MARTES 23 de Abril
MARTES 23 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  LUNES 11/07/2016
El tipo presenció un milagro
JUAN ZETA (Entrega n° 4)
El tipo intentó dormir durante diez minutos y no lo logró. Se había acostado vestido así que no tuvo que hacer casi ningún esfuerzo para volver a salir.
El tipo caminó y pasó por el quiosco de la estación de servicio donde estaba ella; no se detuvo.

El tipo caminaba con paso firme y decidido, frente alta, pecho inflado.

El amanecer se hacía desear en los días cortos, unas escasas estrellas salpicaban la oscuridad de esa sotana.

Siguió caminando, se plantó de repente cuando divisó la cruz de neón; la cruz manca.

En los arrabales de la iglesia un caos ya se hacía presente, un tumulto se apretaba, rebotaba y rezaba. Había cada vez más pobres y más pobres que los pobres.

Un gran número de mendigos, mendigaban a los otros mendigos que iban a mendigarle a San Cayetano un mes antes de la fecha. El hambre no sabía de fechas exactas.

A la cruz le seguía faltando un brazo pero no era la única que carecía de algo.

Las entradas a la iglesia estaban decoradas por un abanico de tullidos. Faltaban brazos, piernas, ojos, oídos, y, en muchos casos, corazones.

Un ciego revoleaba un tarro de lata con dos manijas, un par de monedas tintineaban en el interior del tarro. El tipo encontró en uno de los bolsillos de la campera la tapa de la botella que le había dado ella y la arrojó con envidiable puntería dentro del recipiente que bailaba en las manos del ciego.

El ciego bajó la cabeza, levantó la vista y le dijo: “Hijo de puta, al menos hubieras puesto la botella”.

El tipo no se sorprendió, le pateó la lata y siguió su andar.

Había mesas servidas que sostenían lonas y plásticos para que el frío no cale tanto.

_ “¡Hay estampita, gorro, bandera, vincha y escarapelas!; Dios y la Patria conformaban la demanda

El tipo se acercó a la hilera de mesas; hacía mucho tiempo que su asombro no era tan grande.

Si bien la estrella del segundo semestre era el San Cayetano ese que había leído, había fotos y posters, banderas y remeras estampadas con santos que jamás había visto.

No sólo había santos de Santoral, como usurpadores de santidad ídolos muertos y vivos de la música miraban desde el merchandising.

Había cruces de todos los colores, tamaños, materiales y precios; desnudas o con Jesús vistiéndolas.

Había un juego para niños que se llamaba: “Juntos vestimos a Jesús”. En su caja traía a Cristo desnudo y una gran cantidad de vestimentas para cubrirlo. Desde una toga hasta pantalón y campera de cuero, un traje de baño y un par de sombreros. Aparte se vendía un espejito, un peine, un lápiz de labios, una serie de vestidos que incluía desde una minifalda hasta un traje de novia por si alguno quería un Jesús travestido.

Otro juego didáctico, para chicos un poco más grandes, era ofrecido en otra mesa. “Crucifíquelo usted mismo” se leía en el envoltorio que contenía a Jesús, un juego de clavos, una cruz, una corona de espinas y una espada para darle la estocada final.

El tipo vio pomos de plástico con la forma de San Cayetano y pistolas de agua para rellenar y arrojar agua bendita en exorcismos a prudencial distancia.

Se topó con un par de zapatillas marca “Cristo”, cuyo slogan rezaba: “Corré como los dioses” y con un jabón para manos marca Poncio Pilatos.

Se exhibía también un producto para tranquilizar a los bebés que se llamaba Herodes; el tipo no quiso saber de que se trataba.

Alguien, en medio de su estupor, le ofreció algo a diez mangos. El tipo sin mirar, le dio un billete y agarró lo que había comprado a ciegas.

Apenas si pudo dejar de seguir observando lo que había sobre las mesas para ver que era lo que había comprado y que ahora tenía entre sus manos.

Medio arrugada, se encontró con una foto de San Cayetano con un pan de arcilla y una espiga de trigo pegados.

Había algo más dentro del sobre de plástico, lo abrió y miró la oferta del día: tres fotos, un pan de arcilla y una espiga de trigo a diez mangos. El tríptico era completado con una foto de María Rosa Mística y con otra de Jesús.

Algo le llamó la atención pero no mucho, la cara de San Cayetano era un calco de la de Jesús; la única diferencia era que San Cayetano usaba el pelo corto.

Dejó por un instante el pan de arcilla, la espiga de trigo y las fotos cuando, preso de un ataque místico, fue espectador privilegiado de un milagro.

Un rengo, con una pierna contrahecha, arrojó las muletas y salió disparado en feroz carrera hacia el bar de la esquina. Otro hombre levantó las muletas y se quedó parado en el mismo lugar.

El tipo se quedó con la mirada apuntando al bar y vio salir al rengo recuperado,

batiendo el récord de los cien metros llanos de regreso a su lugar.

Al llegar le tiró unas monedas al otro hombre y le dijo: “Gracias negro por cuidarme el lugar. Me estaba meando”.

Su pierna se volvió a encoger como por un embrujo; el milagro tenía fecha de vencimiento.

Comentarios
 
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 11/07/2016 | 20:27 Hs
Enviado por El Marques
AAA=apóstata , ateo y anticlerical .. Cerebro lisérgico creativo (brillante cuando tiene ganas ) . Provocador y destapador de mentiras del "más ingenioso de los principados , tiene súbditos en todo el mundo , y un soberano al que no se le puede reclamar nada " . Maquiavélo estuvo antes que vos z . Pero fueron iguales de brillantes . Esta es tu creación y nos SOS un saliere de el . Felicitaciones
 
 11/07/2016 | 15:38 Hs
Enviado por Raul
...
MD.Net: este tipo de preguntas se las respondemos sólo a lectores con identidad real.
 
 11/07/2016 | 14:03 Hs
Enviado por Laura
Para los católicos esto es muy ofensivo MD
 
 11/07/2016 | 12:45 Hs
Enviado por Marta
Muy fuerte
 
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Diseño y diagramación: A P