SÁBADO 20 de Abril
SÁBADO 20 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  LUNES 24/10/2016
El tipo y su cabeza son buscados por la Iglesia
JUAN ZETA (Entrega 19)
En el Vaticano no cabía un pelo, es más no había ni un pelo dentro de él.
Los representantes de las iglesias de todo el mundo exhibían su preocupación, sus sotanas multicolores y sus calvas.

La plaza de San Pedro estaba desierta cuando el Prelado Subsecretario para las Relaciones con los Estados la cruzó.

Se encontró con el Cardenal Secretario de Estado y le dijo: “Quisiera ver a Su Santidad"

_Está ocupado ahora, dijo el Cardenal mientras se escuchaban disparos que provenían de los jardines del Vaticano.

_ ¿Y esos disparos?, preguntó el Prelado.

_ Es el Papa que está practicando tiro al Espíritu Santo.

En los jardines, el Papa, rodeado de todos sus súbditos estaba con una escopeta disparando a las palomas que revoloteaban sobre su cielo.

Una mezcla de temores, fanatismo, fobias vagamente religiosas, egoísmo y paranoia había entrado en combustión dentro del achacado cuerpo del Papa y de los demás miembros de la Iglesia.  Como si un fantasma adicto a las masacres los acechara todo el tiempo sometiéndolos al cotidiano castigo de la indefensión.

El anillo del Papa ya no era besado, los cimientos de una mentira construida por más de dos mil años estaban flaqueando. El derrumbe de la Iglesia era inminente.

El Secretario de Estado se dirigió a los jardines y le dijo al Papa: “ Su Santidad, el Subsecretario para las relaciones con los Estados quiere verlo”.

_Más le vale que sea importante, dijo el Papa apuntando la escopeta a la entrepierna del Cardenal. Si me interrumpen sin sentido voy a seguir practicando tiro con sus pájaros, total no les sirven para nada. Los quiero a todos juntos, a todos los representantes de los Consejos Pontificios y a la Secretaría de Estado en pleno. ¡Llame a una reunión urgente!

En menos de una hora toda la plana mayor de la Curia estaba reunida alrededor del Papa que estaba visiblemente iracundo. Todos estaban anegados en un sepulcral silencio.

_¡Uno que hable, me cago en Dios! ¿Usted Prelado tenía algo para decirme?, dijo, desobedeciendo al silencio, el Papa.

_Su Santidad, desde que desparecieron todas las imágenes de Cristo los fieles dejaron de concurrir a las iglesias. Pero hay algo más grave aún, los Estados de todo el mundo nos están quitando su apoyo económico al ver que estamos debilitándonos, dijo el Subsecretario para las Relaciones con los Estados.

_Pues hagan construir cruces nuevas y clávenles los muñecos. Pinten la cara de Jesús y empapelen el mundo si es necesario. Lo quiero ver de vuelta en la cruz, dijo el Papa.

_Ya lo intentamos, pero apenas armamos una cruz ésta desaparece. Además los pintores y dibujantes ya no se acuerdan de la cara de Jesús; nadie se acuerda. Ni yo mismo sé como era, dijo el Arzobispo Sustituto para los asuntos Generales.

_Su Santidad, dijo ahora el Asesor para los Asuntos Generales, si la gente se olvidó de Jesús podemos reemplazarlo por algún santo o alguna virgen. Creamos infinidad de dioses menores como antiguamente los griegos y los romanos. Los griegos tenían a Dionisio, los romanos a Baco y nosotros tenemos a San Vicente. Los griegos tenían a Asclepio, los romanos a Esculapio y nosotros a San Pantaleón. Además tenemos a San Pedro, a San José, a San Cayetano...

_Pero no tenemos a Zeus como los griegos, ni a Júpiter como los romanos, interrumpió el Papa. Tenemos dioses de cuarta.

_ San Agustín escribió: “Celebramos con religiosa solemnidad la memoria de los mártires y erigimos altares sobre sus sepulcros; pero el culto de adoración, que se llama latria, que compete sólo a la divinidad, no lo damos a los santos, ni enseñamos que les sea debido, sino solamente a Dios. Y como el sacrificio pertenece solamente a este culto de latria, no lo ofreceremos a ningún mártir, ni a los santos ni a los ángeles; y si alguno cayere en este error, es reprobado por la sana doctrina”, recitó de memoria el Cardenal Secretario de Estado.

_Ese San Agustín siempre fue un boludo, dijo el Papa.

