MIÉRCOLES 24 de Abril
MIÉRCOLES 24 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  VIERNES 16/09/2022
Oskar Aizpeolea y Fran Martín: “Somos de dos escuelas distintas pero nos hemos respetado mucho”
Son los directores de “Tarde de verano”, el cortometraje que en el último Festival de Cine se llevó el premio del público.

Aizpeolea ya se había refugiado en la escritura. Con savia nueva, Martín le devolvió las ganas y el resultado fue un trabajo elogiado por todos (*). Aquí compartimos un extenso diálogo con los dos directores.

 

Oskar reconoce que ya estaba “decidido a seguir escribiendo y escribiendo". Dice que fue Fran "que hizo que me volviera un poco a picar el bicho del cine”.

-Francisco: En realidad, Oskar me llamó para trabajar en lo que sería la parte de audiovisual de una obra de teatro, para filmar unas escenas que se integrarían en una obra homenaje a Manuel Puig. El homenaje estuvo presente desde el primero momento. Por motivos de pandemia y por motivos de complejidad de logística del elenco y demás, ese proyecto de la obra de teatro se abortó a fines de 2019…

-Oskar: La puesta tenía un texto de Puig, y el puestista había decidido hacer un prólogo filmado con ciertos personajes, pero era algo inventado. Se rompía la película y aparecían en escena los personajes.

-Francisco: Y ahí Oskar me invita para hacer eso. En ese momento, nosotros abortamos el proyecto teatral teniendo todo el material audiovisual filmado, que eran escenas que no tenían una coherencia, una continuidad que por sí solos no decían nada. Y ahí decidimos un poco dejar el proyecto en stand by, para ver qué camino tomaba.

-Oskar: Yo empecé esta manía que tengo de reciclar todo, anduve meses. Que no le encontraba la vuelta. Hasta que un día aparece. Aparece el personaje que hace Fabio Aste. Lo escribo, enseguida se lo doy. Él me dijo que le gustaba. -Aste hizo un largo, “Vereda tropical”, donde hacía de Manuel Puig. Y conmigo, de mis 4 películas, filmó 3.- Se lo envío y al toque dijo: “si, si, yo lo hago”. 

-Francisco: Ahí arranca toda la complicación para que el proyecto avance. Fabio logra filmar. Le pedimos que se autofilme. Fabio logra filmar esos monólogos, esas tres confesiones importantes que hace el protagonista, de algún modo rememorando lo que fue una infancia con un conflicto difícil de resolver para él. Lo hizo con cámara en movimiento, porque le dimos dos o tres pautas de cómo era la estética.

-Oskar: Incluso el día que lo iba a hacer, porque estaba bastante ocupado, hablábamos y yo le daba pautas. Justo con su pareja, al estar encerrados, hicieron unos cortos en pandemia y ya tenían el timming aceitado. Realmente, cuando nos mandó el material, yo me emocioné, porque tiene mucha verdad. Aste tiene mucho parecido  físico a Puig. Por algo lo eligieron para el largo.

--Cómo fue trabajar entre ustedes, ponerse de acuerdo?  Oskar que viene de un cine más tradicional  y Francisco que arranca como de las nuevas generaciones.

-Oskar: Yo fui el primero en Argentina, el tercero en el mundo, en hacer largos con material digital. Después de mi primera película, la que dirigí en La Pampa “Loraldia, el tiempo de las flores”, gané una beca en EEUU. Que ni la había solicitado, esas cosas que me llaman un día del departamento cultural de la embajada, si quería. Y después, cuando ya estuve allá y tomé confianza con uno de los coach, le dije: “Cómo me seleccionaron a mí que no tengo nada que ver con el cine que hacen uds?” Justamente. Porque nos gustó lo que hacías, y quizás te convenzamos. Y yo vine acá, y todo el mundo me dijo que estaba loco. Tengo colegas que me decían: “pero cómo voy a arriesgar mi prestigio con algo que es un video”. Y yo le decía, no es un video. Era el HD. Nadie me lo va a reconocer. Pero de verdad, lo digo sin vanidad.

Es verdad que somos de dos escuelas distintas, pero nos hemos respetado mucho, y aún en lo que disentimos, probamos lo de uno y lo de otro, pero muy bien.

-Francisco: Es cierto que si uno se pone a pensar en cuestiones de gustos, hay muchas cosas que no coincidimos. Las cosas en las que coincidimos, coincidimos con mucha pasión, mucho amor y mucha entrega, y compartiendo cosas que no las podés compartir con nadie más. Eso hace que las diferencias no se sientan como algo conflictivo. Sí creo que es el encuentro de dos modos de hacer. Quizás no dos modos de pensar el cine, porque los dos creo que ubicamos al espectador en el mismo lugar, los dos tenemos un mismo sentido de la imagen, el mismo valor del sonido, el mismo valor de los personajes, pero sí con distintas técnicas, con distintos recursos.

