Su nombre en quechua significa diente de reina, por su forma, tiene más de 3 kilómetros de diámetro y unos 440 metros entre el nivel del agua y el borde superior.

Esta asombrosa laguna de 250 metros de profundidad se formó por el colapso de este volcán hace aproximadamente 800 añosy la lava logró alcanzar el Océano Pacífico. Los minerales que la componen le dan un tono verdoso y en los días de sol alcanza un verde esmeralda intensísimo que la hace mágica. Hay fumarolas en el fondo del lago y manantiales calientes sobre unos de los lados.​

Bajamos hasta la playa, no tardamos mucho, una media hora. La cosa es la subida, ahí sí que se complica un poco, son 280 metros en ascenso vertical. La gente del lugar ofrece el servicio de caballos y por 10 dólares subes en“un periquete”.

Se puede acampar tranquilamente en el fondo del cráter, hace muchísimo frio, hay que llevar buen abrigo, comida y agua potable. Se puede dar un paseo en bote o kayac y también observar venados, lobos de paramo, conejos, zorros. También se puede hacer una caminata alrededor del volcán que dura unas 5 horas.Y llevarse unas imágenes increíbles del lugar.

Después de varias horas de viaje entre camino de montañas, rodeados de un paisaje mágico, como lo es todo el centro de Ecuador llegamos al pueblo de Zumbahua, almorzamos arroz y frijoles bajo un toldito de un precario restaurante armado con cuatro palos, un tablón y algunos banquitos y seguimos viaje hasta Quilotoa, la comunidad donde está la laguna. Una subida muy lenta, entre curvas y contra curvas. Fueron pocos kilómetros pero tardamos mucho en hacerlos. La entrada es gratuita. En el lugar hay algunos hostales muy sencillos, venta de artesanías y un estacionamiento. Por suerte aún no ha sido muy explotado el lugar para el turismo. La vida aún se siente calma y en silencio, con un paisaje que impresiona de lo lindo.

Apenas llegamos nos fuimos a hacer la caminata hasta la laguna que en los pocos minutos que hubo sol el color turquesa resplandecía en el agua. Abajo, casi solos, estuvimos recorriendo el muelle, la playa y nos sentamos un rato bien largo en un banquito a contemplar. Después emprendimos la subida, bastante dura, con muchas paradas en el medio para descansar. Un lugareño mayor que se encargaba de sacar la bosta de los caballos del camino se paró a conversar un rato con nosotros, se llamaba Gregorio (como mi abuelo) y cuando le pregunte si antes era un volcán (como para charlar un poco, vio?) me dijo: “Eso dicen, pero desde que mis ojos ven siempre ha sido así” Se dio la vuelta y siguió con su trabajo, a paso lento, subiendo y bajando unas cuatro veces al día.

Se dice también que este lugar fue la última morada del Inca Atahualpa, siendo la última ruta sagrada de los incas.

Esa noche dormimos en el estacionamiento del pueblo de Zumbahua. Al otro día el mercado, de esos que me gustan tanto se había preparado al lado de nuestra casa. Un poco de fruta y pan de queso para arrancar el viaje no vino nada mal. Continuamos andando por la franja central del país, la de las montañas y los volcanes.

Y nos fuimos rumbeando a Quito, la capital de Ecuador, la más antigua de Sudamérica. Lean que interesante, la fecha de su fundación es incierta, hay registros que datan del año 1030 a.c. Sin embargo, se utiliza la conquista española de la ciudad, que fue el 6 de diciembre de 1534, como su nacimiento. El 13 de mayo de 1830 se crea la República del Ecuador, con Quito como capital tras separarse de la Gran Colombia.

En Quito nos esperaba un gigantesco parque que se llama “La Carolina” donde aparcar muy tranquilamente. Es un punto donde los viajeros se juntan. El lugar es uno de los pulmones más grandes de la ciudad (aunque esta rodeada de naturaleza). Desde el verde del parque se observa el entorno invadido de edificios y centros comerciales. Más atrás, las montañas.

Estacionamos en un lugar perfecto, al lado del pastito. También estaban una familia de chilenos viajando en una Combi, una pareja de suizos en una Land Rober y más tarde llego la familia mendocina, esta con la que nos vamos encontrando cada tanto sin coordinarlo.

El parque “La Carolina” es gigante y se pueden hacer todo tipo de actividades. Tiene una pista de atletismo, canchas de tenis, futbol, básquet, gimnasio, skatepark, bici senda, beisbol, mucho bosque, sombra, juegos para los niños, un lago y algo más que seguro me perdí. También en diferentes lugares del parque hay consultorios médicos donde hacen una evaluación de tu estado físico gratuito regalándote fruta y agua fresca.

En el lugar donde estábamos conseguíamos wifi y agua que nos daba la policía. La verdad…un lujo! También el último día llego otro viajero más que habíamos conocido en Playa Rosada, no teníamos muchas ganas de salir de allí. Estuvimos varios días y con ganas de mas pero teníamos que seguir viaje, una amiga querida nos venía a visitar y nos encontraríamos en Cali, Colombia. Deseábamos estar ahí en el momento que llegase. Así que apretamos el acelerador y arrancamos. El país del café más rico del mundo nos esperaba!!

Esperamos que disfruten de este capítulo!

Nos vemos en el próximo!

Gracias por acompañarnos!

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