Corre, limpia, barre. Eso fue la “ CoLimBa”, recordada minuto a minuto, segundo a segundo, por ex soldados clase 1959 que cumplieron con el Servicio Militar Obligatorio en el año 1978, en el entonces Destacamento de Vigilancia Cuartel General Pico, hoy Regimiento de Caballería Ligero 13.

Abrazos, sonrisas cómplices y alguna que otra lágrima en más de uno. Ese estado de felicidad, que se reitera casi anualmente en el grupo, se renovó el pasado sábado en la sede del Sindicato de Camioneros de General Pico.

Hace 46 años ingresaron por la guardia del viejo Cuartel, para cumplir con la obligación patriótica. Año convulsionado, movilizado por el Mundial que por primera vez terminó ganando nuestra Selección Nacional en el Monumental.

A la par, y en contraste con esa felicidad plena, los entonces soldados miraban con un dejo de preocupación lo que sucedía en la frontera con Chile, donde latía un conflicto bélico inminente.

En medio de esa turbulencia, los entonces pelados a la fuerza -y hoy pelados por el paso de los años-, varios al borde de la jubilación, tejieron una amistad que se tornó férrea, inquebrantable.

Ese “compromiso” tuvo renovación de votos el sábado por la noche, en un divertido encuentro, donde más de uno pudo demostrar algunas de las “habilidades” adquiridas tras el paso por el cuartel.

El grupo, integrado por hombres que hoy día trabajan en oficios y profesiones disímiles, dispensó un momento para recordar a quienes formaron parte de la clase, y hoy ya no están en el plano terrenal. Dejaron atrás aquel año donde la enjundia juvenil convertía cada lunes en una especie de estudiantina de chicos de 18 años diferenciada, claro, por la presencia del casco y fusil en mano.

Las historias quedaron guardadas en una tenida que se extendió hasta la madrugada, y en el cofre las sonrisas y abrazos sinceros.

Un marzo de 1978 los reunió, los unió en episodios obligados que generaron disgustos pasajeros, pero no generó dispersión. Será hasta el próximo encuentro, con más canas, calvicie, kilos de más, fisonomías cambiadas que obliguen a la pregunta dura, “¿quién eras vos”?, para terminar en el abrazo eterno, luego de la revelación de la identidad.

(R.G.)