La inflación de agosto de este año fue un 54,4% más alta, y este flagelo se vuelve cada vez más grave. El 4% de alza de precios que hubo en el último mes fue superior al promedio de 12 meses que registraron los 19 principales países de América juntos. Se excluyen a Venezuela y Haití porque están inmersos en circunstancias muy particulares.

O sea, Argentina tuvo una inflación del 54,5% en los últimos 12 meses, varios puntos por arriba de la suma de las cifras individuales de inflación que tuvieron el resto de las naciones americanas en ese mismo período que fue de 51,2%.

La gestión de Cambiemos tuvo tasas de inflación del 4% mensual o más en 7 oportunidades y las consultoras estiman que el aumento de precios correspondiente a septiembre rondará el 6%. Todas las subas estuvieron relacionadas con las devaluaciones que sufrió el peso argentino.

El FMI pronostica una inflación promedio a nivel mundial para este 2019 del orden del 3,6%, pero Argentina solo será superada en este ítem por Zimbabwe.

Se puede hacer una comparación entre el precio de determinados productos y la cantidad de minutos que necesita trabajar una persona para poder comprarlo. La suba de precios acumulada en este año es del 30%, pero algunos supermercados venden sus alimentos con un alza del 33,3%. La distorsión es otro problema, porque pueden encontrarse productos iguales con valores que difieren en hasta un 20%.

El gremio de los empleados de comercio es el más grande a nivel nacional (cuenta con 1,2 millones de afiliados) y el sueldo mínimo promedio de este sector para septiembre es de $35.000. Si se toma como referencia ese ingreso, la canasta del profesional ejecutivo que confecciona el Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (CEMA), se divide ese sueldo por ocho diarias en un mes y se lo compara con el precio de algunos comestibles que se venden en Capital Federal, se obtienen distintos resultados.

Para comprar un aceite de girasol de primera marca son necesarios 33 minutos de trabajo, para adquirir un queso crema untable se debe trabajar por 44 minutos, para poder disfrutar de 1 kilo de nalga o 1 kilo de asado son necesarios 62 minutos y 49 minutos, respectivamente.

En el rubro limpieza, las relaciones se dan así: Para el caso de un shampoo de primera marca hacen falta 41 minutos de trabajo, para comprar un paquete de 16 toallas femeninas hay que esforzarse por 45 minutos, mientras que para un desodorante en aerosol se requieren 37 minutos de labor.

Por otro lado, si el cálculo se realiza pero considerando el salario mínimo, vital y móvil, los valores suben ya que el monto de referencia para una jornada laboral de 8 horas diarias semanales es de $15.625 por mes.

Entonces, para adquirir un aceite de girasol son necesarios 73 minutos de trabajo, para un queso crema untable la cantidad de minutos sube a 99, y para acceder a 1 kilo de nalga o 1 kilo de asado se debe trabajar durante 139 y 111 minutos, respectivamente.

“Por primera vez en mucho tiempo se está produciendo una reducción en los niveles de consumo de productos básicos. Otros ciclos recesivos estaban más caracterizados por un deterioro en la calidad del consumo, con mutación de patrones de primeras marcas premium a selectivo o masivo. En cambio en la actualidad se observan bajas en la compra de productos básicos como carnes (-11% en el año) o leche (-9% al primer semestre), algo que no se verificaba en otras crisis de consumo", explicó el economista del Observatorio de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), Sergio Chouza, al portal Infobae.

Por otro lado, la diferencia es notoria con los profesionales ejecutivos que deben destinar muchos menos minutos de su tiempo de trabajo para poder adquirir los mismos productos. Por ejemplo, un aceite de girasol ya lo pueden comprar con 5 minutos de trabajo, un queso crema untable alcanza con 8 minutos y 1 kilo de nalga o 1 kilo de asado les lleva solamente 11 y 9 minutos de labor, respectivamente.

Pero más allá de estas diferencias en los ingresos de los distintos sectores, todas las familias transformaron sus patrones de consumo, aseguran los analistas y cada grupo aplica diferentes estrategias para hacer frente a la compleja coyuntura.

“Se han incrementado notablemente las compras con tarjeta de crédito, incluso en cuotas. Se viven tiempos complicadísimos para una amplia cantidad de hogares en lo que los ingresos ya no rinden como en el pasado. La inflación y la devaluación es una bomba de tiempo, para los que tienen ingresos asalariados o changas”, indicó Andrés Di Pelino, director de la carrera de Economía de la Universidad de Belgrano.