Y no es exageración, cualquier viajero que haya pasado por India en su vehículo y haya optado por dormir en cualquier lado como en pueblos perdidos, campos, ciudades, ha sentido sin ninguna duda esta sensación.

Quiero aclarar para que nadie piense mal, India es muy bella, bellísima, por su gente y su cultura, su religión, sus paisajes y su desorden pero llega un tiempo que se necesita salir a la superficie para tomar aire y volver a sumergirse en el maravilloso caos del país de los mil dioses.

Y cruzamos a Myanmar, antes llamado Birmania. Limita con China, Bangladesh, India, Laos y Tailandia. Un país gobernado por una dictadura militar desde 1964 y disolviéndose en el 2011 con un nuevo gobierno. Sus fronteras se abrieron al mundo desde unos pocos años, tiempo atrás no era posible pasar con un vehículo propio, de hecho unos dos meses antes de cruzar tuvimos que contactarnos obligatoriamente con una agencia que se encarga de armar el itinerario del viajero con deseo de conocer el país y en nuestro caso era el único paso que teníamos para llegar a Tailandia.

Y todo esto tiene un costo, y para que no sea tan elevado nos juntamos con otros viajeros y dividimos los gastos. Dos alternativas hay para seguir nuestra ruta y llegar hasta Tailandia, una es por China y la otra por Myanmar, optamos por la segunda que aún no conocíamos y fue un tiempo precioso lo que nos regaló este pedacito de tierra.

En la frontera del lado de India, en un pueblo muy pequeñito llamado Moreh pasamos la noche, dormimos en un playón de tierra, junto a decenas de camioncitos de carga. Al día siguiente muy temprano debíamos estar haciendo los trámites de migración. Primero pasamos por varios controles, completamos algunos formularios de rutina y al final cruzamos el puente que divide India con Myanmar. Antes de eso debimos cambiar nuevamente el lado de manejo, volvimos a contemplar la ruta desde el lado derecho, que fue una cosa rara para mí después de estar algunos meses conduciendo por la izquierda.

Del otro lado del puente, lado birmano, nuestros compañeros de viaje, más un guía de la empresa contratada y un oficial del gobierno nos estaban esperando. A partir de allí todo cambio, el idioma, la vestimenta, el guía y el oficial que con largas faldas y camisa nos dieron la bienvenida. Los rasgos en la gente y un nuevo saludo “Mingguhlaba“ (hola!) para aprender a usarlo durante los próximos 13 días que duraría la travesía por este país nuevo de gente simpatiquísima.

Un itinerario marcado y absolutamente respetado, no podíamos parar por decisión nuestra, solo en los lugares en que el guía nos iba marcando y el oficial confirmando a lo largo del camino. Ellos viajaban con nosotros, un par de días en cada vehículo.

Los otros trotamundos con que compartimos la travesía fueron: una pareja de viejos viajeros de unos 65 años de Inglaterra que llevan recorrido cuatro continentes y ahora rumbo al quinto, Oceanía. Una pareja de alemanes donde el destino final era Malasia, una pareja de brasileros que conocimos unos días más tarde porque un problema en el motor de su camioneta los retraso. Y nosotros, los Zircaos, esta familia que cada día está más encantada de esta vida libre e itinerante.

El viaje fue en convoy, nosotros como siempre últimos, lejos. Nuestra casita va lenta, pero va. Las paradas siempre deben ser en conjunto, parar en el mismo lugar ya sea para comer o para dormir.

Los días de manejo van desde 250 km por día hasta 500. Los caminos son lentos, rutas muy angostas y un sinfín de puentes que se cruzan a paso de hombre. En los lugares más visitados donde tenemos cosas interesantes para ver y conocer las paradas son de dos días pero en las otras es dormir y salir al día siguiente muy temprano. A ninguno de todos los viajeros nos gusta este tipo de rutina, al andar de esta manera por la vida uno no cuenta ni con horarios ni con lugares ya determinados para dormir, pero esta vez había que respetarlos, no nos queda otra, no tenemos alternativas de poder elegir. Por ley es prohibido andar solo.

Por las noches cada parada son momentos mágicos donde intercambiamos información y anécdotas, compartimos risas alrededor de un fuego, comidas y cervecitas bien frías. Alma y Quintín felices de tener todos estos nuevos compañeros de viaje, además eran los mimados del grupo, los nietos de los ingleses y hermanitos de los alemanes.

Myanmar nos recibió con una nueva experiencia de viaje para nosotros, compartir las rutas junto a otros viajeros y resulta ser muy interesante.

Esto recién comienza!!! Mucho para descubrir de este mundo nuevo!! Me quedo de entrada con la sonrisa simpática de esta gente que aún no está acostumbrada a recibir viajeros. Que seguramente dentro de un tiempo sea uno de los puntos más atractivos para visitar del sudeste asiático.

Gracias por acompañarnos!!

Sígannos en Facebook: ZIRCAOS VUELTA AL MUNDO

Y también puede suscribirse a nuestro canal de youtube: ZIRCAOS