SÁBADO 20 de Abril
SÁBADO 20 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  JUEVES 26/10/2017
Zircaos Vuelta al Mundo. Capítulo 13: Las minas de Potosí, Bolivia
Vamos llegando a la ciudad de Potosí, un lugar que obliga a hacer una parada y mirar desde bien cerquita el Cerro Rico, cerrar los ojos e imaginar la época en que la ciudad brillaba encandilando al mundo entero.

Seguimos subiendo, atrás quedan los paisajes verdes y todo se vuelve color marrón, viento y polvo entre los pastizales de estos lugares altos. Ya estamos a más de 4000 metros de altura sobre el nivel del mar, la camioneta sigue subiendo a paso tranquilo, muy despacito, vamos entrando a la ciudad, esquivando camiones cargados de piedras, topadoras y aire pesado, estamos en lo alto para bajar luego y meternos en el transito denso.

En la parte del centro las calles son finas y empedradas. Primero buscamos la plaza, pero fue imposible estacionar, muchísimo tránsito y las calles en desnivel. Nos alejamos un poco y dimos con una callecita poco transitaba, a unas 10 cuadras del centro, frente a una escuela. Al lugar lo sentimos tranquilo desde el primer momento así que plantamos bandera ahí nomás. Enseguida se acercó un vecino, charlamos un rato y nos ofreció internet además de agua. En Bolivia se hace difícil conseguir agua, nunca nos había pasado en ningún lugar del mundo. Tuvimos que racionar aún más cada vez que alguien nos ofrecía. No hay canillas en los parques y en las estaciones de servicio solo algún bidoncito de 5 litros nos podían dar. Sabíamos que a la mañana muy temprano un camión repartía agua por la ciudad pero no teníamos chances, somos extranjeros.

A dos cuadras de allí el inmenso mercado de Uyuni que se despliega por varias calles hasta llegar a la manzana central donde un montón de puestitos amontonados ofrecen de todo. Recorriendo las callecitas se hace la comprar de todo lo que se necesita, mientras algunos ofrecen sus productos a los gritos, otros tranquilos esperan a los clientes. El mercado es al aire libre, carnicerías, hueverías, sectores de venta de papas, en Bolivia se cosechan muchos tipos, existen unas que son disecadas al sol y otras en sal y que tienen un sabor fuerte y especial. Frutas y verduras. Ventas de productos de limpieza mesclados con salchichas y ananás bien dulces y baratos. Carritos de comida con mucha fritura, una señora vendiendo desde adentro del baúl de su coche, repleto de panes sueltos. Un peluquero enseñando con la cabeza de un maniquí desvencijado como hacer un peinado mágico con una peineta traída de China. Del otro lado una cuadra enterita de servicios funerarios donde exhiben gran variedad de cajones para todos los gustos. Todo tiene que ver con todo, cada mercado tiene un cambalache de cosas para ofrecer. Una curiosidad…nada está dentro de heladeras, ni lácteos ni embutidos, todo bajo el sol. La simpatía no abunda pero una sonrisa cada tanto recibida o un gesto de amabilidad compensa. Y algo que no falta nunca… la yapa. Ese es mi lugar para buscar las provisiones del día, me divierten mucho estos lugares, son paseos donde podemos pasar horas perdidos sin problema entre olores y colores.

La ciudad es muy pintoresca, permanece intacta. Su arquitectura con el conjunto de edificios, iglesias y torres tienen la característica de la época colonial, entre ellos la Catedral de Potosí y la Casa de la Moneda, lugares para visitar. Es increíble imaginar todo lo que sucedió muchos años atrás, en la época de colonización, entre estas calles, estas montañas. La plata que rebalsaba por todos los rincones, la desesperación por más metal, el poder y las muertes. Todo, todo salía desde esta ciudad para decorar el mundo. Desde ahí que quedo el dicho que si algo cuesta ”vale un Potosí…”

Aparte de pasear por la ciudad fuimos hasta lo que más ansiábamos conocer, el Cerro Rico. Esta montaña que se ve triangular y fuerte pero que por dentro es casi hueca, es un paseo obligado si se está en Potosí. La excursión la hicimos con otros visitantes, entre ellos una pareja de españoles cirqueros que estaban de vacaciones por unos meses en Sudamérica.

Primero paramos en el mercado de los mineros para comprar, el que quisiera, algún obsequio para entregarles a los trabajadores, como hojas de coca, alcohol y refresco. Subimos un poco más y llegamos hasta otro lugar donde nos dieron ropa apropiada para entrar en la mina, botas, pantalón, camisa, casco y una linterna. Un poco más arriba, por un túnel oscuro entramos en sus entrañas. En ese momento tuve ganas de volver atrás, pensé que no iba a soportar el encierro y no poder respirar, pero no quise perderme todo eso, así que no le hice caso a mi cabeza. Primero el camino estaba lleno de agua y barro, se podía andar dentro de todo con el cuerpo derecho, después empezó a achicarse bastante y empezamos a caminar encorvados. Un aire duro, pesado sentíamos por momentos, nos daba tos y nos ardían los ojos.

Una sensación de angustia es la que se siente al pensar en los trabajadores que pasan horas y horas privados del sol, con poco aire, corriendo peligros. Para los mineros el promedio de vida es de 50 años y unos 40 mueren por año en accidentes dentro del cerro, por aplastamiento, gases y desmoronamiento del suelo. El cerro se parece a un hormiguero.

Y casi al final de la primera parte nos encontramos con “El Tio”, el dios de la mina, el que los protege, al que se le pide mayor prosperidad y al que se le agradece cuando se encuentra mineral. Está casado con la Pachamama, la tierra, que representa la parte femenina, y sus hijos es lo que da el cerro. En época de carnavales se lo decora con serpentinas de colores. Los mineros les dan de comer, sus ofrendas son cigarrillos, hojas de coca, alcohol. Dicen que si al  “Tío” no se lo alimenta bien se tomara su propia venganza. Hay varios en diferentes puntos de las entrañas del cerro.

Empezamos a regresar, tardamos un rato largo hasta que pudimos ver el rayito de sol que empezaba a entrar por el túnel, largo, sin fin. Volvimos a pasar por el agua pantanosa y salimos al aire libre. Qué alivio! Volvemos a respirar normalmente…

Actualmente hay unas 300 minas activas en el Cerro Rico, los trabajadores han formado cooperativas. El panorama es como desolador, así lo sentí yo. Pensando en lo que fue, en esa ciudad esplendorosa, llena de lujos, exportadora de plata para el mundo entero. Hoy sigue siendo una ciudad linda pero vacía de sus pertenencias, con un pueblo que lucha por el día a día.

Los planes eran luego irnos para Uyuni, el mal de altura nos siguió molestando así que decidimos quedarnos un par de días más hasta sentirnos bien completamente.

En Potosí se camina despacito, estamos muy altos y los tecitos de coca ya no hacen efecto. La cabeza parece que estalla. Encontramos otra solución, la más efectiva y rápida, descubrimos las píldoras mágicas, las Soroche Pills, lo más! Gracias a esta nueva recomendación pudimos ponernos bien del todo y seguir viaje hasta el salar más grande del mundo.

Esperamos que disfruten del capítulo!

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