_Usted dijo también algo similar al respecto, dijo el Cardenal.

_¿Me está tratando de idiota?

_Jamás en mi corazón cabría semejante sentimiento...

_Su obsecuencia me da náuseas, interrumpió el Papa, dígame que cuernos dije antes de que vomite sobre sus faldas.

_Si Su Santidad, sus deseos son órdenes para mí. Usted dijo citando: "En el curso del tiempo, la multiplicación de fiestas, vigilias y octavas, así como la progresiva complicación de diferentes partes del año litúrgico, ha derivado a veces la fe hacia devociones particulares, de manera que las mentes se desviaron de los misterios fundamentales de nuestra redención” y también recordó la recomendación del Concilio Vaticano II diciendo: " Para que las fiestas  de los santos no tomen preponderancia sobre los festejos con que se conmemoran los diversos misterios de la salvación, muchas de ellas deben ser dejadas a la celebración por una Iglesia particular, una nación o comunidades religiosas. Únicamente deben ser extendidas al festejo de la Iglesia Universal aquellas que recuerden a santos de importancia verdaderamente universal”, dijo otra vez, de memoria, el Cardenal.

_ ¿Yo dije eso?¿Para qué estoy rodeado de asesores? ¿Para que me dejen citar cualquier barbaridad? ¡Hostia!. Y Ahora que la mencioné, el Vaticano todo está repleto de esas cosas desabridas; ya nadie comulga. Los voy a hacer atragantar con ellas si no encuentran una solución, dijo el Papa.

_Sus dichos se pueden enmendar, dijo un Obispo que estaba a cargo del Consejo de Comunicaciones Sociales. La gente tiene una memoria muy frágil, los hechos lo están demostrando.

_Lo único que estoy viendo es que nadie entiende nada. No nos sirve ni San Pedro, ni San Pablo, ni San Catzo. La gente necesita de la cruz y de Cristo clavado en ella, sangrante, desnudo y sufriendo para adorar. La base de nuestro culto es el dolor, el sufrimiento y la culpa. Les hicimos creer que él murió por sus pecados. Necesitan pecar, sentirse culpables, pedir y conseguir el perdón para volver a pecar y volver a sentirse responsables de que ese tipo esté crucificado. ¿Dónde diablos está Jesús?¿Nadie sabe qué pasó?, dijo el Papa.

Un cura, que era un simple empleado sin rango, vestido con una rústica vestimenta negra, pidió la palabra. Todos lo miraron con desprecio, sólo el Papa lo autorizó y eso bastó para que los demás lo aprobaran.

_Su Excelencia, sé que soy poca cosa dentro de la Iglesia pero estuve investigando mucho y creo que tengo información que puede ser útil. Hasta me atreví a elucubrar una teoría, dijo el cura.

_Ante tanta mediocridad reinante, sólo me queda decirle que me encantaría escucharla, dijo el Papa.

_Gracias Su Santidad, espero no defraudarlo. Ya sabemos que el primer Cristo que desapareció, faltó de una iglesia de Buenos Aires durante la celebración del día de San Cayetano. Después de unas horas desaparecieron todos los demás.

_¿Y cuál es su teoría?

_Que Jesús resucitó, o que alguien lo resucitó, dijo, casi tartamudeando,  el cura.

_¿Cómo que resucitó? El no puede resucitar, nosotros inventamos su resurrección y sólo nosotros decidimos quién y cuándo resucita. Ni Dios se atrevería a desafiarme. Él es grande en el cielo pero yo soy grande en la tierra. La tierra es mía y sólo mía. ¿Quién osaría desafiarnos?, dijo el Papa.

_Creo saber quién es esa persona.

_No lo entiendo pero prosiga. Es lo más interesante que escuché hoy.

_En los libros de la Iglesia de ese día había centenas de anotaciones. En todas pedían pan y trabajo; lo de siempre. Pero había una que no pedía ni agradecía, ni nada. Sólo decía:

“ Necesito hacer algo importante, algo que nadie pueda olvidar jamás. Hoy, sea el día que sea porque ando medio perdido con las fechas, voy a hacer algo importante. Cuando lean esto se van a dar cuenta de que hablo en serio. Hoy es el día."

_¿Y cómo sabe quién es el que escribió eso?, preguntó el Papa.

_Eso es lo más fácil, Su Santidad. Si bien esta persona hizo un garabato debajo del texto a modo de firma ilegible, nosotros tenemos expertos en descifrar cualquier cosa escrita.

