Papeles “interprovinciales” y documentación abundante, compleja, imprescindible para mis labores profesionales empezaron a rondar en mi cabeza, ya no tan congelada, y ni siquiera hoy, levantándome a las 4 de la mañana pude terminar una lista interminable.
Alrededor de las 10, comencé la peregrinación telefónica para denunciar por extravío chequeras, tarjetas y otros documentos: 3 horitas de diálogos amables con las maquinitas del poder que nos introdujeron los noventa y se perfeccionaron hasta nuestros días, con matices cálidos, ya que, en dos oportunidades, los operadores me atendieron desde México lindo y querido!
Terminada la odisea telefónica, me aprestaba para dirigirme a la comisaría del barrio, una Federal, para ratificar las denuncias telefónicas mediante denuncias formales.
Entonces, mientras tomaba un café suena mi celular con número piquense y entrante “desconocido”. Al sonido dije para mis adentros, el portafolios! Enseguida, dije, qué va! Quién sabe en Pico lo que me pasó ayer? Era Gustavo Echave, oficial de cuentas del Banco Pampa, que presuroso me pasaba nombre y número de la persona que tenía mi portafolios!
Sorpresa, alegría, y agradecimiento antes de salir en la búsqueda del depositario de mi tesoro laboral. A las 16 horas, el señor Mario Amaya, sanjuanino, que labura de tachero desde hace años, se encontraba conmigo en el mismo lugar que me había dejado ayer, a la mañana y me entregaba el portafolios, con todo su contenido intacto. Sabía mi nombre, domicilio, fecha de nacimiento y el 0800 del Pampa porque entre tantos papeles había un resumen de cuenta, que había utilizado para ubicarme.
Este gaucho nacido dos días después que yo, y dos años adelante, no me pidió nada a cambio, más, aceptó muy agradecido, mi recompensa que: es un poroto al lado del favor gigante que me hizo. Me gusta escribir sobre “lo bueno, lo malo y lo feo” de la vida y, reconozco, que gratifica hacerlo sobre las mejores, de paso, aprovecho para elogiar a otra persona que hace un par de años, encontró mi celular en otro taxi y me lo devolvió. Esa vez no escribí nada, pero la diferencia de “tamaño” entre un objeto y otro y el alcance de su pérdida me llevó a contar mi experiencia y además a pedir urgente turno médico de la especialidad pertinente.
Gracias a todos!
Oscar Miguel