MIÉRCOLES 24 de Abril
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  DOMINGO 22/11/2020
Se cumplen 57 años del asesinato de Kennedy, el magnicidio que conmovió al mundo
JFK llegó a ser el candidato más joven en ser electo como presidente de EE.UU. Lo mataron en circunstancias que nunca fueron esclarecidas.

John Fitzgerald Kennedy ascendió de forma arremolinada hacia la cima y cayó de forma abrupta hacia la muerte. Tuvo una vida llena de hazañas, con un crecimiento intempestivo, con una popularidad avasallante y con la sombra de una tragedia que pareció perseguirlo siempre. Hasta el final, cuando un par de balas le perforaron el cráneo ante los ojos del mundo.

JFK, como lo llamarían luego, nació en la calle Beals, en Brookline, Massachusetts, el martes 29 de mayo de 1917, como segundo hijo de un matrimonio formado por un exitoso empresario y la hija de un político influyente de Boston, que llegó a ser alcalde de la ciudad. A los diez años, se mudó junto a su familia a una mansión en el Bronx, en Nueva York, y comenzó a tomar clases en un prestigioso colegio privado para varones.

Desde su juventud tuvo una salud delicada que lo llevó a estar hospitalizado varias veces. Por sus problemas inmunes también se perdió la oportunidad de estudiar Economía en Londres, tal como había hecho Joe, su hermano mayor, según publicó LM Neuquén.

Tras un paso accidentado por la Universidad de Princeton, hizo un viaje de varias semanas por Europa, hacia donde trasladó también su auto descapotable. Finalmente, cursó Relaciones Internacionales en la Universidad de Harvard, e hizo un segundo y más extenso viaje por el Viejo Continente para iniciar las investigaciones de su tesis. En 1940, después de graduarse con honores, publicó su tesis en formato de libro, bajo el título “Por qué Inglaterra se durmió”, que se convirtió en un fenómeno de ventas.

Aunque sus problemas de salud le impidieron ingresar al Servicio Militar, movió los contactos necesarios para convertirse en voluntario en la Segunda Guerra Mundial. En 1943, la lancha que conducía Kennedy fue alcanzada por un destructor japonés, lo que hizo naufragar a la tripulación. John sufrió una herida en la columna, pero incluso herido colaboró en el rescate del resto de sus compañeros. Su acto de heroísmo sería recompensado luego: ese fue el impulso que catapultó su carrera hacia la presidencia de Estados Unidos.

La familia Kennedy había depositado la esperanza en su hermano Joe, que sería quien continuara con la influencia política en su país. John, en cambio, quería dedicarse al periodismo. Sin embargo, la muerte de Joseph en 1944 durante la guerra cambió los planes. Kennedy se postuló como representante de Estados Unidos por el partido demócrata y obtuvo una victoria. En 1952, se convirtió en senador.

Otra vez, los problemas de salud lo persiguieron. Por las heridas en su columna vertebral, llegó a enfermarse gravemente y a recibir la extremaunción. Sin embargo, el político se repuso y aprovechó su convalecencia para escribir una biografía de congresistas que sería premiada con un Pulitzer.

Tras un ascenso vertiginoso, en 1961 asumió como el primer presidente católico de los Estados Unidos, un país de mayoría protestante. Tenía apenas 43 y se convirtió en la persona más joven en ser elegida para el cargo. Aunque su apoyo en favor de los derechos de las minorías le hizo ganarse algunos detractores, Kennedy cosechó también una inmensa popularidad.

El 22 de noviembre de 1963, John viajó junto a su esposa Jackie a Texas. Tras ofrecer un discurso en Fort Worth, aterrizaron en la base Love de Dallas junto al gobernador de ese estado y su esposa.

A las 11:37 de la mañana, se subieron a un Lincoln convertible en una caravana que los iba a dirigir hacia Trade Mart, donde JFK ofrecería un discurso durante un almuerzo. El auto sin techo permitía observarlos: la sonrisa blanquísima de John, el traje rosa de Chanel de Jackie, y los saludos del gobernador, que viajaba en el asiento delantero.

A las 12:30, tres estruendos quebraron el cielo tejano. Una bala impactó en un costado del gobernador John B. Connally Jr. Le perforó las costillas y se alojó en uno de sus muslos, pero no lo mató. Las otras dos balas, en cambio, modificarían para siempre la historia de los Estados Unidos: impactaron de lleno en la cabeza de Kennedy, que se desmoronó de forma instantánea sobre el cuerpo de su esposa.

 

Jackie sólo tuvo que verlo para entender lo peor. Ante la vista de todos, ante las cámaras de televisión que registraban el momento, el presidente de los Estados Unidos había perdido parte de la masa encefálica y sangraba en el asiento trasero de un auto de lujo. Con su traje rosa ensangrentado, la primera dama gateó por la carrocería en busca de un guardaespaldas. La limusina ya marchaba a toda velocidad hacia el hospital Parkland.

A las 12:36, las agencias de noticias informaron la noticia de los disparos. A la 1 de la tarde, los médicos que intentaron revivir al 35º presidente norteamericano cesaron sus esfuerzos: JFK estaba muerto. Siete minutos más tarde, cesó la operación de las bolsas estadounidense; la noticia corrió y el mundo se quedó estupefacto.

Cuarenta y cinco minutos después del magnicidio, Lee Harvey Oswald, un exinfante de marina de 24 años y único inculpado por el asesinato del presidente, mató al agente patrullero J.D. Tippit. Fue arrestado a las 14,15, apenas unos minutos después de que un ataúd de bronce abandonara el hospital tejano para ser cargado en el avión presidencial.

A la muerte de Kennedy le siguió una serie de hechos confusos. El vicepresidente Johnson asumió a la presidencia en un acto improvisado a bordo del avión, mientras que Oswald era juzgado por el asesinato. El 24 de noviembre, cuando los transferían a la prisión del condado, el acusado fue abatido por el propietario de un club nocturno, en un asesinato que se transmitió en vivo de forma involuntaria.

A 57 años del magnicidio, aún no hay información clara sobre las causas que motivaron la muerte del presidente norteamericano. Se escribieron cientos de libros y artículos, y se filmaron decenas de películas. Se confabularon también varias conspiraciones, que hablaban de intrigas en los servicios secretos y la implicancia de la mafia. Nada, sin embargo, pudo ser probado.

La muerte de John constituye una pieza más del mosaico de una familia atravesada por la tragedia, en la que se repiten los asesinatos, las defunciones dudosas y los abortos espontáneos: la muerte que late siempre muy cerca y que, ese 22 de noviembre, dejó de ser un duelo familiar para convertirse en el luto de un país entero.

(LM Neuquén)

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