VIERNES 29 de Marzo
VIERNES 29 de Marzo // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  MARTES 20/07/2021
En San Luis, donde vivía, murió el Tano Facini, un referente indispensable del teatro comunitario
Tenía 63 años y había partido de muy joven de su Bahía Blanca natal junto a otros dos amigos -Alejandro y Dante-,  a recorrer Argentina haciendo teatro.

La vida de Carlos “el Tano” Facini –actor, director, docente-, fue un constante viaje entre el teatro que se propuso hacer y los lugares que quería recorrer, desde aquel viaje iniciático que comenzó con otros dos amigos entrañables y que nos permitió conocerlos en el lejano 1985 en General Pico.

Alejandro (Juan), Carlos y Dante, aquellos tres locos amigos teatreros que un día se hicieron de un viejo automóvil Ford de la década del 40 y se echaron a la ruta para recorrer la geografía de Argentina, ocuparon las páginas de los diarios y tuvieron su espacio en radios y tv cuando llegaron a La Pampa.

La propuesta era simple: ofrecían funciones teatrales a su paso por los pueblos, con una rutina cuasi circense que entonces era mucho más atractiva y que después se hizo popular con la denominación de teatro callejero. “La democracia bien entendida empieza por casa”, titularon el espectáculo.

Los conocimos en Santa Rosa y fue como encontrar viejos amigos, de tal modo que también se instalaron en Pico, en nuestra casa, y actuaron en esta ciudad y en otros pueblos cercanos. Pero actuar era un pretexto, porque el bagaje de conocimiento y la disposición que tenían esos tres amigos era superlativo. Pintaron el frente y el interior del Comedor Municipal de la calle 11, hicieron funciones a beneficio en Pico y Trenel, ayudaron en los hogares de ancianos…en fin, tenían un empuje y una voluntad enormes, que excedía por completo lo artístico.

Y un buen día partieron, siguieron su camino, retomaron la idea de recorrer el país.

Algunos años después –varios-, nos enteramos que como siempre sucede en las mejores historias, el amor trastocó esos planes. Apenas si llegaron a Villa Valeria, un pequeño pueblo del sur de Córdoba cercano a Del Campillo.

Allí Alejandro se enamoró y decidió quedarse. Fue director de Cultura, pero no abandonó su vida de artista trashumante, al igual que sus dos amigos, que cambiaron itinerario pero siguieron ligados al arte.

Carlos, “el Tano”, recaló en San Luis. Al cabo de un tiempo conoció a una puntana, Sonia, la Negra, y con ella tuvo a sus dos hijos, Anahí y Joaquín.

Pero su alma de caminante no le dejó aburguesarse allí. Cumplió con aquel sueño de los tres amigos y ya convertido en docente dio clases y dirigió y actuó espectáculos en varios lugares del país. Vivió varios años en Ushuaia, donde junto a una pareja amiga crearon un grupo que dejó huella y, cuando no, abrió el camino a otros grupos.

Nos reencontramos en una escena de película. Fue en 2012, 27 años después de aquel lejano julio de 1985 en Pico. Pero ahora en Trelew, donde participamos con el Grupo Casiopea de un Regional de Teatro al que asistieron grupos de todo el sur argentino.

El segundo día compartíamos el almuerzo todos los elencos. Otro entrañable amigo del teatro, Pely Malgá, lo hacía en la otra punta de donde estábamos. En un momento se levanta y grita: “Calla, acá hay uno que dice que te conoce”. Se llenan mis ojos de lágrimas al escribirlo. Primero la incredulidad. Luego un abrazo interminable y un diálogo que se extendió tantos días como compartimos en el Encuentro, instalados en el mismo hotel.

Desde entonces mantuvimos contacto permanente y el teatro volvió a juntarnos en forma esporádica, en los puntos más distantes. En 2014 coincidimos en la Fiesta Nacional del Teatro en Jujuy, adonde el grupo del Tano había accedido, igual que nosotros, tras ganar el Provincial.

Y en Tolhuin, en Tierra del Fuego, donde aún jugaba de local, en un encuentro antológico, que se realizó por completo en un polideportivo, donde se desarrollan todas las actividades sociales. El único equipado para atemperar el frio.

Luego ya fue visitarnos por elección, recibirlo en nuestra casa, visitarlo en San Luis o en la Villa El Chocón, donde vive su hija Anahí y donde también se instalaba para acompañarla por temporadas.

Acompañamos su dolor en 2017, cuando le tocó despedir a María, su mamá, a la que cuidó varios meses en Bahía y a quien le cumplió su deseo de descansar en Tornquist, el pueblo natal de María.

Por él volvimos a saber de Alejandro, que vivió varios años en Uruguay y regresó a Argentina no hace tanto. Con él compartimos la incertidumbre de no volver a saber de Dante, a quien el Tano creía viviendo en Chile, convencido de que un día aparecería como si se hubiera ido ayer.

Las crónicas de sus pagos lo retratan hoy, en el Día del Amigo, por sus hechos, por sus realizaciones, por lo que hizo. Desde San Luis se constituyó en un referente imprescindible del teatro comunitario, respetado, admirado y querido.

A nosotros nos toca otra vez –puta madre-, despedir a un amigo. El Tano era un tipo sano, naturista, alejado de los excesos, amante verdadero de la vida al aire libre y de los caminos, respetuoso de la “pachamama”. Cuando pudo, su mejor inversión fue “La Primavera”, un motorhome con el que pensaba seguir recorriendo caminos. Tenía para dar un largo trecho aún. Pero el coronavirus fulminó sus pulmones en dos semanas.

Cuanta tristeza. Maldito virus. Mucha luz Tanito querido.

Alberto Callaqueo – Alicia Datri

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