Grecia se amotinó ayer contra una política económica que desde hace un lustro puso al país de rodillas. Los griegos lanzaron en las urnas un contundente OXI (NO) a la dirigencia europea y respaldaron el desafío casi temerario de su primer ministro Alexis Tsipras. El NO sacó, con el 99% escrutado, un 61,31% de los votos frente al 38,6% de la opción por el SI.
El resultado abre un escenario de pesadilla para Grecia pero también para las elites europeas y sobre todo para la alemana Angela Merkel. Tsipras sale reforzado del referéndum en el frente interno. Se apostó desde Europa a su caída, pero este triunfo le coloca con más fuerza dentro de su formación Syriza, en la que al menos un tercio de los diputados quería desde hace meses cortar las negociaciones, hacer default y salir del euro.
El premier heleno se dirigió anoche a los griegos: “Han hecho una elección valiente, entiendo el mandato de que Grecia siga en la Eurozona. No hay soluciones fáciles, pero sí justas, necesitamos un acuerdo con condiciones de justicia social”.
“La prioridad es la reapertura de los bancos”, señaló Tsipras en un discurso televisado. La votación tuvo lugar después de una semana de cierre de los bancos y de medidas de control de capital, en la que Atenas no pudo hacer frente al pago de unos 1.600 millones de euros (1.800 millones de dólares) al Fondo Monetario Internacional (FMI) y expiró su segundo programa de rescate europeo.
El jefe de gobierno dijo que no hay ganadores ni perdedores de la consulta y señaló que su país sigue dispuesto a emprender reformas, pero advirtió que se necesitan inversiones y una reestructuración de la deuda.
El ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, también apuntó que Atenas debe volver a buscar un acuerdo con los acreedores internacionales. “Los llamaremos uno por uno para buscar puntos en común”, señaló en una declaración televisada
Tsipras exigió que desde hoy esté en la mesa de negociaciones el informe del FMI que pide la reestructuración de la deuda griega y que ve casi inevitable una quita de al menos el 30%. Un informe que los gobiernos europeos intentaron esconder.
Merkel está por su parte ante una decisión histórica y ante una crisis de confianza en el proyecto europeo que ella ha liderado en la última década. “El fracaso del euro significará el fracaso de Merkel”, titulaba este fin de semana el semanario alemán Der Spiegel.