JUEVES 25 de Abril
JUEVES 25 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  DOMINGO 26/07/2015
Y sí. Soy una chica burguesa fácil
MORA SAÁ
“Me heriste”, fue lo último que había dicho, el fuera de lugar constante, antes de parapetarse a fumar en una ventana.
Pensé que el herido ya no volvería, lo pensé lamiéndose las heridas en el baño.
Lo pensé mal.

Lo vi agazapado y decidido a volver al ataque, lo quise esquivar pero no sabía para donde ir así que prendí la grabadora del teléfono. En realidad no hay nada de fotográfico en mi memoria en esto de recordar diálogos; padezco un cuadro leve de neurosis paranoica que me hace hacer cosas como esa pero no es grave. Lo único que tienen que tener en cuenta es que si están hablando conmigo es casi seguro que estén siendo grabados. Tampoco es que guarde todos los audios, sólo los que considere necesarios para algún futuro olvido de argumentos a esgrimir.

_ Supongo que voy a intentar una disculpa. Mi problema es que suelo pensar en voz alta, me acorraló a mitad de mis pensamientos.

_ Eso no es pensar, apenas dije.

_ ¡Entonces no sé pensar…, pero sí sé sentir! …En realidad tampoco soy muy bueno que digamos para eso pero le estoy poniendo…

_ ¿Qué querés?, lo interrumpí ya fastidiada desde el capítulo anterior de la charla. (¿Parezco una chica fácil?)

_ Nada. Me enamoré a primera vista y a segunda también…, a tercera, a cuarta, a quinta…

_ Tené cuidado con la marcha atrás.

_ Voy a hacer de cuenta que no te escuché. Salí a buscar minas y volví a vos así que deberías sentirte orgullosa de ser la agraciada, me dijo ganándose la posibilidad de que le pegara un puñete.

_ Seguí buscando que seguro se te pasó alguna, dije sin emoción alguna.

“Bueno” dijo la bestia y salió a dar una vuelta por entre los invitados. Miró culos, tetas y volvió como un bumerang.

_ No hay caso, sos vos. ¡Sos mía!

_ Por favor buscá bien. Te agradecería que no dejes ningún rincón sin revisar. Fijáte en el baño que las minas vamos en grupos, le contesté. No estaba en mis planes ser la posesión de nadie y menos de la cosa ésta.

_ Vos elegís el camino difícil. Tengo problemas para decir las cosas. Tengo a veces problemas con el contenido de mis palabras y otras veces con la forma de decirlas. A veces entran en conjunción forma y contenido y la embarro mal…, siempre es mejor que esté callado…, y si vos no me ayudás, si la tengo que remar solito nos vamos a encontrar en una situación desagradable por qué indefectiblemente tengo tendencia a cagar las cosas cuándo fuerzan mi verborragia. Soy como un mudo que aprendió a hablar y dice todo de golpe pero con manotazos incluidos. Tengo un pequeño problema con las comunicaciones…, me estaba aturdiendo a palabras sin repetir ni tartamudear.

_ ¿Y cómo te comunicas?, lo interrumpí en defensa propia.

_ No me comunico mucho, flaqueó.

_ ¡Ah! Un loco antisocial. Por eso la bestialidad y la desubicación para tratar con una dama, aproveché.

_ ¿Y la sutileza? ¿Y la diplomacia? ¿Y el tacto?... Por eso estaba acá

_ ¿Que hacés acá? ¿Estás practicando? Yo me quiero ir desde que empezaste a hablar.

_ Vine a traer a alguien, me dio paja y me quedé. Ya me voy, me contestó sin ofenderse ni incomodarse ni darse por aludido.

_ Sos vago también. Completito.

_ Eso es ofensivo y no lo voy a tolerar, dijo ahora ofendido, incomodado y dándose por aludido.

Observé que nuevamente se llevaba un cigarrillo a la boca mientras buscaba una hendija para fumar y deduje que el tipo en realidad no se incomodaba con nada de lo que le decía y que sus arranques de cierta irritabilidad eran sólo la excusa para fumar.

Por un momento me sentí ahogada, salí a tomar aire y estaba ahí.

_ ¿Me estás siguiendo?, me dijo el caradura.

Ni me gasté en explicarle el por qué de mi presencia afuera

_ Me encantó conocerte, me dijo, por primera vez, tímido y torpe. Lo vi en sus ojos.

_ Gracias, me salió apenas. Algo había encontrado en esos ojos.

_ ¡No me digas gracias como cuándo dan un vuelto! Te lo digo en serio y si encima que me cuesta decir las cosas vos…

_ Lo sé, lo sé... No parecés un tipo de decir cumplidos, lo interrumpí porque no quería, también por primera vez, que se sienta mal.

