A sus 43 años, Andrea Langhoff pudo descorrer por completo el velo de misterio que la agobió desde niña, cuando supo que era adoptada.
Y pese a las mentiras y a la oscura trama de secretos con que pretendieron confundirla, pudo llegar a la verdad, una verdad sencilla y simple pero tan contundente que dejó al descubierto a quienes llegaron a negarle respuestas de modo inexplicable.
En diálogo exclusivo con MaracóDigital.net, Andrea reveló este jueves que pudo establecer sin lugar a ninguna duda, no sólo quien es su verdadera madre, sino también quien es su padre y que ambos viven. Y todos los integrantes de su familia. Al fin…
Su madre, de 74 años, vive aún en General Pico. Su padre de 79, en Córdoba.
UN DRAMA DE NOVELA
Descubrió también que su llegada al mundo, el 14 de setiembre de 1976, estuvo signada por el terrible drama de la violencia de género que sufrió su madre, que le provocó un trauma tan grande cuyas secuelas aún no han curado del todo.
Por eso se reserva dar sus nombres, aunque acepta que se incluyan las iniciales de su padre, R.L., quien en la actualidad vive en Córdoba, después de alejarse de General Pico llevándose a la hermana de Andrea, poco antes de que ésta naciera.
Andrea sabe hoy que tiene cuatro hermanos por parte de madre, que su madre y su padre la tuvieron a ella y a S.M. –que hoy tiene 44 años- y que su padre tuvo otras dos hijas, una que vive en Pico y que tiene prácticamente su misma edad, porque es hija de la mejor amiga de su madre, con quien su padre la engañaba.
Andrea sabe ahora también -porque se lo contó un familiar directo-, que el doctor Broggi, el pediatra que firmó su nacimiento y que murió negándole saber quién era su madre, la recibió en el parto que se realizó en la Clínica Argentina, donde el obstetra fue otro médico también nombrado desde que se hizo pública la búsqueda de identidad de tantos chicos adoptados.
Broggi murió asegurándole a Andrea que ella había nacido en el hospital Centeno. El familiar de Andrea le informó con plena conciencia que el nacimiento ocurrió en la clínica.
CÓMO LLEGÓ A LA VERDAD
La creadora de la página de Facebook, “Busco madre biológica La Pampa”, repasó la extensa búsqueda que en General Pico inició en 2003 cuando este cronista escuchó su relato y comenzó a visibilizarlo entonces en páginas de papel.
Y precisó que recién el 30 de mayo de 2019 escuchó el llamado de una mujer que le dio un nombre de pila y una calle para buscar. Esa mujer, que en realidad era integrante de su familia verdadera, no volvió a contestarle mensajes ni llamadas hasta varios meses después, cuando terminó confesándole quien era, dándole fechas y datos incontrastables sobre su nacimiento.
Esa misma fuente fue la que le reveló a Andrea el calvario que había sido la vida de su madre, quien la tuvo a Andrea cuando tenía 27 años. A esa edad, la mujer ya había tenido cuatro hijos y había quedado viuda. Y luego conoció a R.L., un hombre de 32 años, que había llegado desde Río Negro y que la conquistó y con quien inició una relación de pareja.
Poco tardó R.L. en mostrar su verdadera cara, según el relato familiar. La mamá de Andrea ya había tenido a su hermana mayor –hoy de 44 años y vecina de Rosario-, y estaba embarazada de Andrea, pero los malos tratos la convencieron de ocultar ese embarazo, que también pudo disimular porque era “gordita”.
Un mes antes del nacimiento de Andrea, R.L. protagonizó un serio incidente que provocó la reacción de los familiares de la mujer, quienes obligaron al hombre a alejarse, a abandonar la convivencia. Andrea pudo saber que su padre puso como condición llevarse a su hija. Y como se lo permitieron, desapareció de General Pico con la niña de un año y sin saber que su pareja estaba embarazada de Andrea, que nació apenas un mes después.
La mujer que habló con Andrea, le relató que fue la debilitada condición física y mental de su madre, el argumento que esgrimió el pediatra para decirle a la parturienta que “su hijo” nació muerto y a la hermana, que era lo mejor para la psiquis de la paciente. Así lo aceptaron y sellaron un pacto de silencio. Una ignorando el nacimiento, otros guardando el terrible secreto, creyendo igual, que se había tratado de un varón.
Andrea recuerda que esa circunstancia fue la que trajo a su memoria su familiar cuando le reveló su identidad: no quería dejar esta vida sin decirle la verdad a Andrea. Verdad que descubrió cuando vio las fotos de Andrea y cotejó con las fechas que ella había anotado y guardado celosamente.
Esos encuentros permitieron avanzar en la confirmación plena del parentesco. Y así fueron apareciendo similitudes comunes a todas las familias, como por ejemplo cuando comienzan a verse fotos del álbum familiar. Y encontrar que la foto de la abuela materna es casi una copia de la foto de su hija adolescente.
Y descubrir también que pese a la radicación en General Pico, la familia de su madre es oriunda de Falucho, un pueblo desde donde también hay otras conexiones que van apareciendo.
Tantos años de preguntas, de posibilidades que quedaban truncas, de medias palabras que lanzaban pistas falsas, de tener que escuchar de tantas miserias humanas, el hallazgo pudo haber apurado el corazón de Andrea, cuando le revelaron el nombre de su madre… pero su mente se ordenó esperar por las certezas plenas. Y aunque tuvo todos los encuentros que necesitó para comenzar a sanar tantos años de angustias y de incertidumbres, esperó hasta tener en sus manos el resultado del ADN solicitado a través del sistema “Family Tree” que se realiza en un banco genético de datos de los Estados Unidos. Este jueves 23 de enero de 2020 lo recibió en su correo electrónico.
Y ahora sí, después de repetir muchas veces su verdadero apellido, el de su madre, el de su padre, pudo comunicarlo en voz alta. Sin olvidar que fue el amor el que la ayudó a sostenerse fuerte todos estos años y que por eso mismo tiene todo el derecho del mundo de seguir sintiendo que también es una Langhoff de pura cepa.