-Oskar: Cuando llegó el momento de la edición, le dije: “Mirá, yo siempre estuve sentado al lado del editor, pero no manejo nada”. Y él lo sabe hacer.

-Francisco: Entonces esta co-dirección yo también la siento desde un lugar donde mi aporte desde el montaje es muy fuerte. El guión es absolutamente de Oskar. Yo no tuve nada que ver en ese proceso de guión. Pero sí tuve mucha injerencia en las puestas de cámara, y que el montaje en definitiva, es un modo de escribir. Es la tercera escritura.

--Y cuando están desarrollando el trabajo, se permiten que el guión pueda modificarse de algún modo?

-Oskar: Si, de hecho sucede, pero en este caso se respetó bastante, yo diría casi un 95 por ciento.

-Francisco: Si, en este proyecto particularmente. Pero hay cosas que ahora no recordamos, por ejemplo, que ciertos detalles del principio cambiamos, te acordás? Te dije: esta escena podríamos ponerla antes, o ciertas cuestiones del recorrido, de las caminatas… Ha pasado tanto tiempo, que el sentido no ha cambiado.

-Oskar: Hemos trabajado como si fuera un largometraje, y dura 15 minutos.

--Qué información tenías Fran, de Oskar Aizpeolea?

-Francisco: Ninguna. La única información que tenía era que mi viejo me decía: si vos querés hacer cine está este tipo, que era vecino nuestro. Yo desde los 12 que quería hacer cine, entonces de los 12 a los 18 fue un camino largo, pero seguro, yo ya sabía que me quería ir. En ese momento ni lo pensaba, no lo dimensionaba, por eso digo, como una especie de pecado de la adolescencia. Pero cuando lo descubrí a él, lo descubrí en la totalidad y de un primer momento. Fue así.

--Y cuando descubriste qué había hecho, de quién se trataba, qué te pasó ahí?

-Francisco: Una cosa que tengo es que yo tengo pocos amigos, y los amigos que tengo intento que sean gente con la que puedo producir lo que sea. Puedo producir, puedo crear. Y yo con él, fundamentalmente lo que vi, fue eso. Fue la capacidad de decir: yo con este tipo puedo sentarme a hacer algo, puedo sentarme a componer lo que sea. No sé qué camino tomará, pero para mí fue eso. Inclusive yo primero lo conocí y después vi sus películas, después leí sus libros, después leí lo que escribía, después vi las fotos que sacaba. Pero yo acepté a trabajar con él, después del primer encuentro que tuvimos, que tomamos cuatro mates.

-Oskar: Incluso fue muy gracioso, porque ese día que viniste te agarró una tormenta. Volvía a Pico y estaba atardeciendo. Se va y el padre lo llama y le dice que había una tormenta terrible en toda la ruta. Y se vuelve y se quedó a dormir.

Yo lo que quería decir de lo que compartimos de la pasión por el cine, con esto del montaje de la película, que hasta el último momento estábamos los dos: “agregale un segundo, a ver, esperá, no son 2 segundos…”, que por ahí el espectador ni se da cuenta, pero nosotros le buscamos… y 15 días antes del Festival llegamos a la versión final.

--Y a vos Oskar, qué te pasó cuando lo conociste? Porque de algún modo él venía también con su lustre de chico medio genio del cine.

-Oskar: Claro. Yo estaba bien dispuesto. Cuando lo quiero convocar descubro quién es él realmente. Tenemos amigos en común. Él venía siempre. Entonces me dicen “-Uhhh no viniste al Festival. Estaba la película “La Estrella”. -Ahh, no sabía nada. Yo hubiera ido”. Todavía pensé: “Serán los Martín que yo conocía?” Cuando quiero convocar, vi algunas notas y dije: Hay que llamarlo. Pásenme el número. Bueno, él viene y lo primero que me dice es que me mandaba saludos Miguel Martín. Y yo le digo “Qué, vos lo conocés?”, y él me dice “Si, mucho. Es mi papá”.

La historia es que mi padre, cuando vinimos a vivir a la calle 26, le alquila la casa al abuelo de él, al padre de Miguel. Y ahí se estableció toda una relación. Yo de hecho, desde aquella vuelta no había vuelto a entrar hasta ahora. Siempre me resistía. Un día que iba a entrar ví que había una fotocopiadora. Y yo soy para eso, es como que corto el lugar y no quiero entrar más. Pero gracias a ustedes (alude a la gente de Contraviento) lo hice. Y el primer día ya a mí me gustó, porque él tenía muy claro: “Pero vos qué querés que haga yo”. Y a mí me encantó porque él dijo que aportaba su cámara, que no es poco.

--Y con el resultado cómo quedaron? Están conformes?

