El ex ministro de Cultura de Mauricio Macri, Pablo Avelluto, se refirió al uso que hace el gobierno de los medios públicos, y sostuvo que buscan refundar la Argentina bajo las ideas de un partido político. “No reaccionar frente a esto me parece una enorme irresponsabilidad”, dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Pablo Avelluto es secretario general del Movimiento al Desarrollo (MAD). Fue ministro de Cultura, luego secretario de Cultura de la Nación durante la presidencia de Mauricio Macri, y antes, en 2014, se desempeñó como coordinador general del Sistema de Medios Públicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Además, es editor, periodista y escritor.
Me interesaba muy especialmente tener una visión tuya general sobre la utilización de los medios públicos, la utilización de recursos públicos para financiar medios privados, como podrían ser sitios en las redes sociales, de lo que llama la "batalla cultural" el actual gobierno. Una especie de estado general del arte en el tema cultural.
En principio, lo que te puedo decir es que el proyecto de Javier Milei no es un proyecto de alternancia democrática similar a otros que hemos vivido en el pasado. En ese sentido, el proyecto de Milei es refundacional: intenta cambiar la sociedad, como antes las revoluciones socialistas planteaban cambiar la sociedad, o como el fascismo intentó cambiar la sociedad.
Es decir, el cambio no es solamente de política económica, de orientación, si el Estado tiene que ser más grande, más chico, si tiene que intervenir más o menos. Aquí hay un cambio de régimen. Ese cambio se hace desde el Estado, y se hace con los recursos de todos.
La batalla cultural es tan importante como el equilibrio fiscal. Aquí menospreciarla y darle un rol secundario me parece un error, y me parece una irresponsabilidad. Porque todos los días, y varias veces por día, recibimos señales, una tras otra, que nos indican que el rumbo del gobierno es ese. Esta semana hemos tenido, desde la incorporación de este dibujo animado libertario, producido en los Estados Unidos por un grupo de extrema derecha, al canal Paka Paka.
Te cuento una breve historia personal. Yo tenía muchas diferencias y las he manifestado públicamente durante el kirchnerismo, cuando en el personaje Zamba se daba una mirada historiográfica acerca de Sarmiento, acerca de algunos momentos de la historia argentina. Hoy siento que esas discusiones parecen discusiones de un país escandinavo. Digo, cuando veo que directamente se intenta manipular a los niños a través de imponerles las ideas que el gobierno tiene.
Yo soy pluralista, creo que todos tenemos derecho a tener nuestras ideas, y esas ideas son diferentes, y esa diferencia nos enriquece. Lo que no puedo soportar, de lo que tengo una memoria, te diría, casi física y emocional, es el autoritarismo. Es que me intenten imponer una manera de pensar que no es la mía.
Y que se haga desde el Estado me parece una aberración. Me parece la derrota de nuestra democracia, de nuestro sistema político, que hoy está con esa fragilidad enorme que parece un blíndex estallado en pedacitos: de peronismo, pedacitos de radicalismo, pedacitos de liberalismo, pedacitos de izquierdas... y que es enormemente frágil. Tiene una obligación de liderar la defensa de la democracia y del pluralismo ante los avances que genera el gobierno de Milei diariamente.
La situación de los hospitales, la situación del Hospital Garrahan, las escenas que vimos este jueves, y las declaraciones con respecto a la cuestión de los discapacitados de funcionarios del gobierno, nos acercan a niveles de crueldad que los argentinos tenemos que ir muy atrás, y alejarnos de la democracia, para encontrarlas.
Y si no lo hace la política, lo deberá construir la sociedad a través de herramientas novedosas que todavía no estamos en condiciones de definir. Pero yo no me resigno. Y no me quiero resignar a esta transformación donde ayudar al otro, la solidaridad, los derechos humanos, el respeto por la opinión de los demás, la convivencia democrática, sean parte de nuestro pasado. No quiero, no puedo, no debo, no quiero que mis hijos vivan en ese contexto.
Y, por supuesto, me llaman la atención los silencios, las complicidades, las agachadas. Los que eran democráticos y republicanos cuando gobernaban unos, y dejaron de serlo ahora que gobiernan otros. Los que se preocupaban por Paka Paka antes, pero no se preocupan ahora. Los que les preocupaba la salud pública antes, pero no les preocupa ahora.
Se preocupaban por los jubilados, y dictábamos la reparación histórica, y ahora que los jubilados están en la miseria, dicen que no se les puede dar ningún aumento para no poner en peligro el equilibrio macroeconómico. Si el equilibrio macroeconómico nos va a llevar a vivir en una sociedad infame, en una sociedad del “sálvese quien pueda”, el equilibrio macroeconómico no nos va a servir absolutamente para nada.
Pablo, vos hacés una referencia al gobierno kirchnerista, y recién mencionabas elípticamente la doble vara con la que se juzga la utilización de los medios públicos y del financiamiento de medios afines que hizo el kirchnerismo, comparado con el de La Libertad Avanza.
Es mucho peor el actual. Aún cuando el kirchnerismo fue muy grave con su 6,7,8, con sus utilizaciones, a mí me tocó verlo desde la política cultural, con sus espectáculos en el CCK. Aún en la gravedad que tuvo todo aquello, y que tanto vos desde el periodismo, como yo desde la política señalé en innumerables ocasiones, era menos grave que esto que estamos viviendo.
El kirchnerismo está de este lado. El mileísmo está del lado de enfrente. Es decir, aún con todas las críticas que tengo para hacerle, y con todas las críticas que ellos mismos tienen para hacerse, creo que no son equiparables. Yo no quiero poner en un plano de igualdad dos cosas que son cualitativamente diferentes.
