar. Le apasionan los vehículos aparatosos. Tenía una defensa que provoca enorme daños: sabía que si frenaba, él podía recibir un daño. Nunca frenó, por el contrario: nunca dejó de acelerar. La Duster según los testigos voló: la subió a una vereda, sin tocar el cordón.

Catoni supo que aceleraba. Tiene el entrenamiento de un marine. Después del choque exhibió la frialdad de un militar profesional. Tenía capacidad para ayudar, pero no lo hizo. Se dedicó a otra cosa, entre otras, a evacuar rápidamente una caja negra y otros elementos. En dos tandas. Llegaron dos vehículos. E incluso quedó un baulera, que tendría armas largas, de la que no hubo urgencia en sacar y por la que la Policía nunca se interesó.

Cierro esta historia de la misma forma que un post anterior.

Desde el mismo instante que la camioneta Amarok arrasó con la Duster, comenzó a rodar una maquinaria de impunidad. Ese plan de impunidad que alguien pidió y alguien puso en marcha.

Ahora sabemos algo más de Javier Catoni. Tal vez por su perfil, sus antecedentes, ocurrió lo que ocurrió. Soy periodista, me tocó escribir y acompañar a quienes fueron víctimas de este tipo de maniobra. He relatado la tragedia de las familias víctimas de siniestros viales. Por eso no me sale callar y estas son las armas con que puedo luchar.

Por Marcela (Marcela Chapalcaz) que celebra estar con vida y a quien le espera una dolorosa recuperación por las brutales heridas, por Raúl y Marta (Marta Marta Zabala) y por nuestros hijos.

También por el compromiso que tenemos como ciudadanos cuando nos cruzamos con estos hechos. Y les pido la solidaridad y la comprensión que tuvieron con nosotros hasta ahora".

 

(DiarioTextual)

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