Las calles de Francia nuevamente se llenaron de manifestantes que salieron a expresar su descontento, tras la aprobación del proyecto del Ejecutivo de reforma de las pensiones. Importantes ciudades como Marsella, Brest, Toulon, Montpellier y hasta la capital, París, contaron con gran convocatoria de una mezcla entre ciudadanos, trabajadores sindicales y lideres de izquierda, que evocaban la revuelta de los Chalecos Amarillos de 2018.
A diferencia de las protestas del miércoles, que parecían estar perdiendo fuerza y congregaban cada vez menos gente, las de estos últimos días -tras la polémica decisión de la primera ministra Elisabeth Borne de valerse del artículo 49.3 para la aprobación- se han tornado más violentas y agresivas.
Al menos una centena de arrestos se produjeron la última noche, en las protestas antigubernamentales contra la aprobación por decreto de la reforma de las pensiones. No obstante, este número es menor que en las jornadas precedentes. El jueves por la noche, pocas horas después de la aprobación de la reforma, fueron más de 200 en todo el país.
Este nuevo tipo de protestas, organizadas al margen de partidos y sindicatos, son más volátiles e imprevisibles. Se desconoce de momento el número de movilizaciones de este domingo.
El sábado se registraron disturbios entre los manifestantes, y la policía los reprimió con gases lacrimógenos.
También, horas antes, las autoridades habían decidido prohibir las concentraciones en la plaza de la Concordia y en los aledaños Campos Elíseos, frente al Parlamento en la capital parisina, por los incidentes registrados en las jornadas anteriores.
Es por ello que los manifestantes cambiaron su marcha en dirección a la Plaza de Italia.
Sin embargo, la decisión de la Prefectura fue poco exitosa ya que, igualmente, la jornada derivó en quema de contenedores y levantamientos de barricadas.
En medio de ese creciente clima de tensión política y social, el Ejecutivo deberá esperar ahora, la definición de las dos mociones de censura presentadas por diputados de fuerzas opositoras, cuyos debates comenzarán el lunes.
Una fue presentada por el grupo parlamentario independiente LIOT, mientras que la otra, por el partido ultraderechista Agrupación Nacional de la ex candidata Marine Le Pen, tal como había adelantado antes de la aprobación.
La primera podría recabar el máximo de apoyos pero, aún así, quedaría a 30 votos de los 287 necesarios para que prospere.
Si bien la aprobación de cualquiera de ellas es poco probable, de darse, obligaría a la Primera Ministra a presentar su renuncia, y el decreto presidencial sobre la reforma jubilatoria quedaría sin efecto.
Para comienzos de esta semana están previstas nuevamente, medidas de fuerza por parte de los principales sindicatos franceses, que desde hace semanas tienen paralizado al país.