El kirchnerismo, no voy a ser yo el que lo defienda, sin dudas cometió errores gravísimos. Sin dudas utilizó los medios públicos como herramientas de propaganda política, utilizó la política cultural en su esplendor, digo, hace 15, 20 años, para difundir sus ideas. Y eso está mal. Y estaba mal antes, y está mal ahora.
Pero la idea de refundación de la Argentina en base a los valores de un partido político, me parece una aberración. Y algo a lo que todos los demócratas, tengamos la ideología que tengamos, vengamos de la tradición de la que vengamos, tenemos que oponernos. Tenemos que movilizarnos y tenemos que reaccionar frente a eso.
No creo que, aún teniendo diferencias con ambos, sean dos demonios similares y análogos. Yo creo que en este momento estamos viendo un retroceso de nuestra democracia que, aún con los retrocesos que tuvo el kirchnerismo, es infinitamente peor. Infinitamente peor.
Me preocupa. Siento que somos como esa rana que se va cocinando en una olla, que le van subiendo un poquito la temperatura del agua a cada minuto, y que cuando quiere reaccionar ya está muerta. Y me preocupa. Y por eso, cada vez que puedo, trato de señalar, de marcar un llamado de alerta.
Ojalá me equivoque. Pero no reaccionar frente a esto, me parece una enorme irresponsabilidad. Ser testigos y no intervenir en el lugar que cada uno pueda y como pueda, por aquellas ideas que nos construyeron como sociedad. Que tienen que ver con el modo en el que convivimos en nuestras diferencias. A mí me parece que es una tremenda irresponsabilidad. E instamos que no a lo que debemos decir que no. Y no nos quedemos callados.
¿Qué te pasa cuando ves las negociaciones y el acuerdo que han anunciado los referentes del PRO, fuerza que vos integraste, con La Libertad Avanza?
Mirá, me genera una vergüenza enorme. Porque yo creí, y como muchos creímos, que el PRO, cuando se constituyó, cuando ganó las elecciones en la Ciudad y hace 10 años, cuando llegó Mauricio Macri a la presidencia de la Nación, era un liberalismo democrático y progresista. O que tenía componentes de un liberalismo democrático y progresista.
El liberalismo argentino venía de una tradición autoritaria enorme. Había apoyado a todos los golpes militares. Mariano Grondona, con quien trabajé unos años en la radio, y además fui su editor, él, después de la dictadura militar, tenía una frase que era escalofriante. Él decía: “El liberalismo argentino”, y se refería a sí mismo muchas veces en cierto sentido— “ha estado más preocupado por la libre flotación del dólar que por la libre flotación de los cuerpos en el río”.
Y yo creo que el PRO, en eso, marcó una oportunidad de reconstruir un liberalismo, de construir por primera vez en la Argentina un liberalismo democrático que tomara temas de la agenda progresista. Eso no tiene absolutamente nada que ver con apoyar un gobierno autoritario, reaccionario, violento en las formas, y me genera una profunda desazón.
Porque empiezo a pensar si aquello que yo creí, en lo que yo creí, en lo que participé, fue real o fue ilusorio. O si el oportunismo de muchos dirigentes, los lleva a abandonar aquello en lo que creyeron. Lo que no puedo tolerar es convicciones intermitentes. Republicanismo intermitente. Como ese periodista, creo que era Lapegüe, que a la noche hacía el “prende y apaga”. El republicanismo se prende y se apaga según quién gobierna.
Y a mí me parece que si vos tenés convicciones, las convicciones son para siempre. Son tu identidad. Tus convicciones son lo que la gente va a esperar de vos. Y si tus convicciones van para un lado, van para el otro, o simplemente, porque la gente mayoritariamente, circunstancialmente, tiene otras ideas, entonces te plegás a eso, a mí me parece aberrante. No lo comparto. Me duele, por supuesto.
No todos somos iguales. Hay dirigentes que se han alejado del PRO: Guadalupe Tagliaferri, Horacio Rodríguez Larreta, Emma Ferrario, con los cuales trabajo. Y hay muchos en la segunda línea, que no son tan conocidos, y que no comparten esta idea. Y esto quedó demostrado en las últimas elecciones en la Ciudad de Buenos Aires.
Yo creo que es un momento de convicciones, y el PRO ha mostrado que no las tenía. O no las tenía, al menos, como yo había creído, o quise creer, o me hubiese gustado que hubiese ocurrido. No estaban. No estaban. Y eso es enormemente doloroso. Como cuando uno descubre que el mundo no era como uno creía que iba a ser, y que las personas actúan con intereses diferentes a los que uno cree que deberían sostener.
Para mí es una decepción muy dolorosa. Pero, aún así, y aún en el medio de este bajón, de esta derrota… tengo enormes esperanzas por lo que la sociedad argentina va a construir.
Porque, les digo algo que es una perogrullada, pero Milei no va a estar siempre. Alfonsín no estuvo siempre. Menem no estuvo siempre. Kirchner no estuvo siempre. Cristina no estuvo siempre. Macri no duró para siempre. Milei tampoco va a durar para siempre.
Y lo que va a venir después de Milei va a tener que ser tan nuevo como fue Milei en su momento. Sólo que va a tener que interpretar valores que yo creo que siguen estando presentes en la sociedad argentina, y que no podemos descuidar.
Así que, pese al bajón del presente, soy optimista en lo que la sociedad argentina pueda construir para volver a un rumbo democrático.
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