Hoy, después de muchos años de caminos recorridos seguimos siendo una familia viajera que adaptó todo lo que la vida nos fue ofreciendo y así transformándolo en seguir haciendo lo que más nos gusta...
El lunes 27 de abril salimos de nuestra querida Argentina, volamos con Emirates Arabes (por ser más barato y además, cómodo). Despues de 18 horas, comidita rica de por medio, hicimos parada en Dubai y entramos solo por unas horas en el mundo árabe.
Nos encontramos con un aeropuerto inmenso, con gente de todas partes del mundo donde se podía diferenciar muy fácilmente de cada país que provenían, un bello pantallazo de las diferentes culturas de nuestro mundo.
Policías vestidos con atuendos árabes; algo inusual para nuestros ojos, mujeres tapadas hasta los pies mostrando miradas que lo quieren ver todo. Familias, hombres solos, mujeres solas, espacios para rezar, pasajeros de quien sabe dónde terminaban sus destinos.
Centro del mundo, es lo que pude sentir en un momento, parecía que desde allí todo salía.
El mundo hoy conoce a Dubai por su desmesurada infraestructura… y pensar que hace unos pocos años el lugar era solo desierto.
Pasadas unas horas tomamos el avión a Milán donde nos esperaba Manu, nuestra amiga milanesa, con su sonrisa enorme, su coche pequeño y sus brazos abiertos. Un ángel de la vida!!
El avión aterrizó en el aeropuerto de Malpensa, Milán. Y de ahí directamente a nuestra casita!!!! Y ahí estaba... quietita, linda como siempre, esa Ford Transit que desde el momento en que la vimos nos enamoramos y al día de hoy seguimos igual.
Uf!! Fue como llegar a casa, o... volver a casa, realmente ya sentimos que nuestro lugar es en todos los lugares, es aquí y es allá. Es donde tengamos ganas de estar.
Los amigos de acá siempre cerca, ya tuvimos almuerzos, cenas, charlas y momentos compartidos que ayudaron a ponernos al día después de todos estos meses de ausencia, porque por más que las redes sociales acerquen no hay como un buen abrazo bien apretado.
Tenemos que poner a punto varias cositas de la camioneta, el motor (por cierto, feliz por la experiencia de poder meter mano), el panel solar (que ya está colocado) y que alivio... tener al sol como el mejor socio para nuestro gasto de energía, gratis y ecológica.
Y por último, trámites inevitables para poder ir cruzando fronteras sin inconvenientes.
El pueblito donde ahora estamos y donde quedó la camioneta durante estos meses se llama Canzo, a 60 kilómetros al norte de Milán, un lugar bellísimo en medio de la montaña. Desde su iglesia se escuchan fuertes campanadas cada media hora, en el pueblo entero, haciendo eco en cada calle angosta, que deja ir caminando por empedrados sin veredas.
Tiene muy cerquita el lago de Erba, precioso, bien italianísimo del norte donde se come una rica pizzocheri (fideos hervidos con trozos de papa y a eso se le agrega varios tipos de quesos derretidos...delicioso!!) y con una buena copita de Braulio al finalizar la comida (un licor de hierbas hecho por gente de un pueblo alpino de la región) y lo más... aquí hay un dicho muy viejo que dice: "la bocca non e stanca, se non tiene sapore di vacca" ("la boca no está cansada si no tiene gusto a vaca"), y ahí es cuando entran en la mesa una tabla de quesos de diferentes texturas y sabores como para dar por terminada la comida.
Italia bella, bellísima! los amigos y el lugar.
Dentro de unos días empieza otra parte de nuestra historia, ahora somos 4 los que vamos haciendo el camino... Viajando y sintiendo que pasamos por la vida llevándonos algo tan lindo como los buenos momentos.
Hay algo más importante que eso?