_ Y si no la desciframos lo inventamos. Lo de siempre, dijo el Papa.

_Además había cámaras...

_Mientras no sean del cura que está haciendo un casting para pornografía infantil, interrumpió el Papa o su real preocupación.

_Creo que él resucitó a Jesús o por lo menos que es el culpable de todo esto, terminó de decir el cura raso.

Todos los Obispos, los Prelados, los Cardenales y las demás aves de rapiña se rasgaron las vestiduras y proclamaron a coro lo absurdo de la teoría del cura. El Papa pensaba sin hacer caso a los consejos de sus asesores.

_Parece un dislate lo que está diciendo, pero es la única pista que tenemos. Estoy cansado de los inútiles que me rodean. Lo voy a apoyar y si su teoría es cierta le prometo que será mi mano derecha, dijo el Papa.

_Gracias Su Santidad, espero no fallarle, dijo el cura ante la mirada mortífera de los demás.

_Haga venir de inmediato al Jefe de la Guardia Suiza, ordenó el Papa al Secretario de Estado.

En unos minutos cruzaba la puerta una especie de arlequín. El hombre llevaba como atuendo una boina negra cubriéndole la cabeza, unos pantalones abuchonados, metidos dentro de las botas, a rayas amarillas y violeta. Su casaca, ceñida al cuerpo y con las mangas infladas, era también a rayas amarillas y violeta con detalles en rojo en las mangas y puños.

_Su Santidad, ¿usted me mandó llamar?

_Sí. Es para encargarle un trabajo. Debe viajar a Argentina y encontrar a alguien. Él, según su teoría, dijo el Papa señalando al cura, lo llevará hasta Jesús. Le ordeno que lo encuentre y lo crucifique nuevamente. No escatime en gastos, quiero que lo haga lo más rápido posible. Para que lo ayuden lleve hombres de su confianza y contáctese con hombres de Argentina. Conozco muy bien la cantidad de mano de obra desocupada que hay así que no tendrá problemas para hacer el trabajo sucio.  Págueles lo que le pidan. También viajará con unos sacerdotes.

_Discúlpeme Su Santidad, pero estorbarían, dijo el Jefe de la Guardia Suiza.

_No se preocupe, estos sacerdotes no son sacerdotes comunes. Saben de tormentos más que nadie en el mundo; la Santa Inquisición nunca dejó de existir. Confíe en mí, yo sé bien lo que le digo.¡ Y ahora apúrese por los mil demonios!, dijo el Papa.

El Jefe de la Guardia Suiza se retiraba sin mediar palabra cuando el Arzobispo Sustituto para los Asuntos Generales dijo: “ Pero de dónde van a sacar una cruz, ya le dije que estas desaparecen apenas se construyen”.

_No me importa, si no lo pueden crucificar lo empalan. Le meten un palo gigante por el culo y me lo traen, dijo el Papa.

_Según mi teoría, dijo el cura, la cruz que primero desapareció está escondida en algún lado.

_Si es así mucho mejor. Ojalá no se equivoque.

El Papa se levantó de su trono, la expresión de su rostro destilaba crueldad. Su cuerpo se enderezó de golpe, ya no parecía tan viejo. Su voz tronó con furia.

_¡Tráiganme a Jesús, a Barrabás, a un santo o a un hijo de puta, a un rico o a un mendigo, a un macho o a un puto, a un eunuco o a un violador, a un ladrón o a un honesto, a un hombre o a una mujer, a una virgen o a una puta. No me importa a quién traigan, sólo tráiganlo muerto y clavado en la cruz! 

Comentarios
 
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 25/10/2016 | 02:31 Hs
Enviado por Camila
Tanta Pavada .., ya cansa !! Se ve q nunca pudo pilotar un helicoptero..,. ni siquiera recibirse de ingeniero,.! Debrias dedicarte a ser politico !
 
 24/10/2016 | 19:04 Hs
Enviado por Marce
No sé que tiene ésto pero inquieta. Juan es. ...único? Soy creyente pero no me siento ofendida. No confunde mi fe sino las raíces de ella. Zeta te hace pensar hasta en las incondicionalidades. La prosa y la formación hacen ver el respeto a esta "falta de respeto ". Buen MD por arriesgar ,reconforta saber que hay medios que arriesgan.
 
 24/10/2016 | 16:31 Hs
Enviado por Mordis
Duro, durísimo alegato de la miseria humana...
 
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