Los nombres se suman, una mujer es asesinada en siniestros actos que no tienen fin. Con el decreto del aislamiento social preventivo y obligatorio a raíz del coronavirus Covid-19, las denuncias por violencia de género han aumentado alrededor de un 39 %, 27 mujeres muertas. De estos casos 4 fueron niñas. Asimismo, se registraron 61 intentos de femicidios. En lo que va del año son 90. Entre enero y febrero 88 niñas/os quedaron huérfanos de Madre.
Estranguladas, apuñaladas, desvestidas, torturadas, ahorcadas, desmembradas y expuestas con sus partes íntimas, las victimas aparecen en sus casas, cerca o lejos casi siempre con una relación íntima con sus agresores. La mayoría de ellas conviven con quien la asesina. Ese varón se siente “moralizador” justiciero” dueño de un poder y validado por una cultura machista milenaria donde la mujer aparece como “propiedad”. Legitimado por diferentes códigos y matices religiosos y un sistema que otorga a los hombres posiciones de privilegio ante las mujeres.
La forma como la agrede es cada vez más siniestra, si le cubre la cara, le dio una puñalada, la estranguló, son mensajes de omnipotencia Estos crímenes casi siempre están relacionados con una historia anterior en la que se presentó el feminicidio. Si hubo denuncias anteriores, las medidas no fueron suficientes, o no respetaron la medida perimetral o el botón antipático las salvó. Todo ese escenario macabro se está haciendo parte de nuestra “cotidianeidad” y pareciera que se naturaliza.
Se mata por sexo, por edad niñas jóvenes, por prostitución u ocupación estigmatizada por ser inmigrantes por lebosfobia [1] y por [transfobia[.2] con la ira, el odio, los celos y la búsqueda de venganza y poder.
¿Porque se acentúa la violencia y aumentan los femicidios durante la cuarentena?
Sin dudas, el confinamiento, el encierro, los cambios de rutina, los problemas de dinero por falta de trabajo, el stress que produce el encierro intensifican la violencia. La mujer se encuentra separada de sus vínculos más cercanos que puedan ayudarlas y esto se convierte en el escenario perfecto para un controlador violento.
Aun con la difusión de las líneas y los equipos interdisciplinarios que trabajan intensamente, el silencio pareciera un cómplice, que permanece y las victimas lo guardan. Es cultural, nuestros adolescentes, mujeres y disidencias no están en condiciones de defenderse, rara vez cuentan sobre las amenazas, y vuelven con su novio, marido, pareja, regresan con el agresor. Si no vuelven al hogar, igual las matan “si no sos mía, no sos de nadie”. Discurso del varón violento. Frase corta y de dominación.
“No se trata de un problema de seguridad, sino que es una problemática social y cultural que no se soluciona con más policía”, expresaron desde el Observatorio Mumalá y a su vez, exigieron “más presupuesto para prevenir, atender y contener a las mujeres, niñes y adolescentes que son víctimas de las violencias machistas”.[1] La respuesta del Estado a través de Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, atendiendo a este pedido aumentó las medidas de prevención y asistencia para abordar la violencia de género. Se habilitaron más líneas telefónicas de ayuda que se suman al 144, y se reforzó con más acciones de público conocimiento, en este contexto de emergencia sanitaria que estamos atravesando.
Para la Psicóloga Social Ana P de Quiroga, una de las posibles causas del aumento del femicidios se relaciona con: “vivir insertos en una sociedad cada vez más violenta, ha crecido en crueldad, conductas siniestras que nos llama la atención, que no era común antes. En este contexto donde crece la violencia y la frustración se genera más violencia, y ¿contra quién se descarga ,sino con el más débiles, los más frágiles? [3].
A partir de esta y otras reflexiones, los femicidios se convierten en objeto de estudio de varias ciencias sociales. Los movimientos de mujeres Feministas en todo el mundo han visibilizado la violencia machista. En Argentina #NiUnaMEnos, surgido en el 2015, convoca cada vez más jóvenes, adultas/os y diverses a concientizar sobre estos crímenes y los derechos de las mujeres.
Los Operadores En Psicología Social creemos que hay una mayor concientización del tema, lentamente se van produciendo cambios en las concepciones de las relaciones parentales y la forma de abordaje multidisciplinario e integral para cada caso. Seguimos insistiendo que desde las familias, instituciones intermedias y/o organizaciones barriales, y fundaciones, se debe favorecer la comunicación, el diálogo y la atención de nuestros jóvenes que se relacionan con desconocidos en redes sociales que utilizan falsas identidades
Las Escuelas deben trabajar desde la perspectiva de la Educación Sexual Integral que implica repensar como se construyen los vínculos, el respeto en base a los estereotipos que se instalan socialmente, y aportar en el correcto uso de las tecnologías.
Debe ser un trabajo sistemático que tienda a la lectura e interpretación del uso del poder. La ESI es una ley vigente desde el año 2006 y obligatoria para todos los niveles, modalidades, de escuelas públicas y privadas.Difundir y hacer público no cuesta nada, ocultarlo lo refuerza.
LA VIOLENCIA DEJA MARCAS, NO VERLAS DEJA FEMICIDIOS” # NiUnaMenos
REFERENCIAS:
lebosfobia [1] es un término acuñado en la década de los 70's para describir el odio y rechazo a lesbianas y hacia el lesbianismo, alude al miedo o a la negativa de personas, organizaciones, agencias y/o gobiernos a enfrentar la realidad y las especificidades que tiene este comportamiento sexual NO heterosexual.
[transfobia[2] hace referencia a la discriminación, al miedo o a las conductas y actitudes negativas hacia las personas transgénero o transexuales. La transfobia no sólo se refiere a actitudes individuales, ya que constituye también un sistema de marginalización y estigmatización hacia la población transgénero y con género diverso en los campos médicos, legales, educativos y laborales.
Ana P. de Quiroga [3] Psicologa Social y Discípula de Enrique Pichón Riviere.