_ ¿Ya sos mía?, abusó de mis sentimientos repentinos.

_ Ni lo sueñes.

Se rió el tarado.

_ ¡¿De qué te reís? ¿Qué fue lo gracioso?!

_ Que ni vos, ni tu antipatía, ni tu poca onda van a impedir que sueñe con vos.

Y me hizo calentar, y me subí a la moto otra vez: “¿Yo antipática? ¡No tenés vergüenza! En una sola noche te toleré más cosas de las le hubiera tolerado a nadie en cien vidas…

_ ¡Que bueno!, me interrumpió el kamikaze.

_ ¡¿Qué mierda tiene de bueno?!

_ Que supiste apreciar el esfuerzo que hice por caerte simpático.

_ ¿Eso fue esfuerzo? ¿Eso te costó?

“Ufffff”, dijo el aun no Algo. “¿Me das tu teléfono?”, siguió sin lógica alguna.

_ Claro que no.

_ ¿Me das tu tarjeta entonces?

Apenas si lo miré feo.

_ ¡No es lo mismo! De puño y letra era por amor…, la tarjeta es solamente por motivos laborales…, necesito alguien que me maneje las relaciones públicas o una psicóloga o algo se me va a ocurrir.

“No hago trabajo insalubre”, dije y encaré para volver a entrar. No quería entrar pero tampoco sabía cómo salir de ahí. Encima de mi incipiente mal humor escuché: “Ok. ¡Andáte nomás. Huí. Escapá de mí… pero te voy a perseguir hasta hartarte”

_ ¡Ya me hartaste!, intenté ser clara.

_ Puedo llegar a la perfección, puedo hartarte más, contestó. Al tipo no le entraban balas y yo ya había agotado todo menos el llamar a la policía.

Con cara de ganas de irme, con cara de resignación le dije: “Bueno, hartame más si te hace feliz. Lo único que quiero es irme a mi casa y no quiero molestar a los vecinos que me trajeron que parece que la están pasando bien encima. No sé porque mierda la están pasando bien si es un embole y encima esa música de reggaeton del orto…”, me empecé a cebar.

_ Te pido un remis, me dijo y fue cómo que me volvió la paz. La sola idea de irme alcanzaba para alcanzar el Nirvana.

Entré a buscar mi cartera disimuladamente para que no se note mi movida de escape y me escapé. El remis había llegado rápidamente, me subí y escuché a Cristina hablando.

Bien maleducada y antes de saludar pregunté al chofer: “¿Qué hace Cristina hablando?”, un tanto preocupada por la situación nacional.

_ ¿Sos gorila también?, escuché de una voz pesadillescamente conocida. La voz giró el cuello y era todavía no Algo.

_ ¡Qué hacés ahí sentado! ¡Me asustaste boludo! ¿No serás un remisero violador?, dije mientras prendía de nuevo el grabador del celular por si necesitaba pruebas.

Se puso serio, pero serio en serio.

_ Soy inofensivo pero no es algo que me guste tener que aclarar. Entrá al cumpleaños y pedí referencias mías, yo te espero igual. Si querés llamá a la cana y pedí custodia, yo te llevo igual. Y si no te bajás y esperás a alguien más confiable para que te lleve. Ellos o yo, es lo que hay, me dijo tranquilo pero firme. Le creí.

_ No soy gorila, me hice depilación definitiva. Pregunté por Cristina por un tema horario, retomé tema a ver si todavía tenía que pedirle disculpas.

_ Es una historia larga, dijo.

Cómo no tenía ganas de historias largas lo dejé ahí aunque debería haber preguntado, algo que seguramente hubiera influido aun más en mis dudas sobre su salud mental.

Cambió de CD y empezó a sonar la “Balada del Diablo y la Muerte” de “La Renga”.

_ Soy tu negro de conduciendo a Miss Daisy, dijo y arrancó con rumbo desconocido (en realidad me llevó a mi casa pero queda bien lo de rumbo desconocido)

A mi parte, por parte de padre y madre,  burguesa le  gustó la idea de tener chofer.

“Estaba el diablo mal parado 
en la esquina de mi barrio 
ahí donde dobla el viento y se cruzan los atajos…”, íbamos cantando bajito los dos.

Me sentí tranquila por primera vez en la noche y en mucho tiempo.

 

Comentarios
 
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 27/07/2015 | 21:43 Hs
Enviado por Lu
Pero... y con algo que pasooooo?
 
 27/07/2015 | 12:12 Hs
Enviado por Pato
Me estoy poniendo al día con tus historias. Algo y vos son para una comedia tipo sit com. Muy bueno!
 
 27/07/2015 | 08:43 Hs
Enviado por marcel
Feo eso de guardar conversaciones... Fácil, burguesa y un toque maquiavélica.
 
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