… o al menos para llegar a ese momento hay que pasar por una cantidad de situaciones impensadas al planificar un viaje como el que hemos iniciado.
Trámites, malos funcionamientos en el motor de nuestra casita con ruedas, imprevistos, más trámites, burocracia (y nosotros que nos imaginamos siempre un mundo sin fronteras), cosas lindas e interesantes y sobre todo aprendizajes.
Todo eso lleva a tomarse con calma la marcha de un viaje así, donde no hay límites de tiempo, donde con paciencia, todo se puede y poder aprender que no todo lo que se planifica se concreta tal como lo pensamos, es un crecimiento interesante para poder ir más tranquilos por la vida.
Muy claro está que nada de eso sucede si nos quedamos en casa, sin salir de nuestro círculo donde tan cómodos nos sentimos.
La seguridad hace que nos quedemos quietos sin tener que arriesgar mucho y tener todo al alcance de nuestras manos.
Y en estos días donde felizmente tantas decisiones tuvimos que tomar (y por suerte todas las que faltan...!), una vez más nos quedamos pensando en la comodidad de lo conocido y no quiero eso.
No tener a alguien a quien llamar en busca de ayuda, no hablar el mismo idioma, sentirse ajeno, esas... todas las sensaciones de estar en otro lugar, perteneciendo a otro lugar, hace que cuando uno viaja se vaya transformando en todo lo que va sucediendo.
Y aquí estamos, nuevamente en Verona. Después de salir de la ciudad rumbo a Eslovenia y Croacia la camioneta empezó a fallar, se encendió una luz roja en el tablero de control y tuvimos que volver. Con la ayuda de nuestros amigos piquenses veronenses sin querer y sin saberlo dimos con Giancarlo, un mecánico simpático, de manos curtidas y con buena predisposición.
Rápidamente llegó al lugar y por todos los síntomas que la “camio” tenía diagnosticó que algo no andaba bien en la bomba de inyección. Y así fue, al otro día nuestra hermosa casita ya estaba lista para salir a las rutas y a toda velocidad. Eso quiere decir... a 70 kms. por hora. Tranquilos y sin prisa! Y con varios euros menos.
Así que felices y contentos hubo nuevamente despedida de los amigos, abrazos, mensajitos de buenos augurios y emociones.
Y el rumbo otra vez salió para el este.
Muy contentos, sintiendo de fondo musiquita de película feliz íbamos andando por los caminos eslovenos, entre curvas y verdes, cuando como por arte de magia nuestra cara cambio cuando esa luz, esa única luz de la que tanto habíamos hablado en los últimos días se volvió a encender.
De música feliz pasó a ser el fondo musical de una de terror y nuestras miradas preguntando... otra vez?!
Y si amigos! Ahí comenzó el peregrinaje por los talleres de Croacia (habiendo cruzado Eslovenia a todo vapor y con esa luz mirándonos fijamente a los ojos y entre dientes, nosotros diciendo... no seas mala... apagate!) Pero la colorada no hizo ni caso. Siguió ahí, firme.
En Croacia la verdad es que fue una experiencia en la que conocimos bastante cómo funciona el mundo de los talleres mecánicos, visitamos unos cuantos, con idiomas diferentes y lo bueno era que todos tenían vista al mar y eso no estaba nada mal. Ver desde la fosa el Mar Adriático no tiene precio.
Estamos decidiendo que hacer... o nos quedamos en Croacia hasta que se vaya resolviendo todo o regresamos a Verona y le volvemos a ver la cara al simpaticón de Giancarlo?
Todo pasa por algo.
Gracias amigos por acompañarnos!!!
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Abrazos viajeros!! Y hasta la próxima!