Vincent Taylor, que se presenta como Vicente, (aunque luego recuerda que su apellido es “como el de Elizabeth”), es un norteamericano que se considera argentino. “Yo amo Argentina –dice-. Cuando regresaba y veía la bandera en la torre de control, se me caían las lágrimas”.
Hace 18 años que vive en el país y su esposa y sus hijos son argentinos. Viven en San Rafael, donde explotan una finca dedicada a la producción de uvas para vinos.
“Yo soy argentino –dice en un castellano claro pero con acento-. Vivo acá, trabajo acá, me van a enterrar acá!”, como para que no queden dudas de su amor por su gente y esta tierra, a la que admira y describe con orgullo. “Tenemos kilombos, pero vivimos bien”, resume como un nacional más.
EN PICO
Y justamente por ese sentido de la amistad tan nuestro, Vicente “aterrizó” en General Pico este viernes, en medio de una increíble aventura que comenzó el 6 de abril en Colorado, Estados Unidos y que le insumió unas 100 horas de vuelo.
¿Por qué en General Pico? Porque aquí viven los padres de su amigo Mariano, hijo de Cristina y Jorge Rivas, conocidos vecinos de esta ciudad. Mariano, al igual que Vicente, vive en San Rafael, donde han cultivado una entrañable amistad. Así es que bajó aquí para disfrutar del cariño y la cocina casera de sus amigos.
TRAVESIA
Pero la insólita travesía de este navegante del aire se inició a más de 12 mil kilómetros, en su tierra de nacimiento. Vicente compró el monomotor y salió de Colorado rumbo a su primera escala, La Florida, el 6 de abril pasado.
En realidad, la historia comenzó hace algo más de 4 años, en uno de los cumpleaños de Vicente, cuando debajo de su almohada encontró como regalo, un sobre con la inscripción para hacer el curso de piloto. Su esposa, sabedora de su pasión, comenzó a cumplirle el sueño.
“Y me enganché mal –recordó-. La gente para dormir dicen que cuenta ovejas… yo cuento aviones. Completé el curso y comencé a volar en el aeroclub de San Rafael. Pero son aviones alquilados y hay muchas restricciones. Así que me propuse comprar mi propio avión y en Estados Unidos es mucho más barato que aquí. Ya sábes, aquí todo cuesta el doble”, explicó.
Antes de partir de regreso, tuvo que hacer varios entrenamientos con instructores para adaptarse a la nueva nave y sus características, hasta que logró que le otorgaran el certificado legal para volar su avión.
Y además, convenció a un amigo que lo acompañara. “Yo creo que hay que estar un poco loco para hacer esta travesía. Pero más loco está mi amigo que me acompañó”, relató risueño Vicente y aclaró que su amigo regresó a EEUU cuando arribaron a Buenos Aires.
Del aeropuerto de La Florida se dirigieron a Bahamas. Desde allí a Puerto Rico y más tarde a la isla St Maarten, donde descendió en la famosa pista cuya cabecera está pegada a la playa.
COMPLICADO SURINAM
Dos nuevos destinos sin mayores dificultades fueron la isla Granada y Guyana, otra vez en el continente americano. El primer y grave contratiempo se originó en Surinam –la ex Guayana holandesa-, donde debió aterrizar de emergencia en una ruta de ese país que limita con Brasil, y donde terminó preso, esposado.
“Sobrevolábamos Surinam y bajé en una ruta porque de pronto comenzamos a escuchar un ruido fuerte en el motor… un taca-taca importante. Le dije a mi amigo. Mira, ahí tengo una ruta. Yo bajo. Jahh… me encarcelaron un día y medio, me quitaron mi avión, pensaron que yo era un émulo de Pablo Escobar. Tuvimos que pedir hasta la intervención de la Embajada”.
Luego comprobarían que el desperfecto no era tal y que se trataba apenas de una goma que se había soltado y golpeaba contra la parte exterior de la máquina.
AUTONOMIA CON AYUDA
Vicente recordó otro tramo particular de su travesía, en directa relación a la distancia a recorrer y la autonomía de vuelo de su nave. Fue tras su partida de Surinam rumbo a Brasil y tras dejar atrás la Guyana Francesa. “Tienes 4 horas para volar y cuando ingresas a la zona de la amazonia no hay ninguna alternativa para descender. Y además, cuando ya pasaste las 2 horas tampoco puedes volver atrás. Queda sólo llegar a la pista programada. Se hace muy largo y yo no soy una persona religiosa, pero creo que hay algo… En esos momentos uno cree que hay alguien que está ayudando a llegar. Es muy profundo eso que uno siente en ese momento”.
BRASIL PULGAR ABAJO
Luego, destacó que los brasileros en general “son gente 10 puntos, muy buena gente… Pero la burocracia que tienen es tremenda. No quieren aviones chicos en ese país. Yo bajé en Fortaleza y tengo vergüenza de decirlo, pero para tocar el piso, llenar combustible y pagar impuestos, me cobraron 500 dólares, es decir, más de 10 mil pesos… Solo para hacer el aterrizaje”, recordó indignado.
“Y además, me discutían que yo no podía hacer un plan de vuelo sobre Brasil porque yo no hablo portugués, cuando yo tengo un plan de vuelo internacional autorizado por la ANAC (Administración Nacional de Aviación Civil)”, agregó y lo relacionó con la formación castrense que tienen los brasileros afectados al control aéreo. “Nunca más voy a entrar a Brasil con un avión…nunca más”, repitió aún molesto.
Desde allí, todavía en el espacio aéreo de Brasil, Vicente buscó únicamente “aeroclubs y aeropuertos no controlados, que no cobren… Después seguí hacia Buzios y debí evitar toda una zona de control militar hasta Florianópolis y al fin llegamos a Punta del Este”.
En esa ciudad uruguaya debió esperar el momento justo para evitar una tormenta que hubiera podido demorarlo otros tres días. Esperó y logró aterrizar en San Fernando, a tiempo también para salir rumbo a La Pampa antes de la llegada de la tormenta pronosticada para este fin de semana.
BIEN TRATADO
Tampoco olvidó lo bien tratado que se sintió en San Fernando como en el AeroClub General Pico. “Me atendieron diez puntos, espectacular. En San Fernando me atendieron como un duque. Aquí charlamos un rato largo y la pasé muy bien, en contraste con lo que me pasó en otros lugares como Surinam, donde me tuvieron esposado a un banco durante un día y medio”.
Ante la consulta, afirmó que a excepción de Brasil, “con los papeles en orden, el tráfico internacional es muy sencillo y fácil y no tienes problemas. Aduana, migraciones, policía federal… es bastante fácil. Siempre que los papeles estén en orden”.
No obstante, la aventura le resultó “mucho más complicada de lo que yo pensaba. Me llevó a mis límites físicos y mentales. Pero lejos, eh, fue mucho más bravo de lo que yo pensaba. Y no sólo en el avión”.
Este sábado, Vicente partió de General Pico poco después de las 8 y pasadas las 10 de la mañana del sábado llegó a San Rafael, donde se reencontró con su esposa y sus dos hijos varones de 12 y 16 años.
“Sábes qué –suelta en el final-. Si un hombre puede hacer una cosa así, es porque tiene a su mujer que lo apoya. Se lo digo a veces en chiste: es tu culpa. Si tú no me hubieras regalado ese curso yo estaría ahí, trabajando en el surco”.
Nota del editor: Gracias a Claudia y a la familia Rivas, que posibilitaron la realización de la entrevista.