JUEVES 18 de Abril
JUEVES 18 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  VIERNES 04/03/2016
Zircaos vuelta al mundo. Capítulo 34: India
Y nos despedimos de Pakistán, felices de haber pasado por uno de los países más hospitalarios del mundo. Prometiéndonos volver a visitar los amigos que dejamos y para conocer una parte del país que nos quedó pendiente… el norte, uno de los lugares más hermosos, como de cuentos y que el frio de este invierno hizo postergar la visita para más adelante.

Dejamos Pakistán con tristeza, el país junto a Irán que nos quitaba el sueño tratando de imaginar cómo serian. Fue todo y mucho más, las expectativas quedaron chiquitas al vivir todo lo que la vida nos regaló en esos casi seis meses que estuvimos por países de medio oriente.

El cruce de la frontera es ordenado, salimos por el mismo lugar en el que asistimos a la ceremonia del arriado de banderas dos días antes. Los inmensos portones de ambos países se abrieron y pasamos, cruzamos literalmente la línea divisoria dibujada en el suelo. Un hindú muy correcto, pero distendido, nos dio la bienvenida.

Después vinieron todos los trámites burocráticos, sellado de pasaporte, papeles de la camioneta, perros olfateando cada rinconcito de nuestra casita, esperas por aquí y esperas por allá. Así son los cruces de frontera. Ese día tenemos que estar más organizados que nunca, llegar descansados al lugar porque se puede demorar horas y horas y si nos agarra cansados se hace más largo aun.

Y listo!! Adentro de India al fin!! Desde el predio en el que hicimos todo, donde había silencio y estábamos bastante solos otro portón de chapa se abrió y ese si que conducía a la realidad… daba directamente a la calle, a una avenida ruidosa, abarrotada de autobuses, con gente y más gente, bocinas, coches, tuc tuc, bicicletas, camiones endemoniados y vacas. Como que fuimos escupidos al mundo, así, en un segundo.

Fue una cachetada para despabilarnos con aviso de haber entrado a este país alocado, caótico, inimaginable hasta que no se pone un pie en él. Un lugar único en el mundo, un lugar donde hay que estar para después poder sacar las propias conclusiones de cómo es vivir en India. Si se cuentan las aventuras diarias de transitar por estos pagos el que lo escucha no lo cree, y es entendible. No es fácil imaginarse este (otro) planeta. Ahora nosotros estamos acá, listo para entrar en otro nivel de tolerancia. Todo puede pasar en India! 

Llegamos a la tardecita a la ciudad de Amritsar, la primera a pocos kilómetros de la frontera.  Es la ciudad sagrada de los Sij (una de las religiones), una impresión muy bonita al llegar al lugar ya que la mayoría de los hombres usan barba y turbantes de colores muy fuertes, verde, fucsia, naranja, turquesa, rojo. Con mucha suerte (la de siempre) solo fue seguir por la avenida principal y a nuestra derecha vimos un gran parque donde entrando había lugar para estacionar. Gente caminando, disfrutando de una tarde cálida. Paramos al lado de uno de los árboles sagrados donde se les ofrenda diferentes tipos de cosas bajo su copa, sobre las grandes raíces colocan comida, figuras de dioses, collares de flores, inciensos, velas. También las ratas tienen su casita donde la gente le lleva agua y comida. Son sagradas para los hindúes. Hace poquito descubrimos que Ganesh, uno de sus dioses, se transporta en una pequeña ratita.

Al día siguiente salimos a las rutas a media mañana, fue un trayecto muy, pero muy lento bordeando la ciudad. Sucede que en muchos lugares de India hay obras en construcción de puentes y autopistas pero muchísimas otras han quedado en el olvido, gigantes moles de cemento quedaron obstruyendo el paso en los caminos. Convirtiéndose en parte del paisaje, fusionándose con la vida diaria, ya casi sin incomodar.

El primer pueblito donde hicimos noche fue en Kotla, en una improvisada cancha de cricket, el deporte más popular de India, es como el fútbol para los argentinos y la gente también acostumbra a jugarlo en cualquier lugar.