-Oskar: Si. Muy conformes. A tal punto que yo la he liberado ya a la película. No tengo nervios. Y me gusta. Creo que tiene cosas de los dos.

--Termina la edición y uno se despoja de esa historia?

-Oskar: No, a mí esto es la primera vez que me pasa. Porque siempre que proyectaba las películas, me parecía que era como un hijo que estaba encerrado en el cine. Lo sentía de antes, y ahora ya no. Tengo ganas de que se vea porque creo que es un buen trabajo. Una cosa que enseguida Fran me planteó fue: “y si la hacemos en formato 4x4, cuadrado, como las películas de antes?, y yo dije: sí. Y ahí le metí el cine ruso, los alemanes.

-Francisco: Y a mí me pasó que yo estoy re contento con el resultado. Sobre todo, porque en un momento yo pensé que lo íbamos a perder. En un momento, el inicio no me gustaba. Con él compartimos una metodología de trabajo que es muy efectiva, que es “cuando algo no nos sale, no nos enredamos y avanzamos con otra cosa”. Y a veces van cosas que van quedando, y fue quedando, y había cosas que no me gustaban, y me parecía que ese inicio iba quedando, y le aportaba mucho amateurismo a algo que me parecía que estaba muy cuidado, porque es un corto también que tiene mucha cercanía con la musicalidad. Tiene todo un ritmo visual, sonoro. Cuando le logré encontrar la vuelta, que yo le hice una propuesta a él, para cambiarle una cosa del principio, y a él le gustó, la laburamos juntos. Después, ciertos ajustes de ciertas escenas. También es lo que te va pidiendo la obra en sí, y ahí terminé quedando muy contento, y cuando lo vi en el cine la vez pasada haciendo la prueba técnica, me gustó más que inclusive haber visto “La Estrella” en pantalla grande (su película anterior). Fue una experiencia muy loca. No como diciendo un trabajo es mejor que el otro, sino como diciendo lo que atravesé. Quizás porque antes estaba muy nervioso, y ahora desde otro lugar, pero la verdad que fue muy revelador.

--Es concreto esto de que la digitalización también te permite cosas que antes requerían una producción monstruosa?

-Oskar: Absolutamente. Y te puedo dar el primer ejemplo. Hay una secuencia que el personaje de una de las mujeres camina, y atraviesa lo que indudablemente es una estación del ferrocarril, y esto tiene alumbrado moderno. Lo filmamos y lo vemos, y Fran me dice: no te preocupes. Lo borró él. Eso, el efecto especial, aún en digital, sigue costando mucho dinero. Pero en 35 costaba fortunas. A mí, narrativamente me gustan mucho los fundidos encadenados (una imagen va desapareciendo y va apareciendo la otra). En mi primera película, que es la única en 35, yo tengo una secuencia así, importantísima dramáticamente. Eso se hacía por lo que se llamaba truca, en los laboratorios Alex, justamente. La hicimos, y para mí quedó muy corta, muy rápida. Entonces hicimos otra, y quedó larguísima. Pero no teníamos plata para probar de nuevo. Y tuve que elegir entre la corta y la larga. Yo cuando la veo siento eso, y esto tiene que ver con la musicalidad, porque en la película, toda la música es especialmente compuesta, de este corto. Al compositor (que es conocido mío, ya me hizo para otras películas),  le habíamos hecho una maqueta que es la que está en el tráiler. Y cuando nos dio la música, nos juntamos ansiosamente. Yo estaba en Bs As, hablé con él, vinimos acá y enganchaba perfecto. Lo que pasa es que Fernando Giusiano compone, lee, mira los cortos y después, cuando compone, va mirando las imágenes. Y eso hace la diferencia. Por eso digo que se ha trabajado como si fuera un largo.

--Cómo ven el futuro del cine pampeano?

-Oskar: No tengo opinión sobre eso. Porque he visto muy poco. Creo que tendrá tanto futuro como tenga futuro el país.

--Motiva de alguna manera el Festival?

-Oskar: Pienso que sí. Lo que yo decía. Que Pico siempre fue una sociedad más cinéfila que otros lugares de La Pampa. Y de hecho los tengo, porque tradicionalmente yo recuerdo a mis abuelos, en Barón había, pero venían al cine acá, mis padres. De hecho, tengo colección de programas que están en ese libro que te comenté “Será por eso que dejamos de soñar”. Y esto me permite enganchar con el futuro. Creo que ha cambiado la manera de ver. Será por eso, como digo, que Edison les ganó a los Lumiere. Porque los Lumiere: pantallas y cine. Y Edison había creado el kinetoscopio, que yo llegué a ver en el museo del cine de Turín. Era algo individual, como ahora, que mirás las películas en un celular. Es un avance, pero es como un retroceso.

