Desde las playas, donde estuvimos compartiendo con otros viajeros unos días hermosísimos frente al mar volvimos a Guayaquil para entrar desde ahí a las montañas del centro y continuar andando por la cordillera. Pasamos por la bellísima ciudad de Cuenca a visitar a un querido amigo y seguimos rumbo a Baños, un lugar muy turístico, por lo bonito que es y por toda la oferta de diversión y aventura que hay para elegir y hacer en sus alrededores cada día.  

Para llegar hicimos un camino alternativo e improvisado, muy lento, a causa del desborde de los ríos que arrasan con todo cuando llueve mucho. Aunque no tenemos una cuatro por cuatro encaramos igual, el panorama se veía un poco complicado. Fueron varias horas de andar esquivando pozos, buscar huellas y cortar clavos en subidas arenosas. Pero llegamos…! 

Era de noche y fin de semana. Mucha gente en las calles. Un festival de música. Al otro día recorrimos la ciudad y conocimos su paisaje con sol. Dos plazas bien cuidadas, llenas de flores, iglesias, muchos comercios turísticos mesclados con los que son para locales y al final de la calle principal sus conocidas termas. Montañas inmensas y nevadas en el entorno. Cuanta belleza junta! Mirando hacia uno de los lados el imponente Volcán Tungurahua, activo hasta hace pocos años, con sus 5.016 metros, nevado, adornando toda esa hermosura. Y nos fuimos de paseo para poder volar por los aires frescos. 

Anduvimos 15 kilómetros, bien subidos, por un camino de montaña empinado, a paso de hombre y llegamos, a la verdadera y auténtica “Hamaca del Fin del Mundo”. Por solo 1 dólar (20 pesos) jugamos durante todo el día… a volar!  

Años atrás desde un mirador hecho sobre un árbol estudiaban el volcán Tungurahua cuando aún estaba activo, que se encuentra enfrente. Con el tiempo empezó a llegar gente para contemplar desde ahí la belleza del lugar. Se fue haciendo cada vez más conocido y más visitado. Hoy es un punto obligatorio para ir y perderse en la magia de la naturaleza. 

Hay cuatro hamacas gigantes al filo de la montaña, que al balancearse da la sensación de volar ante semejante hermosura. También hay una tirolesa para andar más rápido que el viento. Nos pasamos la tarde jugando. Tuvimos la suerte de ir un día de semana, había muy poca gente y entre ellos un mochilero de Intendente Alvear, un pueblito de nuestra provincia. Se largó un chaparrón y aprovechamos para meternos debajo de un techito donde una señora ofrecía empanadas de queso, fritas, riquísimas.  

Desde Baños de Agua Santa se pueden hacer diferentes paseos, caminatas y circuitos para los distintos lugares. Hay mil actividades como rafting, saltos desde el puente, cabalgatas, tirolesa, caminatas por la jungla y también es posible bajar rapeleando cascadas. Entre otras elegimos visitar una de las 10 cascadas más impresionantes del mundo, el Pailón del Diablo donde se llega caminando por el medio del bosque. Al final del trayecto termina estando uno debajo de la caída del agua, cubriéndonos y empapándonos debajo de una piedra. Todo está muy bien cuidado y ordenado. Rodeados de los sonidos de los animales. Un lugar hermosísimo! 

Otra de las atracciones es andar en tarabita. Una especie de carrito que está colgado sobre un cable de acero que cruza de lado a lado de la montaña, pasando por encima del rio. Nos subimos a uno, cruzamos y fuimos a parar donde nace otra cascada muy conocida, el “Manto de la Novia”. 

Por la tardecita volvimos a la ciudad de Baños, para pasar la noche y seguir rutiando al otro día. Teníamos todavía un pedazo inmenso de país por descubrir y andar. Quito, su capital nos esperaba, y aunque los trayectos son cortos porque el país es pequeño el camino siempre nos sorprende con jugadas inesperadas y lo hace infinito. La suerte siempre juega a favor, el viento sopla y nos lleva para adelante. Ecuador es hermoso! Un país lleno de vida, de frescura, verde por donde se lo mire. 

Esperamos que disfruten de este capítulo! Bien movido! 

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Hasta la próxima!