VIERNES 19 de Abril
VIERNES 19 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  MIÉRCOLES 22/07/2015
Zircaos vuelta al mundo. Capitulo 11: Bosnia
Entramos a Bosnia después de haber cruzado la frontera a pocos kilómetros de Dubrovnik. Era un paso muy pequeñito, en la montaña, con una garita y un simple techo de chapa, casi sin reparos para el sol fuerte que había.

El paisaje cambio de forma abrupta al dejar Croacia. Fue como si en la división, los croatas hubieran sacado ventaja en el momento de ver donde colocaban la línea fronteriza.

Las montañas de color verde pasaron a un gris seco puestas en un camino desolado, coches más viejitos nos daban paso a un nuevo país del que tanto habíamos hablado e imaginado.

El comienzo del camino fue casi todo bordeando una cadena de montañas bastantes altas, cruzando pueblos perdidos donde el cartel de "Bienvenido" y el de "Buen viaje" estaban separados por unos escasos metros.

La primer parada para almorzar la hicimos en un poblado a orillas de un rio, paramos bajo una sombra, miramos alrededor y una Bosnia bombardeada de no hace mucho empezaba a aparecer, casas destruidas, marcas de balaceras en otras, destrucción y abandono.

Eran las 2 de la tarde, calor de infierno. Salimos a buscar un pan y lo único que conseguimos fue llevarnos la sonrisa del Kun Agüero en una marquesina promocionando una sala de juegos de apuestas (las hay en cantidad).

El pan nunca lo conseguimos pero si una fuente de agua fresquísima para poder abastecer todos nuestros depósitos.

En este lugar empezamos a sentir el pasado de la guerra, en el paisaje y en la mirada de la gente.

Almorzamos y seguimos ruta hacia Mostar, uno de los lugares más devastados. El camino volvió a cambiar y volvimos a tener verdes. El calor no aflojaba.

El trayecto fue de unos 90 kms. para llegar a Mostar. Ahí, nomás llegar nos sentimos en una Bosnia de verdad, en las entrañas de su reciente pedazo de historia.

El contraste es tan abrumador que te deja sin palabras, pensando e imaginando todo lo que paso hace 20 y pocos años atrás, por el 1993, en cada esquina en la que estábamos parados, en cada calle que cruzábamos.

Un país que convive con el pasado todo el tiempo, que no te deja olvidarlo, que a sus habitantes se les recuerda a cada paso viendo el panorama convertido en el paisaje cotidiano.

En todo el trayecto que hicimos desde que entramos a Bosnia hay innumerable cantidad de cementerios, a los costados de la ruta, católicos y musulmanes. Se han hecho a la vista de todos para que siempre se recuerden los miles y miles de muertos que ha dejado esta guerra de Bosnios contra Serbios, de musulmanes contra católicos. Junto a otros millares de desplazados.

Da una sensación de tristeza infinita por el pasado y felicidad por estar ahora en paz. Caminando por la ciudad observamos que la gente se ríe, se abraza y pensamos que después de haber vivido el horror mismo de una de las guerras más crueles hoy pueden caminar en paz por la misma ciudad donde tanto sufrimiento hubo.

Parando en cualquier lado se ven las construcciones como coladores, balcones con malvones y con cientos de agujeros bordeando la postal. Algunos los han tapado con un poco de masilla por encima y otros los han dejado así para siempre. Pero hoy, en esos balcones hay vida...

Aun se ven casas completamente destruidas que pareciera que nunca más nadie entró en ellas. Y de lado un inmenso shoping con vidrios espejados se levanta a puro contraste en una de las tantas ciudades que tuvo la fuerza para volver a ponerse de pie.

Al llegar al puente de Mostar, símbolo fuerte de la guerra ya que ese lugar fue destruido completamente como mensaje de que metían el dedo donde más dolía sentimos una tristeza inmensa, un quedarnos sin palabras ante tanta barbarie pasada.

Es un lugar emblemático y muy conocido también por las competencias de clavado desde ese puente, antes, durante y después de la guerra.

La verdad es que fue una experiencia fuertísima haber estado ahí. Y claro está que después te dan ganas de saber aún más de todo lo que paso. Hay en internet muchísimos documentales para ver de la guerra de los Balcanes, muy interesantes para saber un poco más lo que pasó y pasa en nuestro mundo.

Luego de estar un par de días en Mostar salimos rumbo a Sarajevo, otra ciudad que nos tenía en vela. Llegamos y nos encontramos con un lugar demasiado aturdidor, lleno de gente y sin espacio donde estacionar. Después de que nos parase la policía porque supuestamente pasamos un semáforo en rojo (por supuesto que fue sin intención, aún nos queda la duda) y que entre suplicas y por favores nos dejaron seguir. Llegamos a un barrio en las afueras de la ciudad, paramos en el estacionamiento de un supermercado (que cuando entrabas en realidad era un mini mercadito), estudiamos un poco la zona y estacionamos en una calle paralela bajo un árbol lleno de sombra que nos daba durante casi todo el día (otra gran suerte que se agradece), bajamos y al mirar el entorno nos encontramos con un barrio de paredes como coladores, nuevamente se podía sentir ahí nomás el pasado de la guerra.

Paramos un par de días, fuimos a pasear al centro que tiene una peatonal bastante grande llena de visitantes, comercios y cafés. Nos dimos a la vuelta una panzada de Burek (un pan típico del lugar que puede estar relleno de carne, queso, papa o espinaca, muy rico!!!).

Dejamos Sarajevo con la impresión de que se trata de una ciudad bastante caótica y que quedó en el corazón por lo que en su historia reciente trae.

Tomamos ruta, escapando ansiosamente del calor y empezó la belleza impresionante del paisaje de Bosnia. De repente nos empezamos a encontrar en medio de montañas, campos, huertas, casas de campesinos, montañas de pasto hechas en su interior con estructuras de palos, medios de transporte inimaginables, verdes, gente amable, gente que saludaba, gente con sonrisa cálida y energía del lugar muy fuerte.

Y decíamos... hay que promocionar Bosnia!!!!!!  La gente tiene que venir a conocer este país!!!!

Esa tarde paramos a comer bajo una especie de tinglado a orillas de un rio donde había una pareja de gitanos con una niña calentado botellas de plástico al sol para darse un baño. Luego de darnos un baño nosotros también en la única canilla donde había agua seguimos camino y paramos en Rudo, donde nos sorprendió ya cuando era de tardecita un pueblo al que llegamos solos y nos fuimos al otro día con despedida de amigos y todo.

Llegamos (con calor!!), nos compramos una sandía en la única despensita que había, y mientras la comíamos en el parque empezó a acercarse la gente, de la forma más espontánea. Terminó siendo un día de malabares en la plaza, sandía, el despensero con su buena onda nos orientó en cómo conseguir gas y Alma y Quintín intercambiando información de cómo se decían las palabras en español y serbio con sus amigos que los llenaron de golosinas y preguntas apenas bajaron de la "camio".

La estadía en Rudo termino con una zambullida en el rio (con previa invitación de los amigos del pueblo), tirada de bombita del trampolín de ruedas de camión armado sin pretensiones y con la sonrisa y buena onda de gente que nos abrió los brazos para darnos la bienvenida a su pueblito, un pueblito ahí, metido en la montaña, donde no llega mucho, solo alguna vez algunos viajeros en casita con ruedas haciendo malabares y regalándoles una tarde distinta.

Gracias Bosnia!! Volveremos!!

Gracias por acompañarnos en esta aventura!!!

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Abrazos amigos!!!!!!

Hasta el próximo capítulo!!

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