-Francisco: Lo que no tenemos en La Pampa es una industria audiovisual. A veces no las hay en los grandes centros urbanos. En algunos lugares, el espacio que ofrece el Festival lo genera una universidad, lo genera un cine club. Acá en La Pampa, yo creo que lo genera el Festival.  Que es un evento cultural a nivel provincial muy importante. Este año, la competencia regional de cortos tiene un nivel re alto, y eso está muy bueno. Y a mí, particularmente, me deja re tranquilo. Hay gente que está haciendo, porque es muy frustrante pensar en la posibilidad de que uno es el único que hace.

--Cuando se oyó en la inauguración que se habían presentado 400 trabajos a la selección, hace pensar que la única gente que no se entera del interés por el cine es la gente de la universidad, las autoridades de cultura, porque no hay facultad de cine, no hay facultad de artes. Y hay mucha gente en solitario, que con nada de plata y con una imaginación no desarrollada produce cosas muy interesantes.

-Francisco: Cada vez más, el acercamiento al cine no sólo es de gente que estudió cine, sino gente que hizo Comunicación y se metió al cine, gente que hizo Bellas Artes, gente que hizo Danzas, gente que hacía Música. Entonces es el arte que de algún modo refugia a las demás en términos de hacer. Es el arte más cara, y es la que más visibilidad genera. Tiene sus particularidades, pero creo que mientras el Festival exista, hay una posibilidad de pensar en la continuidad.

-Oskar: Teníamos un profesor en la escuela que nos decía: “Las cámaras son los dioses de esta época”. Vos ponés una cámara plantada en una esquina, y la gente se para a mirar. Y ahora, con la nueva tecnología y los celulares, todo el mundo quiere ser estrella. Te cuenta todos los detalles de su vida. También hay algo que no ayuda, a esto lo hablo ya desde el punto de vista del arte, de la dirección de arte, que es lo que yo puedo hacer por ser arquitecto. Por ejemplo, no se respeta: vos tenés que ambientar años ’40. Dónde encontrás un tiro de cámara para poder hacerlo? No se ha preservado lo original. En otros lados, sí. Porque adentro podrás mirar y es super moderno, pero por fuera las fachadas se conservan. Y ni qué hablar del vestuario. Por ahí tenés suerte, que en los pueblos quedó algo de una abuela que estaban por tirarlo a la basura y vos lo agarraste. Nos parece que lo moderno es borrar el pasado. Yo hice la carrera de cine. Empecé sobre los finales de arquitectura. En la Enerc, del Instituto –(la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica, dependiente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales)-. Mi tesis fue un corto de 15 minutos sobre un cuento de Tennessee Williams con Analía Gadé.

 

(*) Francisco Martín se recibió de Licenciado en Cine en la Universidad Nacional de Córdoba. Ha realizado cortometrajes y dirgido el largometraje “La estrella”, protagonizado por su hermana, la actriz Julieta Martín. Oskar Aizpeolea egresó de la ENERC junto al recordado Fabián Bielinsky y a Mauricio Skorulski, hoy director de TV en Montevideo. Colaboró en la escenografía y vestuario del film “El juguete rabioso”. En 1991 realizó su primer largometraje, “Loraldia (El tiempo de las flores)”, filmada en Colonia Barón. En 2001 dirigió “La rosa azul”, con Analía Gadé, en 2003, “El fuego y el soñador” y el mismo año, “Apocalipsis 13”, una experiencia teatral que filmó en 13 días en el Teatro Colonial, de Avellaneda.

Comentarios
 
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 17/09/2022 | 13:43 Hs
Enviado por Noemi Evangelista
Excelente nota!!! felicitaciones al periodista que fue desarrollando con sus preguntas un relato atrapante de la vida de los dos cineastas. una prueba de que Dios sabe porqué haces las cosas...todo tiene un porqué.
 
 17/09/2022 | 10:27 Hs
Enviado por Ana
Lindísima la entrevista que nos acerca con claridad a los autores de "Tarde de Verano" y a la concepción y realización de este hermoso corto!
 
 17/09/2022 | 02:19 Hs
Enviado por Jorge
Dos genios de La Pampa! Maravilloso Corto ❤️
 
 17/09/2022 | 00:14 Hs
Enviado por Evangelina
Felicitaciones 🎊 Fran y a su colega 👏👏👏 y por muchos éxitos más !!!!
 
 16/09/2022 | 21:49 Hs
Enviado por omar
clara muy de acuerdo , CONOCEMOS MAS de estos dos personajes , que los funcionarios que NOS GOBIERNAN
 
 16/09/2022 | 20:47 Hs
Enviado por Clara Zappettini
Excelente la nota: el lector conoce de forma amplia y muy cálida la personalidad de estos dos realizadores. Cómo fue su capacitación, y su encuentro, y el resultado artístico del mismo.
 
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