Muy lejos en el tiempo aún se recuerda el valor de aquellas primeras mujeres que en una sociedad absolutamente machista, lograron imponer sus ideales logrando recibirse en las primeras médicas del país, tal el caso de Cecilia Grierson (1859-1934) y Julieta Lanteri (1873-1932). Esta última guerrera fue capaz de enfrentar al mundo político, y mediante un simple tecnicismo transformarse en la primera mujer en disputar una banca en la cámara de diputados de la nación… claro que el mundo político de aquella época no estaba preparado para soportar semejante acto de irreverencia.

Como olvidarse de la socialista Alicia Moreau de Justo (1885-1986), quien con solo 21 años funda el Movimiento Feminista, y en 1920 fue una de las fundadoras de la Unión Feminista Nacional, con el fin de unificar distintas organizaciones feministas que comenzaban a aparecer; además de presentar un proyecto de ley sobre el sufragio femenino, el cual solo vería la luz en 1947 de la mano de Eva Duarte de Perón.

La larga lista podría seguir con Victoria Ocampo (1890-1979), Lola Mora (1866-1936), y tantas otras mujeres que lucharon por la igualdad de género, para que hoy contemos con las leyes  de cupo femenino (1991) y finalmente la de paridad de género en ámbitos de representación política (2017).

La ley de ESI sancionada en el 2006 pone fin al viejo modelo patriarcal basada en una inapelable aceptación de dos géneros –con la consecuente justificación de la homofobia- , la aceptación del sexo solo en su función reproductiva –muy lejos de la concepción swinger y del afamado poliamor-, y de una familia basada solo en los dos primeros pilares, lo cual se aleja de las típicas familias ensambladas de nuestra actual sociedad. Pero esta ley no solo impulso con fuerza de mandato la igualdad de género, sino que amplio horizontes desde la cuestión sexual, al transformarse en la piedra angular que terminaría con el reconocimiento al matrimonio igualitario (2010) y la ley de identidad de género (2012); como así también fue la precursora del debate –aun no cerrado- del aborto.

Luego de este breve marco referencial considero que vivimos en una sociedad donde, a pesar de sus grises, hemos alcanzado un grado de igualdad genérica que solo puede ser inadmisible para una feminista extrema que en su cosmovisión del mundo, cree que solo mediante la violencia y mostrando sus pechos puede llegar a cambiar la historia de un país; por lo que debemos evitar en las escuelas dictar una ESI basada en vapulear al género masculino –centrada en un revanchismo histórico absurdo- y centrarnos en una enseñanza basada en el respeto mutuo.

Daniel Fornerón, Profesor de Geografía.