Al día siguiente subimos a un templo en la montañita que teníamos justo frente a nuestra casa, fue un paseo muy bonito en la naturaleza y con la gente del lugar que nunca nos deja solos.

A la hora de salir, como a veces pasa, la camioneta necesito un empujoncito de batería ajena, por suerte por estos lugares nunca faltan voluntarios con ganas de ayudar.  

Andando por India todo es una sorpresa constante, en cada parada la gente se acerca para ver algo que no saben bien que es, que llegó al pueblo. Niños, hombres, mujeres, jóvenes y ancianos se acercan para ver la novedad del momento. Imagínense que por muchos lugares ni siquiera pasan coches, solo algunas camionetas y autobuses llevando pasajeros.

En otra de las tantísimas paradas para dormir elegimos la ruta de un pueblito. El camino para seguir adelante siempre atraviesa las aldeas. Paramos, el sol estaba cayendo pero teníamos un tiempo para dar una caminata. La gente se acercó. Tomamos un caminito en medio del campo sembrado que nos llevó hasta la aldea después de caminar un par de kilómetros. En el camino la peregrinación fue cada vez mayor. Era gente a pie, en bicicleta, en motos. De repente estábamos rodeados de caritas color almendra, hermosas, con sonrisas blancas, que de las tantas solo alguna hablaba algo en inglés. La vida del día se estaba terminando, ya era oscuro, las calles y las casas se llenaron de velas y fueguitos para calentarse y aprontar la comida. Volvimos de noche a la camioneta. Habíamos quedado completamente solos. Todo estaba cerrado y oscuro, no existe el alumbrado público así que cuando la luz del día se va se acaba la jornada.

Al otro lado de la ruta había un restaurante con tres ollas, vacío de comensales, un farol a gas alumbrada el entorno. Se escuchaba el sonido de una película y se veía que toda la familia (que después dormían ahí mismo) estaba mirando. Al ver todo eso me trajo inmediatamente una imagen de mi infancia, en el campo, donde el televisor a batería rompía ese silencio que quiebra los oídos.

Y fuimos subiendo hacia el norte, llegamos a Dharamsala, a los pies del Himalaya, un lugar muy especial para los budistas porque está el pueblo donde se refugió el Dalai Lama después que fuera expulsado del Tíbet por los chinos. India lo recibió en aquel entonces al igual que a los miles de refugiados tibetanos que fueron llegando en los años posteriores. Se convirtió en un refugio para todos los que no tenían un lugar en su propio lugar. Actualmente el Dalai Lama tiene su residencia ahí. Miles de turistas hindúes y de diferentes partes del mundo pasan por el lugar.

Recomiendo un hermoso libro de Javier Moro “Las Montañas de Buda” que habla sobre el tema.

El noroeste de India es también precioso, diferente al resto del país, es un lugar de montañas, muy selvático, con muchísima vegetación y más frio. Los rasgos de las personas que viven ahí también son distintos, más nepaleses, más tibetanos, caras del Himalaya y al ser budistas en su mayoría también tienen otra forma de vestir y de expresar su religión. Amo ver los banderines de colores colgados al viento, algo muy característico de la religión, en cada uno hay plegarias escritas y que al flamear el viento las lleva bien lejos, a cada rincón de la montaña.

 

Esperamos que disfruten del capítulo.

Sigan en este viaje increíble!!

Abrazos!!! Gracias por acompañarnos!!!

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Comentarios
 
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 09/03/2016 | 06:50 Hs
Enviado por Adriana Garro
Genial, me encanto...espero con mucha ansias cada presentación de ustedes. Muchas gracias por permitirnos conocer lugares tan lejanos!!! Hasta el próximo video!!!
 
 05/03/2016 | 09:57 Hs
Enviado por Mario A. Rodriguez
Realmente apasionante!!!!! Felicitaciones y gracias por mostrarnos parte de un mundo tan distinto.....
 
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Diseño y diagramación: A P