SÁBADO 27 de Abril
SÁBADO 27 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  JUEVES 07/03/2024
La Espalda de Marlon Brando para MaracóDigital presenta “Crónicas pampeanas”
Por: Oskar Aizpeolea
Hoy: “Todos los días es el día de la mujer”

Lusitania Fasano de Aizpeolea, mi madre, es inolvidable.

Son inolvidables las actrices y hadas madrinas Susana Campos, Analía Gadé y Bárbara Mugica.

Inolvidables son Abuelas, Tías, Primas, Sobrinas, Hermanas y Compañeras de Estudios.

¿Y las maestras?

Lo que van a leer a continuación --y dedico a mis Amigas de Ayer, Hoy  y Siempre-- es una historia real que sucedió en un pequeño pueblo de La Pampa.

¿Por qué no recordar a una MAESTRA así, con mayúsculas, en estos tiempos en que dirigentes sindicales hablan de “educación” pero no hablan ni  proponen debates sobre los contenidos ni la calidad de la “educación”?

Esta es la historia que fue escrita para la celebración del centenario de Villa Mirasol:

No recuerdo cuando la vi por primera vez. Guardo en la memoria nuestro último encuentro una calurosa tarde de verano. Se la veía tan bella y elegante como siempre. Había llegado a la madurez, pero sus ojos claros transmitían una vitalidad poco frecuente. Su sonrisa era la de una jovencita acaso porque nunca dejó de ser una niña que soñaba con ser maestra.

Y maestra fue. Dedicó su vida a enseñar. Enseñar. Un verbo bastante olvidado en esta época dominada por lo que el gran director de cine Roberto Rossellini definió como semicultura.

“La semicultura es la ilusión de saber, y es peor que la ignorancia porque nos engaña haciéndonos creer que sabemos. Los gobernantes, legítimos responsables de este engaño, hacen que la semicultura sea una verdadera epidemia”.

Irene María Fontich, nacida en la zona rural de Colonia Inés y Carlota, cumplió su destino y vocación de maestra.

Maestra

En mi memoria de director de cine la veo como a la protagonista de una película clásica, en blanco y negro, cuya escena principal transcurre en el aula de una escuela: numerosos alumnos y una maestra.

Irene María, con dulzura y firmeza, entregaba el conocimiento, fuente de toda sabiduría. Lo hacía con generosidad y sin distinciones de ninguna clase, pues para ella todos, niñas y niños, eran sus alumnos.

Maestra. Y podemos repetir, como si fuese una letanía: maestra, maestra, maestra.

Hoy que vivimos en el pretendido siglo de las comunicaciones estamos más incomunicados que nunca. No nos escuchan y no escuchamos. La semicultura avanza y parece que no hay antídoto.

Pues bien, sépanlo todos desde ahora y para siempre. La señorita Irene sabía hacerse escuchar. Tenía la palabra y tenía el conocimiento. Tenía poder y, al contrario de quienes nos sumergen en la ignorancia, también tenía autoridad. Una autoridad que venía de su cultura siempre actualizada, y una autoridad con la que la brindaba a los demás. Enseñaba con el ejemplo a todos los pampeanos de buen corazón.

Irene –quien siempre será “mi señorita”- dio clases en varias escuelas de La Pampa. Entre otras, las de Colonia Barón y Villa Mirasol.

“La Fontich”, así  la recuerdan los mirasolenses. De ese modo ella vive en el eterno presente de ese pueblo centenario. Cien años que significan muchas historias. A veces, al hacer la crónica sólo aparecen hechos e instituciones, y el viento de la memoria aleja a las personas que protagonizaron eso hechos. Un pueblo es, básicamente, de sus habitantes.

Invoco ahora al viento del recuerdo para escribir en el cielo el nombre de Irene María Fontich.

Blanca Rosso era hija de una familia pionera en el entonces llamado Territorio Nacional de La Pampa. La panadería de los Rosso  amasó el pan y acaso los sueños de muchos inmigrantes que se fueron instalando en la zona en los tiempos de los primeros pobladores.

Blanca se sentía casi hermana de Irene, quien supo alojarse como pensionista en casa de la Familia Rosso. Eran tiempos del antiguo edificio de la escuela, construcción en la que “la Fontich” dio clases muchos años.

Blanca Rosso me permitió ver  fotografías mientras contaba anécdotas compartidas con la señorita Irene.

Tomo como legado y hago mía una de esas anécdotas transformándola en la escena de un guión cinematográfico que bien podría ser el génesis de una película.

 

Escena 1--Exterior—Calles de Mirasol—Medianoche.

Es la víspera del día de la madre.

La cámara recorre las calles del pueblo. Es muy tarde y no se ve iluminada ninguna casa. Todo Mirasol duerme.

De pronto, la cámara se detiene frente a la panadería de Rosso, y allí una luz indica que hay alguien despierto.

La cámara se acerca a la ventana y descubrimos a Irene trabajando sobre la mesa del comedor.

Escena 2—Interior-Comedor Casa familia Rosso--Medianoche.

Irene escribe sobre pequeñas tarjetas de un blanco luminoso. Y luego de escribir a cada tarjeta le va prendiendo una flor azul –nomeolvides—que sujeta con una cinta de seda, y al mismo tiempo va dejando las tarjetas ya terminadas en una pequeña canasta de mimbre.

Está muy concentrada en la tarea, y se sobresalta cuando aparece Blanca, en camisón y adormilada.

Blanca:--¿Todavía estás levantada?

Irene:--Tengo que terminar, mañana es la fiesta.

Blanca:--¿Y hacés tarjetas para todos?

Irene:--Son 25 nenas y 15 varoncitos. Nada más que 40 tarjetas, Blanquita.

Blanca:--40 tarjetas, 40 nomeolvides…

Irene:--Y un solo día de la madre.

Blanca:--Tenés razón…¿Te traigo un té calentito?

Irene:--¡Uy, sí, qué rico!

Blanca sale del comedor.

Irene sigue muy entusiasmada con su tarea para que sus alumnos regalen las tarjetas a sus madres.

La cámara avanza hacia la mesa y muestra en plano detalle una de las tarjetas. Allí se lee:

"NO ME OLVIDES VILLA MIRASOL"

Comentarios
 
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 14/03/2024 | 09:12 Hs
Enviado por Marta Marche
Oskar, qué bella historia... Muchos atesoramos recuerdos de alguna "Señorita Irene", quizás se llamaban María, Elsa, Beatriz .. Ellas nos formaron y muchas veces fueron nuestro refugio al que acudíamos buscando ese abrazo de delantales blancos .. Hermoso relato que me llevó a mi infancia.. Gracias!
 
 10/03/2024 | 10:39 Hs
Enviado por Favio
Gracias Oskar, que hermoso homenaje y de yapa como dice un Amigo la perfecta reflexion sobre el estado de nuestra educacion y el concepto de semicultura...cuanta verdad, triste verdad. Gracias.
 
 09/03/2024 | 23:19 Hs
Enviado por Fontanillo Enrique
Bonita historia , que a los nostalgicos nos transporta gratamente en el tiempo de los recuerdos
 
 09/03/2024 | 20:52 Hs
Enviado por Pilar
Impecable y bello homenaje.
 
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