Y en inútiles confrontaciones para la tribuna descalifica las opiniones divergentes. Así es como afirmó: “El Estado solo no puede contener la pandemia si la gente no entiende que no se pueden tener reuniones sociales, que es imprescindible que nos quedemos en casa hasta que las autoridades sanitarias puedan controlar la situación y que la circulación de personas debe ser la mínima necesaria. Sólo desde la liviandad de la oposición se pueden sostener este tipo de posturas irresponsables”.
 
Entonces, a quienes no comulgan con las acciones del gobierno provincial y nacional los acusa con el mote de “opositores” y “anticuarentenas” que están en contra de la vida o, más dramáticamente, a favor de la muerte.

Cuando se impone la ignorancia, las frases hechas y repetidas hasta el hartazgo, la obediencia debida y la genuflexión boba, entonces nos interpelan y asombran otras prácticas y métodos ejercidos, por caso los realizados en Japón; y sin entender demasiado nos referimos a ellos como: “el milagro japonés!!!”

Y cuando hablamos de “milagro” lo asociamos inconscientemente al pensamiento mágico; entonces le bajamos el precio al pensamiento crítico y a los métodos alternativos que se atreven a no seguir las guías y protocolos del pensamiento único, del poder dominante y las instituciones sometidas.

La patética e infame Organización Mundial de la Salud está colonizada y al servicio de mandantes que tampoco toleran las divergencias. Integrantes del festival para el saqueo del planeta, la Fundación de Bill y Melinda Gates, el magnate Soros, las tóxicas multinacionales Farmacéuticas y Financieras, la China oportunista que hoy corre a ocupar el lugar que abandona EEUU en el financiamiento de la OMS, son la contracara de lo realizado por Japón frente a la pandemia.

Durante la emergencia, en Japón nunca se impusieron restricciones para el movimiento de personas, y las actividades de todo tipo permanecieron abiertas. En absoluto se utilizaron aplicaciones de celulares para rastrear los movimientos de la gente, y mucho menos se siguió la fórmula de la OMS de “testear, testear y testear”.

Japón hizo pruebas de diagnóstico a tan solo el 0,2% de la población, uno de los índices más bajos entre los países desarrollados.

El enfoque japonés basado en focos infecciosos (clusters) puso en ejecución un rastreo de contactos exhaustivo y retrospectivo para identificar fuentes comunes de infección. Con un sistema nacional de seguro de salud, una atención médica de alta calidad y una red nacional de centros de salud pública local, Japón enfrenta exitosamente y con cautela el tratamiento de la pandemia!!

Y las cifras de Japón: casi 130 millones de habitantes distribuidos en ciudades densamente pobladas; la superficie del país tiene 377 mil km2 (poco más que la provincia de Buenos Aires), lleva registrado al comenzar Agosto 33.000 contagios y 1.000 muertos por COVID-19.

La Argentina, en CIENTOcuarentena y con la tercera parte de habitantes que Japón, registra más de 200.000 contagios y 4.000 muertos. Es decir, casi 20 veces más contagiados por cada millón de habitantes y 12 veces más de muertos Argentina que Japón!!!

Mientras tanto, los mercaderes del dolor ajeno trabajan sin descanso para el negocio de la enfermedad, porque la salud no es negocio. Así nos anuncian que la “vacuna salvadora” es el camino a seguir por los 7 mil millones de infelices bípedos que habitan la Tierra. Son los mismos intereses que boicotean toda línea de investigación de quienes no pertenecen a las logias del poder real.

Los gobiernos de Alberto Fernández y Sergio Ziliotto acatan, por carácter transitivo, el discurso único del “universo científico” financiado por las multinacionales farmacéuticas y las pautas del Orden Mundial. 

Gobernantes atemorizados que, por imperio del terror, mantienen en vilo a la población. Es el nuevo terrorismo de Estado, pero en democracia. Durante siglos se fueron forjando los Estados Nación, dotados del monopolio de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, germen necesario para caer en Estados Policiacos a la medida de los sueños mesiánicos que se asientan en lo más retrógrado y primitivo del ser humano.

Entonces, cuando el diputado Balsa escupe su “verdad revelada” respecto de la cuarentena estricta y el control social fascista, no hace otra cosa más que desnudar un papel de “bufón de la corte”, con discursito nac&pop pero con el garrote escondido de los peores fachos que supimos conseguir.  

Ese rumbo llevamos, hacia el control totalitario a la manera del gobierno de China, que despierta admiración en los padrinos políticos del diputado Balsa y en él mismo. 

La historia nos condena. En las dictaduras militares encontramos la mayor exacerbación de las bestias, con las oligarquías reaccionarias como cómplices necesarios. Pero no fue menos  ruin y despreciable el coronel Perón (gran “gorila” de “gorilas”) que no pudo resistir la tentación de crear su propia policía torturadora (así le pagó el favor a Cipriano Reyes), a imagen y semejanza de la policía secreta de Hitler o Mussolini.

Ya lo dijo Paulo Freire: “Cuando la educación no es liberadora, el sueño del oprimido es convertirse en el opresor”.

Carlos Rolero