Sintéticamente, de su vida pública diré que nació en 1940 en Florida, Buenos Aires. A los 18 años se afilió a la U.C.R.P. (Unión Cívica Radical del Pueblo) presidida por el Dr. Ricardo Balbín. Se recibió de Abogado en la Universidad de Buenos Aires. En esos años militó activamente en la FUA (Federación Universitaria Argentina).

Recibido de Abogado se instaló en San Carlos de Bariloche en la Provincia de Río Negro. En el año 1964 el Gobernador¸ Carlos Nielsen, lo designó Subsecretario de Asuntos Sociales, cargo que ocupó hasta el golpe militar que derrocó al Dr. Arturo Illia.

En 1973 fue Presidente del Comité Provincia de la U.C.R. y electo Diputado Nacional hasta el golpe militar. Fue arrestado y desaparecido. El reclamo por su aparición que a nivel nacional e internacional impulsó Illia logró que lo liberaran pero, sin pasaporte y con prohibición de salida del país por ser considerado “persona de alta peligrosidad intelectual”.

En 1983 electo Gobernador de Río Negro. Finalizado su mandato en 1987, electo Diputado Nacional. En 1989, Vicepresidente 1ro. en el Comité Nacional, en 1991 Presidente de la Convención Nacional. Crítico al llamado “Pacto de Olivos”, firmado por Raúl Alfonsín y Carlos Menem y opositor a la Reforma de la Constitución.

Cuando el organismo que presidía se reunió en nuestra capital, Santa Rosa, abrió la sesión y antes de comenzar el debate dijo algo más o menos así: “Todos saben la opinión que tengo sobre el tema a tratar por haberla hecho pública, por tanto comprenderán que no puedo presidir esta sesión. Solicito permitan me retire y traten en primer lugar, fuera del temario, mi renuncia indeclinable a esta presidencia”. Así era “El Flaco”, fiel y firme en sus convicciones. Su decisión enfrió las asiduas reuniones que mantenía con Alfonsín, pero no deterioró la Amistad que los unía.

En 1970 había fundado junto a Raúl Alfonsín, el “Movimiento Nacional de Intransigencia y Renovación”, transformado en 1972, con la incorporación de Conrado Storani, en “Movimiento Nacional de Renovación y Cambio”.

Junto a Sergio Karakachof eran considerados los intelectuales más profundos, defensores y estudiosos del Krausismo y la filosofía radical.

Escribió trabajos muy claros sobre Alem, Yrigoyen, Lebensohn, Illia. Recomiendo leer, de su autoría, “Política y Ética Social. Yrigoyen y el Krausismo”. Historiador, profesor de Filosofía y Lógica Simbólica, columnista de los diarios La Nación y Río Negro.

Formaba parte del Instituto Nacional Yrigoyeneano, al que le aportaba desinteresadamente sus conocimientos y la propiedad donde funcionaba. Fundó y presidió la Fundación Illia, al que consideraba el más fiel intérprete del legado de Yrigoyen y seguidor del filosofo Karl Cristian Friedrich Krause, cuyos principios son la base filosófica que inspiraron a Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen en la creación de la Unión Cívica Radical.

Sería muy extenso escribir sobre Osvaldo, pero como una síntesis de sus pensamientos, voy a transcribir un par de frases y una carta, que parece escrita ayer, pero es de 1994.

Defensor acérrimo del federalismo dijo: “No hay democracia real si no hacemos un federalismo económico, si no nos ponemos de pié”.

Motor impulsor del traslado de la Capital Federal a Viedma por creer, entre otras cosas, que era una manera de defender la plataforma marítima supo decir “La mejor manera de proteger el Mar Argentino es ocupando la Patagonia”.

La Carta:

A los Radicales:

¿Quien, como en otros tiempos, podría hoy acercarse a un comité partidario y afiliarse para militar en la Unión Cívica Radical?.

¡Cuántos afiliados no participan en absoluto y más bien critican las ideas y conductas de los dirigentes y gobernantes! 

Hoy, por muchas razones, se es radical más por la historia y la de sus grandes figuras (Alem, Yrigoyen, Lebensohn, Larralde, Illia, Balbin, por ejemplo) que por el presente.

En los últimos tiempos y desde cierto punto de vista, hubo demasiadas claudicaciones. Los dirigentes, en buena medida, no son ni creíbles ni convincentes.

Sin embargo hay muchos radicales sinceros: los casi anónimos ciudadanos, que fiscalizan los comicios, que participan de las campañas proselitistas, que cuentan las epopeyas radicales, con nostalgia e ilusión, esos que constituyen los componentes de una ancha red de comités o ateneos al que van no porque crean o confíen en sus jerarquías actuales, sino porque sospechan que en algún momento, de ahí mismo germinará una nueva dirigencia, con nuevos cuadros.

O con el retorno de generaciones de mujeres y hombres probos que están, por decisión propia o por la expulsión implícita de las seudooligarquías internas, marginados y humillados.

¿Está el radicalismo muerto?

SÍ, definitivamente, si lo juzgamos por los cuadros mandones y rapaces, sin ideas y sin conductas coherentes y desinteresadas.

NO, si valoramos su necesidad actual y la esperanza de su futuro.

En todo caso está moribunda una idea y una conducta de una concepción gerencial del partido, no sus integrantes, que vienen a ser algo así como radicales sin partido, pero con la recóndita ilusión de recuperarlo”.

Siguiendo sus enseñanzas recuerdo una frase de otro gran radical: “Ha llegado el momento de empuñar el látigo blanco y rojo de nuestra bandera y echar a los fariseos de ese templo laico que es la Unión Cívica Radical”. 

Atentamente:

Oscar Ricardo Ferraris
Presidente Delegación La Pampa
Instituto Nacional Yrigoyeneano