Juan Carlos Altavista supo encontrar en “Minguito” un personaje lleno de amor y simpleza, aunque era un hombre de Buenos Aires podía ser cualquier personaje de nuestro pueblo y que tiene como particularidad ser puro corazón.
Sin dudas se escribirán mejores cosas, yo simplemente quisiera compartir la vivencia que tenía como un niño de 10 años cuando aquella nochecita entró a la cocina (en el campo donde vivíamos) mi tío abuelo, linterna y en una mano radio, en la otra diciendo “murió Altavista”, primero lógicamente el descrédito de pensar que el viejo había entendido cualquier cosa! Pero luego por todos lados se confirmaba lo peor.
Ese día salía al aire -en diferido- el programa “Vamos mingo todavía” y uno lo esperaba como tantos otros lindos programas que había. Esperaba verlo en la “Santa milonguita”, sus ocurrencias, sus gestos! Pero ese día el programa no llegó nunca.
Luego los comentarios; que su corazón, que el día del amigo y justo él! Pero yo no podía asumir que no estaba más, no podía entender esa ausencia y que iba a ser algo definitivo. ¿Por qué se tenía que ir si todos lo esperábamos?
Hoy ya han pasado treinta años y cada vez que, gracias a la tecnología que nos rodea, puedo traerlo a mi lado con un video y, como dice el tango “…El milagro de la evocación” vienen a mí con otro sentido; las palabras de mi tío abuelo (que tampoco está) y veo que en algo tenía razón: murió Altavista, pero “Minguito” no va a morir jamás!!!
Roberto A. Falco
DNI 26.854.003