Si vos pasas por la ruta 40 desde el centro de Bariloche camino al Bolsón y Esquel, podes no ver mucho. Si detenemos la mirada, en la ex ruta 258, a la izquierda están los barrios: Nahuel Hue, Malvinas, Maitén, Cooperativa 258 y 136 viviendas pero esto es difícil de ver, te tenes que meter, insertar… A la derecha el Frutillar, 2 de abril, Unión, 645 viviendas, Valle Azul y el 29 de Septiembre; más adelante sobre mano izquierda Pilar 1, Pilar 2 y Dos Valles. En este sitio alrededor de 40.000 habitantes viven y sobreviven en estos espacios. Y cuando digo sobrevivir, lo hago con sentido literal, el frío en Bariloche no es como en el centro de nuestro país.
La cuestión es que en el 29 de Septiembre se sobrevive, con casas de maderas, chapa y algún que otra construcción en seco. El 29 de Septiembre está desde el 2011, y hoy viven allí 320 familias, mucha gente que luego de una larga lucha edificó su hogar, como pudo, en busca, sin duda, de una mejor calidad de vida.
También en este lugar se construyó un salón comunitario; sí, de esos que acogen, cuidan, acompañan, miman, bancan, ayudan, acá no se mendiga ni se impone… acá se ofrece, es un espacio donde se practica la compasión. Patricia (referente del barrio) y quien fuera su pareja: Pablo Codouy, (ese es el nombre que lleva el centro), quien falleció hace 4 años, fueron los iniciadores del barrio. Patricia con Mercedes (coordinadora de la gestión del centro) y Érica (coordinadora desde hace 4 años del merendero 'Manitos de amor') abren el salón para dictar talleres y brindar un espacio de contención para los chicos y chicas del barrio.
Merce y Érica son dos de vecinas que le ponen el tiempo, el cuerpo, corazón y la razón, luchan por un espacio distinguido para los pibes y pibas del barrio. Construyen con mucho esfuerzo un espacio físico real donde poder dar dignamente la merienda a los pibes y pibas del barrio, lugar donde poder celebrar la vida, donde poder encontrarse.
Si no te acercas no puedes ver la maravilla del paisaje. En ese lugar no hay luz, no hay gas, tampoco agua, ni cloacas, pero la vista es impagable, el marrón de la eminente elevación del terreno montañoso, recubierta en la cúspide por la nieve blanca, hacen que tu mirada se pierda en el tiempo y sientas la maravilla de la inmensidad, pero si bajas la vista allí están ellos (lo mejor de este paisaje) los vecinos “del 29”, que luchan por tener un lugar digno como merecen, con servicios (y cuando digo servicios es amplio eh, se trata de un lugar abierto a la comunidad.
Según Wikipedia, un servicio es un conjunto de actividades que buscan satisfacer las necesidades de un cliente. Aquí, involucrado, el Padre Miguel, un gran caminador… bien organizado y afinado su ritmo, también su mirada, descubre y redescubre en el otro el don, o dones, que Dios les dio.
Puedo afirmar que el corazón que tiene le alcanza y sobra para acompañar a esas cuarenta mil personas, con la misma intensidad a cada una, le sobra amor y lo reparte… porque “Cuando se comparte siempre sobra”, sostiene, como salesiano que es. Acompaña a su ritmo organizado, abrazando a esa población (como lo hubiera hecho Don Bosco) impulsando a la gente, siempre mirando hacia adelante, sabiendo que los laterales no siempre son tan simples. Un gran impulsor, pone el cuerpo a esto con gran convicción, apoya contiene y no mendiga en absoluto… pone todo: alma, razón, corazón y voz (no puedo dejar de mencionar sus piernas, esas que caminan todo).
Dos comunidades de hermanas: Mariana, María, Alfonsina (por un lado) y Nancy y Ana (por otro) también ponen su amor allí, gestando sabiduría y amor en otros y caminando junto a otros y otras que quieren colaborar de cerca, como lo hacen Anita y Milagros, dos grandes voluntarias laicas que, enviadas con certeza, dejan su aporte de amor y esperanza, brindando su voz, acción, sabiduría y calidez. El padre Diego y Paul Thang (salesianos) hacen un montón pero no se mucho, simplemente lo intuyo.
Para todos ellos el lugar es el mismo, tampoco mezquina frío, pero el amor está, encendido por una llama fuerte que alimenta la esperanza de confiar en que en algún momento alguien más se va a sumar a colaborar.
Por Romina Paola Franco - General Pico - 19 de Julio de 2019
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